Disclaimer: Los derechos de Xena, Gabrielle, Callisto, Joxer y algún que otro personaje mencionado, pertenecen a MCA/Universal y Renaissance Pictures. Historia sin ánimo de lucro y con un buen propósito, entretener.
Subtexto: el día que haga una historia sobre Xena sin eso, daré una fiesta. Algún día.

Callisto escribe fan fiction

por Elenis

 

Aulló de nuevo, se dio la vuelta y descargó una formidable patada en el pecho del guerrero. Éste cayó hacia atrás, soltando a Gabrielle.

-¡Gracias!- acertó a decir la bardo, mientras recogía del suelo su cayado.

-¡No hay de qué!- contestó Xena. Y le guiñó pícaramente un ojo a Gabrielle, al tiempo que propinaba un gancho en la boca del estómago de otro maleante.

Gabrielle...

Elenis se detuvo. Tosió, hizo la trigésimo cuarta escapadita al servicio para beber agua y volvió a sentarse frente al ordenador.

"Bueno, ¿Gabrielle qué?", pensó. "Tiene que estar ya hasta las narices de pegar hostias. La verdad es que yo misma me estoy aburriendo de esta escena de pelea. Nada, que corto por lo sano".

Escuchó un leve movimiento a su espalda. Se volvió, pero al no ver nada pensó que habría sido el viento chocando contra la ventana.

Gabrielle giró sobre sí misma y asestó un par de golpes más. Los hombres comenzaron a huir como podían.

-¡Yujúuuu!- gritó Joxer, brincando de alegría -. ¡Les he puesto en fuga!

-¿Tú solo?- comentó Gab.

-Por supuesto. ¡Yo soy Joxer el Grande! ¿Acaso no me has visto cuando vencía al jefe de todos?

-Joxer, éstos son sólo desharrapados a sueldo. No tienen jefe- apuntó Xena, pero el joven no se dio por aludido.

"Para variar", pensó Elenis. "Nunca me cansaré de sacarte como recurso cómico, Joxer".

-Fue un combate encarnizado. Él tenía una técnica fabulosa. Pero yo lancé mi "golpe mágico", y cayó a mis pies. ¡Pim, pam, pum!- Joxer se golpeó accidentalmente con la espada en la nariz.

-Muy interesante- bostezó Gabby.

"¿Gabby? ¿Debo yo, como narradora omnisciente, llamarla Gabby? No estoy tan segura. Esta historia no se centra en MI relación con los personajes. Gabrielle. Gabrielle o ‘la bardo’, simplemente. Queda mucho más objetivo. Mejor, sin duda".

Pulsó la tecla de retroceso.

-Muy interesante- bostezó la bardo.

Joxer la observó, algo ofendido. Xena se acercó a ellos.

-Deberíamos buscar un lugar donde pasar la noche. Un sitio seguro.

-¿Llamas seguro a esto?- dijo Gabrielle -. Vamos dando botes por todo el mundo conocido pegándoles a los malos, y todavía habla de lugares seguros... Si está claro que nuestro destino es...

-Ga-bri-elle- Xena silenció a la joven con un bufido -. Debemos despistarles, he dicho. Escalaremos el acantilado.

"Tú siempre dando órdenes, ¿eh, Xenilla? Y a la Gabby le encanta desobedecerlas. Qué pedazo roles sadomaso, Dios mío. A quien me diga luego que no hay subtexto".

La subida era difícil y fatigosa. Gabrielle tropezó con una piedra suelta y cayó en los brazos de Joxer.

"Hmmm... no, Joxer-romanticismos ahora no, por favor".

Gabrielle tropezó con una piedra suelta y cayó en los brazos de Xena. Ésta preguntó, asustada:

-¡Gabrielle!, ¿estás bien?

-Ssssí... creo que sí.

La guerrera la reconfortó con un beso apasionado. Gabrielle apretó su hombro y trató de volver a encontrar un punto de apoyo.

"Oooooootra vez con lo mismo, cachiendiez. Joder, yo debo estar obsesionada. Y mira que me había propuesto que no iba a incluir nada explícito en esta historia... y menos por parte de Xena, que se supone que es la "menos emocional". Que no, ¡coño! Si alguien quiere ver subtexto, que lo vea, pero en principio este relato no va a mostrar una relación amorosa ‘abierta’ entre Xena y Gab. Nada, fuera".

La guerrera la reconfortó con una mirada de ánimo. Gabrielle intentó volver a agarrarse a las piedras.

-¿Tardaremos mucho en llegar arriba?- preguntó.

-Menos de una hora- contestó Xena.

"Menos mal que me han asegurado que los antiguos griegos ya medían el tiempo en horas. La otra opción son las marcas de vela, pero prefiero no usarlas de momento.

Bueno, venga, Joxer, quillo, di algo",

-Me estoy tragando todas las zarzas- se quejó Joxer.

-Así podrás decir que no tienes pelos en la lengua- rió Gabrielle.

Elenis arrugó la nariz; la bromita no le convencía en absoluto. Se levantó para ir de nuevo al servicio.

-Qué sentido del humor más pésimo tienes- dijo entonces una voz seductora.

-¡Hey!... ¿quién anda ahí?

Elenis miró en derredor. Una figura se materializó ante sus ojos. El ser sonrió.

-¡AH!- gritó la joven bardo, antes de tropezar con la silla y caer de culo sobre el teclado de su ordenador, que crujió en señal de protesta.

El ser avanzó hacia Elenis y echó un vistazo a la pantalla.

-Pelos en la lengua... a mí me daría vergüenza escribir estas tonterías.

Elenis, temblando, se apartó de ella.

-¿Eres... eres...?

-Por supuesto, soy yo.

-¿Tú? ¿Tú? ¿En el mundo real?

-¿ESTO, el mundo real?

-Bueno, así lo llaman.

-Dejémoslo en TU mundo.

-Oh.

Callisto sonrió satisfecha, tomó una silla y se sentó frente a Elenis. Ésta repasó a la guerrera con la mirada, de arriba abajo. Las mismas ropas, la misma expresión, el mismo cuerpo. Sí, no cabía duda de que era ella. O eso... o había tomado más Martini del que había pensado.

A la rubia no le pasó desapercibida la inspección.

-¿Te gusto, Elenis?- preguntó.

La adolescente enrojeció.

-Uhm... er...

-Bueno, eso me había parecido. Tal vez más adelante tengamos tiempo para divertirnos.

Elenis abrió la boca y se apretó más contra su teclado de ordenador.

Callisto continuó hablando:

-Sobre tus dudas acerca de cómo he podido llegar aquí, te diré que la frontera entre tu mundo y el mío es débil..., muy débil. Y vosotros, los escritores de eso que llamáis fan ficklion...

-Fan fiction- corrigió Elenis, algo dolida.

-Eso, como se diga. Bueno, pues vosotros contribuís aún más a crear, digamos un interesante portal interdimensional.

-¿...?

-Está claro que mi mundo ya es el tuyo. Te lo conoces tan bien como éste.

Elenis sonrió halagada.

-Gracias- dijo, pero al instante dudó. Sabía que lo que había dicho Callisto era una flagrante mentira, pues Elenis no conocía ni la mitad de ninguno de los dos mundos. ¿Qué querría entonces? ¿Qué buscaba con su alabanza?

Gabrielle jadeó con rabia y miró a Xena.

-¿No decías que tardaríamos menos de una hora en subir?

-Aún no ha pasado una hora- respondió Xena, también sin aliento.

-¿Qué aún no...? Lo menos han pasado ya tres horas desde que dijiste eso. Me siento como detenida en el tiempo.

-Me estoy tragando todas las zarzas- repetía Joxer -. Me estoy tragando todas las zarzas.

-¡Que alguien calle a ese loro!- chilló Gabrielle.

-No sé siquiera si podría alcanzarle...

-No lo hagas- advirtió Callisto, al ver que Elenis se disponía a levantar el auricular.

-Tengo que avisar a mi madre.

-¿De que yo estoy aquí? ¡Qué le importa a ella! Tú ya eres mayor, Elenis.

Elenis dudó, pero dejó el teléfono tranquilo.

Callisto bebió un sorbo de la taza que le acababa de ser entregada. La dejó caer al suelo con un rugido de ira.

-¡Ah, qué porquería! ¿Es esto lo que bebéis aquí?

-Oye, es el único café que tenemos- protestó Elenis, ofendida -. Mira lo que has hecho. Ahora tendré que ir a por la fregona.

-Tú no vas a ninguna parte- Callisto atrapó a la joven por las mangas de su camiseta. Elenis habló tartamudeando:

-Si me haces daño, la policía te arrestará.

-¡La policía!- Callisto echó hacia atrás la cabeza y soltó una carcajada -. ¿Crees que la policía puede hacer algo contra una Diosa?

-Le consiguieron echar los perros a Bill Clinton. Después de eso ya me lo creo todo.

-¡Basta!- ordenó Callisto, soltando a la joven -. Tú y yo vamos a tener una charla muy divertida, Elenis.

-¿Por qué yo?

-¿Y por qué no?

-Hay muchos otros escritores de fan fiction del Xenaverso por el mundo. Mejores que yo.

-Eso es fácil- dijo la Diosa -. Pero sé que tú sabrás escribir exactamente lo que yo quiero.

-¿Y qué es lo que quieres?... Por cierto, ¿hablas los demás idiomas tan bien como el español?

-Vamos, Elenis. Para quien pasa por un portal interdimensional...

La bardo se sentó sobre un picacho sobresaliente de la empinada ladera. Trató de respirar a un ritmo normal.

-¡Se acabó!- gritó con las últimas fuerzas que le quedaban -. ¡Yo me planto!

-¡Gabrielle!- jadeó Xena. Las manos le fallaron y cayó rodando unos cuantos metros. Aterrizó ridículamente al lado de su amiga.

-No... pienso... seguir... con esta empresa- farfulló la bardo, tratando de explicarse.

-Me estoy tragando todas las zarzas... - decía Joxer -. ¡Ay!

Elenis se sentó delante del ordenador. Dejó que Callisto releyera lo que ella había escrito hasta ahora.

-Hmmm- murmuró la guerrera -. Una idea poco original. Tienen que rescatar a un bebé.

-Es en realidad un semidiós. Pero es pequeño, y aún no lo sabe.

-No me cuentes rollos. Un bebé es un bebé. Incluso Hope, alias Espe, fue un bebé. Mi pequeña "sobrinita"... - suspiró. De pronto, volvió a fruncir el ceño -. ¿Por qué nunca escribes sobre mí?

-Ya lo hice.

-Muy poco. Apenas aparecía unos momentos.

-Pero tenía pensada otra historia, en la que...

-¡Lo sé perfectamente!- dijo Callisto. Los labios le temblaban de ira -. Y es una idea patética. Yo no me convertí en guerrera por un desamor, sino por odio. Lo que tú has pensado no tiene nada que ver con lo que fue en realidad.

-Creía que habías dicho que no existía la "realidad".

-Da igual. No fue así, y punto.

-Pero yo no he dicho que fuera un desamor. Sólo pensé que...

-¡Escribe!

Elenis puso sus manos sobre el teclado.

-¿El qué?

Callisto se tomó unos instantes para meditar.

-Hmm. ¿Qué tal si empezamos por algo simple?

Súbitamente, Xena, Gabrielle y Joxer sintieron cómo el suelo se abría bajo sus pies. Gritaron. Una masa ardiente de lava se precipitó sobre ellos. No tuvieron tiempo para apartarse; el magma les envolvió y achicharró hasta los huesos, provocándoles atroces dolores.

-Escucha, Callisto- protestó Elenis.

-¿Qué?

-Si la lava les abrasa, están muertos. Sólo sentirán dolor durante unos segundos.

-Tienes razón- Callisto tiró de su labio inferior en un gesto claramente meditabundo -. No, cámbialo. Es demasiado poco para ella.

Xena, Gabrielle y Joxer cayeron al vacío. Una avalancha de piedras se precipitó sobre ellos.

-¡Ahhh!- gritó Xena.

Cuando volvió a abrir los ojos, sus compañeros estaban semienterrados entre las rocas. Una nube de polvo llenaba el ambiente.

-¿Gabrielle?- preguntó la guerrera, angustiada.

Se extrañó de no sentir dolor. Se sentía un poco como un muñeco de franela, blando y sin molestia alguna.

-¿Qué le duele?

-¡Todo!- Callisto se relamió de placer -. Todo, todo, absolutamente todo. No puede levantarse del dolor.

Contra su voluntad, Elenis siguió escribiendo.

Xena no se podía levantar del dolor. Una mano ansiosa limpió un poco el polvo de su cabeza. Era Gabrielle, ensangrentada y llena de tierra.

-¡Xena!- gemía -. Xena, respóndeme.

La guerrera jadeó levemente.

-¿Nadie se preocupa por mí?- lloriqueó Joxer, emergiendo de entre las rocas.

Callisto releyó las palabras: "Xena se sentía morir. Notaba su respiración enlentecerse. Le dolían las piernas, los brazos, el pecho. Cada vez que tomaba aire le dolía. Hasta el negro pelo le dolía".

"Ah, ¿por qué no pensé en esto antes?", se dijo.

-Bien, bien- afirmó, y revolvió cariñosamente el pelo de Elenis -. Así quiero verla..., quiero que sufra. Va a ser una muerte lenta y horrible, Xena- de nuevo soltó una carcajada -. Muerta a manos de una fan... ¿quién podría imaginar algo peor?

-No te eches tantas flores- refunfuñó Elenis. De pronto, a ella también le dolía todo. ¡Callisto iba a matar a su heroína gracias a ella!, era increíble.

-Las merezco. Ahora, escribe...

Elenis se levantó de un salto.

-Me estoy perdiendo el concierto de los Cranberries- dijo -. ¿Te importa que ponga la radio?

-¿Qué?- Callisto parecía completamente desconcertada -. ¿La radio?

-Sí, la radio.

Elenis señaló su minicadena. Callisto parpadeó.

-¿Es necesario?

-Bueno, ya que te estoy haciendo un favor...

-Oh, bien, haz lo que quieras.

Elenis sintonizó la emisora deseada. La voz de Dolores O’Riordan sonó, fuerte y clara:

In your heeeeeeeead,
in your heeeeeead.
Zooombie, zooombie, eh-eh…

"¿Funcionará?", se preguntó. Callisto la abrazó tiernamente por detrás y volvió a sentarla frente al ordenador.

-Escribe.

Todos levantaron la cabeza al mismo tiempo, al escuchar aquella música que parecía provenir de cualquier parte, del cielo y la tierra, de cada brisa y cada grano de arena.

-Oh, oh, oh, oh, oh, oh, oh,
in your head, in your head.
Zooombie…

-¡Voces de ultratumba!- gritó Joxer.

-Pues casi, casi- dijo una sorprendida Gabrielle.

Xena, pese a sus dolores, se irguió.

-Eso NO es Apolo, que yo sepa.

-¿Una ninfa?- preguntó la bardo.

Xena se quedó pensativa.

-Esto sólo me había ocurrido una vez- susurró -. Y ese día, una mujer llamada WordWarior me enseñó muchas cosas.

-A ver qué cosas, eh- dijo Gabrielle, celosa.

-Gabrielle, se está produciendo un paralelismo entre dos mundos. Alguien que no pertenece a uno de ellos ha abierto una puerta estelar. Por ella se cuela esta música.

Gabrielle se rascó.

-¿Quieres decir que estos sonidos provienen de otro mundo?

-Exacto.

-¿Y quién puede haber jodi..., er, perturbado el orden cósmico?

Xena miró hacia arriba.

-Tengo un presentimiento...

Súbitamente, Xena se puso en pie. Actuando como un maniquí, avanzó paso a paso a Gabrielle. La bardo, que esperaba un beso o algo parecido, se quedó de una pieza cuando recibió una bofetada tan fuerte que la arrojó al suelo.

Xena continuó pegando a su compañera, haciendo caso omiso de sus gritos y súplicas. Gabrielle comenzó a llorar; no era capaz de entender qué le sucedía.

Elenis dejó caer sus manos, fatigada.

-No me gusta esto- susurró.

-Jajajaja, a mí me encanta- Callisto botó en su silla como un niño pequeño -. ¡Xena enfrentada a su amor! Es mi fantasía favorita.

-¿Ella sabe lo que está haciendo?

La guerrera estaba horrorizada. Trataba en vano de controlar sus manos, pero una y otra vez el impulso irrefrenable la llevaba a golpear a Gabrielle. Intentó hablar; sin embargo, de su boca no salieron otra cosa que gañidos roncos.

De pronto, la bardo se puso en pie y atrapó la muñeca de Xena. Sus ojos, usualmente verdes y alegres, parecían ahora fríos como el hielo.

-Te odio- dijo la bardo despacio -. Te odio.

Xena retrocedió. Sentía como si le hubieran clavado un cuchillo.

-Eres lo peor que me ha pasado nunca en mi vida- siguió hablando Gabrielle, el desprecio más profundo en su cara -. Fuiste responsable de la muerte de mi hija. Me mentiste. Intentaste matarme, y ahora me pegas de nuevo. Eres un ser despreciable, Xena.

La guerrera abrió la boca, pero seguía sin poder hablar. Las lágrimas comenzaron a llenarle los ojos.

-Y de hecho, nunca te he querido- Gabrielle escupió -. Siempre me has dado asco. Eres repugnante. Estaba contigo por puro vicio, nada más. En realidad te odio.

Xena creyó que le reventaba el hígado...

-¿Hígado?

-Los griegos usábais la palabra "hígado".

-Pero...

-¡GABRIELLE!- Xena consiguió pronunciar las palabras -. ¡Es Callisto, Gabrielle!

La bardo la observó como si fuera la primera vez que la veía. Sacudió la cabeza y se frotó los ojos.

-¡Gabrielle, tenemos que detenerla o nos destruirá!

-De acuerdo, dejémoslo en corazón- Elenis borró lo que había escrito y lo reemplazó por "Xena creyó que le reventaba el corazón de dolor" -. ¿Cómo sigo? ¿Le da ahora una leche Gabby o algo parecido?

Callisto no contestó. Miraba reflexiva la pantalla, como perdida en sus pensamientos.

-¿Cómo se usa este trasto?- preguntó.

Elenis sintió miedo. No podía dejarle a Callisto vía libre.

-Es muy difícil. Sólo sé utilizarlo yo.

-Oh... - Callisto la observó sonriendo -. No te creo. Me da la impresión de que cada cuadrado es una letra, y que le das a esto de aquí para cambiar de párrafo. ¿Sí o no, bardo Elenis?

-Sí... ¡digo no!

Callisto se precipitó sobre el teclado. Tras contemplarlo unos instantes, empezó a pulsar las teclas, como un niño que escribe a máquina por primera vez.

Xena se acerco a Gabriel

-Se escribe "Gabrielle"- apuntó Elenis.

-¡Ya lo sé!- dijo furiosa Callisto.

-Perdón, era por si acaso. Gabriel es nombre de tío, y vale que Gabby sea bastante "angelita", pero no cuela.

Xena se acerco a Gabrielle y la beso en los labios salvajemente

La guerrera y la bardo estaban atónitas. Se despegaron como pudieron. ¿No habían estado agarrándose del cuello hacía apenas unos momentos? ¿Qué hacían ahora besándose?

-Gabrielle- musitó Xena, la primera en recobrarse de la sorpresa -. Callisto está escribiendo fan fiction. Nos está guiando.

-Ah... - la pobre bardo sentía la tripa revuelta y confió en que a Callisto no le diera por provocar ningún vómito.

-Tienes que pararla.

-¿Yo? ¿Cómo?

-¿Dónde tienes la pluma?

Elenis se inclinó para leer lo último que Callisto había escrito. A medida que leía, se le fueron poniendo las orejas rojas.

Despues comenzo a desnudarla. La piel de Gabrielle estaba suave y tersa &%. Gabrielle exhalo un suspiro de placer al contemplar los pechos de su amada tan cerca fde ella. Condujo la mano de =Xena entre sus propias piernas

-¿Qué es ESTO?- preguntó.

Callisto tenía una expresión muy diferente en la cara. Sus ojos brillaban con deseo. Sonrió con picardía al tiempo que terminaba la frase con un punto; volvió a mirar a Elenis.

-No me digas que nunca has escrito nada de esto.

-No con espectadores delante.

-Así es más divertido.

La guerrera se echó para atrás en la silla y se frotó el estómago con ambas manos.

-¿Y tú qué ganas con esto?- se atrevió a preguntar Elenis.

Callisto tardó en contestar.

-Nada- confesó al fin.

-¿Entonces?-No lo sé... es la primera vez que escribo, ¿sabes? Y tener a Xena en mis manos... es algo muy excitante.

Elenis se sintió menguar. Callisto volvió a inclinarse sobre el teclado:

-Pero estás equivocada si crees que voy a ser dulce con ellas.

Gabrielle tumbó a su amor sobre las picudas rocas, sin hacer caso de sus protestas. Empezó a besar todo su cuerpo, desde la cabeza a los pies.

-Xe... na- fue capaz de farfullar -. La pluma está en mi cinturón...

Xena alargó el brazo para cogerla, pero las ropas de Gabrielle parecían lejísimos. De pronto, la bardo le dobló el brazo hacia atrás y la mordió en el cuello. Xena gritó. ¡Gabrielle con esa fuerza era algo inconcebible!

-Nunca te he deseado tanto- decía la bardo mientras descendía hacia sus pechos, mordiendo sin tapujos la piel de la guerrera -. Nunca, nunca, nunca. Oh, Xena, esto es algo completamente nuevo. Estoy demasiado excitada. No sé lo que me ocurre...

Xena tragó saliva y cerró los ojos, dejándose amar; si es que podía llamarse así a una mezcla de gruñidos, golpes y mordiscos.

-Que conste que estoy a favor del erotismo, pero en contra de la pura comercialización carnal de Xena y Gabrielle- protestó Elenis -. Para pornografía existe el videoclub. Ellas tienen su dignidad.

Callisto no hizo ningún caso; se mordió los labios y gimió. Un gemido ronco, desde lo más profundo de la garganta. Elenis imaginó que pronto comenzaría a "jugar" con ella misma, y deseó no haber vuelto tan pronto a casa. "¡Tch, si ya lo decía yo!", pensó. "La fiesta era aburrida, pero sin duda preferible".

-Apuesto a que querrías estar allí, a su lado- dijo.

-Sssssí...

La guerrera sonrió. Elenis se inclinó sobre su oreja:

-Seguro que querrías estar en el lugar de Gabrielle.

-Sí..., no..., sí, sí.

-¿Acariciando a Xena?

-S... - de pronto Callisto recobró su antiguo ser -. ¡Cállate!

Golpeó las teclas casi con furia.

Gabrielle mordio

-¡Espera!- Elenis detuvo a Callisto.

-¿Qué pasa?

La adolescente buscó frenéticamente una excusa.

-¿Has pensado que gracias a esto, eso que ahora sólo estás pensando podría ocurrir?- dijo al fin -. Como tú quisieras, donde tú quisieras.

Callisto pareció dudar por un instante.

-Yo podría hacerlo- se ofreció Elenis.

La Diosa sonrió.

-Eres muy lista, querida Elenis- susurró -. Pero no voy a caer en tu trampa. Tú intenta mandarme de vuelta..., volvería y sufrirías en tu carne mi venganza.

Lo había dicho en tono arrullador, como un gatito; pero a Elenis se le puso la piel de gallina.

-¡Coge la pluma!- Xena intentó desprenderse del abrazo de la bardo.

-Mmm, mmm. Ahora no, Xena. Me siento tan bien...

-¡GABRIELLE!- aulló Xena, quien ya estaba harta de que se le clavasen las rocas en la espalda y los dientes de la bardo en algún otro lugar -. Coge esa pluma y ponte a escribir, lo que sea, donde sea, en una piedra, pero ya. Tienes que contrarrestar el efecto. ¡Tienes que escribir fan fiction sobre Callisto!

Gabrielle abrió y cerró la boca con estupor, luego se abalanzó hacia sus ropas.

Callisto releyó lo que había escrito. Comprobó con disgusto que Elenis tenía razón; todo lo que había puesto la había excitado más de lo que pensaba.

"Xena de Anfípolis...", pensó.

Una oleada de ira la invadió. Iban a pagarlo, ahora más que nunca.

-Es hora de terminar.

Tecleó con saña.

Y entonces

-¿Quieres otro café?- ofreció Elenis, angustiada.

-¡NO!

Y entonces Xe

-¿Has visto ya a mis perros?- la desesperación de Elenis era obvia -. No, ¿verdad? Te gustarían mucho. Son muy ricos. ¿Quieres que te los enseñe?

-No.

Y entonces Xena mu

La frente de Xena comenzaba a perlarse de gotas de sudor. El mundo se nubló ante sus ojos. Apenas oía los gritos asustados de su amiga.

-¡Callisto! ¡Callisto!- Elenis se abalanzó sobre la Diosa y la llenó de besos -. Oh, Callisto, eres maravillosa, eres tan sexy, eres irresistible. Te necesito, te necesito ahora mismo. ¿Me haces caso? Por favor, ¿por favor?

-No.

Y entonces Xena muri

Una letra más. Tenía que hacerlo. Tenía que acabar.

Callisto vaciló, su dedo índice sobre la O.

De pronto Elenis se dio una palmada en la frente. Este gesto extrañó a la guerrera.

-¿Qué ocurre?

-¡Callisto!- la joven señaló con un dedo acusador a la pantalla -. ¡Te has olvidado de algo!

-¡No tengo tinta!- se quejó Gabrielle, intentando en vano escupir sobre una roca y escribir después.

-¿De qué me he olvidado?- preguntó Callisto, enfurecida.

-Es increíble... olvidarse de uno de sus personajes. ¡Has dejado a Joxer completamente de lado!

Joxer contemplaba entretenido el espectáculo Xena-Gabrielle. Gabrielle tardó en darse cuenta de que estaba allí; era extraño, pero durante un largo tiempo había parecido como si se hubiera marchado.

-¿Te has hecho invisible, Joxer?- preguntó.

-Ah... ¿pero he estado aquí?

-No lo tengo muy claro...

-Es algo típico de los principiantes- le comentaba Elenis a una sorprendida Callisto -. El fallo más lógico. La falta de claridad y el "olvidarse" de detalles importantes.

-¿Joxer es un detalle importante?

-¿Tienes algo contra Joxer?- los ojos de Elenis se volvieron dos líneas horizontales -. ¿Algún problema? ¿Eh? ¡Anti-Joxer!

-Puedo tomarlo como un cumplido- respondió la Diosa.

Gabrielle corrió hacia el joven.

-¡Joxer!, ¡tienes que buscar tinta!

-¿Tinta?- Joxer se palpó la armadura -. ¡No tengo tinta!

-¿Jugo de frutas?

-¡Tampoco!

-¿Ni una miserable baya?

-No...

-Ohhh- Gabrielle se llevó las manos a la cabeza.

Al poco, volvió a mirar a Joxer con una cara muy extraña.

-Joxer, ¿tienes ganas de hacer pis?

-Corregiré ese error- Callisto volvió a poner las manos sobre el teclado y subió con el cursor un par de líneas.

Joxer salio corriendo y desaparecio en la lejania.

-¿Y ahora?

-Ahora... - Callisto vaciló y volvió a descender hasta la frase que estaba escribiendo -. Ahora...

Gabrielle contempló estupefacta cómo Joxer se esfumaba. Le entró un mareo tremendo. Era como si el tiempo hubiera retrocedido y de nuevo avanzado. Miró la punta de la pluma, pero seguía tan seca como antes.

De repente, sintió una mano poderosa sobre su hombro.

-¿Xena?

-¡Gabrielle!- la guerrera sostenía una hoja de parra y una mora medio exprimida en la otra mano -. He aprovechado que Callisto se ha desentendido un poco de mí para ir a buscar esto. ¡Date prisa!

La bardo intentó hacer lo que le mandaba...

-Callisto- Elenis habló con su tono de voz más suave -. Callisto. ¿No podrías volver a empezar? Escribir una fan fiction, exactamente como tú quieres, pero de otra manera...

La Diosa apretó los labios.

-Es demasiado tarde- dijo -. El mal ya está hecho.

Y apretó la tecla de la O.

-¡Ahhhhhhhhhhhh!- Xena lanzó su último grito de agonía.

-¡Xena!- gimió Gabrielle.

La princesa guerrera había muerto.

Callisto se volvió. El animal detrás de ella rugió, levantando un viento que tiró todos los papeles de la mesa de Elenis.

-¿Es amigo tuyo?- preguntó ésta, temblando ante la vista de semejante ser.

Callisto se acercó al dragón, incrédula. Él se abalanzó sobre la guerrera, intentando atraparla con los dientes. Callisto le esquivó y le lanzó una bola de fuego, que el dragón masticó como si se tratara de chicle.

-¡Ni siquiera sabía que hubiera alguno en este mundo!- respondió Callisto.

El dragón, una criatura espantosa de escamas verdes y cresta azulada, dio un par de coletazos y volvió a arrojarse sobre la Diosa. Callisto sintió cómo le amputaba una mano - que por suerte volvió a crecer. Desenvainó la espada con la mano que le quedaba y, lanzando un grito de guerra, la hundió en el vientre del dragón.

El ser, herido, rugió de nuevo y derribó un tabique con sus convulsiones. Callisto saltó a la mesa y lanzó dos bolas de fuego. Pillado por sorpresa, el dragón no pudo reaccionar, y en pocos instantes fue reducido a cenizas humeantes.

-Bien, bien. Eso está mejor- Callisto se permitió el lujo de sonreír -. ¿Elenis?

Buscó con la mirada a la joven, pero no la encontró. De repente, se dio cuenta de que el gran cuadrado luminoso del aparato en el que había estado escribiendo estaba negro. Algunas chispas salían de él.

-¿Qué pasa aquí?

El suelo comenzó a moverse. Una nube relampagueante la envolvió, y se vio transportada a gran velocidad por una especie de torbellino.

-¡AHHHHHHHHHHH!- gritó Callisto.

-¿Un dragón?- Xena frunció el ceño.

-No se me ocurría otra cosa- Gabby temblaba, envuelta en sudor y con todo el maquillaje de actriz corrido -. Y he tenido que escribir la última letra con... Pero... ¿Xena? ¿Xena, estás viva?

Xena se miró las manos.

-Eso parece.

-¿Cómo...?

No tuvo tiempo para continuar. Un remolino de aire se abrió ante sus narices. Con un grito, Callisto cayó de bruces al suelo.

-¡CALLISTO!- enfurecida, la princesa guerrera desenvainó su espada.

De repente, alguien se adelantó. Era un ser envuelto en una capa morada y con un tachi japonés en la mano. Se echó la capucha hacia atrás; apareció el rostro risueño de Elenis.

-¿Elenis?- preguntó Xena, estupefacta.

-¿Elenis?- Callisto se limpió la boca y se levantó.

-¿Elenis, otra vez? ¡Aj!- Gabrielle se volvió para mostrar su disgusto -. ¡Chupacámaras! ¡Robaseries!

Elenis levantó la espada y gritó:

-¡Ayiyiyiyiyi!- sonó más bien a un pájaro ronco, pero a ella no pareció importarle. Se lanzó contra Callisto. Sus espadas chocaron.

-¡Te mataré!- rugió la guerrera rubia.

-¡Siempre he deseado hacer esto!- Elenis rió de placer.

-¡ALTO!

Xena agarró a las combatientes.

-Elenis, no me importa concederte algunos honores en el Xenaverso, pero... - miró a la sonriente Callisto -. Pelear con Callisto es algo estrictamente mío. ¿Lo entiendes?

-Eso, eso- corroboró Gabrielle -. Que deje su complejo de alienación y sus aires de grandeza para otro día.

Elenis pareció compungida. Tiró el sable a un lado.

-Bueno, Xena... lo siento- se disculpó -. Pero, ¿sabes? Es que nunca me había pintado como una guerrera, y me hacía tanta ilusión batallar contra ella...

-Explícame mejor lo que ha pasado.

Elenis carraspeó.

-Cuando ella estaba luchando con el dragón, aproveché para escribir yo.

-¿Estabas en su casa?- le preguntó Xena a Callisto.

-¿Dónde si no, Xena?- respondió ésta, muy sensual.

Xena pensó en un lugar apropiado, pero se guardó de decirlo.

-¿Y qué escribiste, Elenis?

-Te hice resucitar- dijo ella -. Puse algo así como "Xena vio que su muerte había sido sólo una ilusión"..., no sé. Luego... escribí que Callisto aparecía donde vosotras, y que la guerrera Elenis aparecía también y peleaba con ella.

-Zorra- siseó Callisto.

-¿Eso es todo?- preguntó Xena.

-Sí. Después el fuego quemó los cables de mi ordenador.

-Así que la fan fiction ha quedado inconclusa- Xena se acarició la barbilla, tratando de organizar sus pensamientos.

Antes de que pudiera darse cuenta, Callisto la agarró por el cuello. Hundió la rodilla en su pecho y sacó una daga.

-¡Yo escribiré el final!- dijo, levantando la hoja.

Súbitamente se quedó paralizada. El arma cayó se su mano. Xena se deshizo de ella de un puñetazo y rodó sobre sí misma, pero Callisto apenas pareció enterarse.

-Siento mucho todo lo que he hecho- dijo, sus ojos revelando sorpresa -. Realmente no soy así. Os quiero y el mundo es bello.

Xena y Elenis se miraron. Volvieron los ojos hacia Gabrielle; tenía un pergamino entre las manos y estaba escribiendo... con Joxer a su lado.

-¿Joxer?- Xena caminó hacia ellos.

-¡Hola, Xena! Parece que todo se ha resuelto bien. Ya se sabe; nosotros, los guerreros...

-Basta. ¿Qué ha ocurrido?

-Joxer marchó a comprarle tinta y pergaminos al buhonero que encontramos antes- los ojos de Gabrielle chispeaban -. Oh Joxer, si no estuviera ya comprometida, te daría un beso. ¡Mira, Xena!

Xena leyó: "Callisto se dio cuenta de repente que todo lo que había hecho estaba mal. Se sintió en paz y armonía consigo misma y con todas las cosas. Se sintió invadida por paz y amor. Se sintió Gabrielle".

-¿Se sintió Gabrielle?

La bardo soltó una risita.

-Era el mejor ejemplo.

-Así se ha quedado de alunada- comentó Elenis, viendo cómo Callisto daba palmadas contemplando a unos pajaritos.

-Tú calla, niña- bufó Gab.

-Pero..., pero... - farfulló Xena. No comprendía.

"Decididamente, las letras NO son para mí", pensó.

Elenis tamborileó en su brazalete para llamar su atención y le explicó:

-Callisto mandó lejos a Joxer, pero no especificó adónde iba. Al quemarse los cables del ordenador, Joxer quedó de nuevo plenamente consciente y pudo traer todo esto para que Gabby escribiera. ¿Capici? Y ahora, vivieron felices y comieron perdices.

-Xena, esa cría me ha vuelto a llamar Gabby- se quejó Gabrielle -. No le permito estas familiaridades.

-Bueno, bien hecho, escritores de fan fiction- dijo Xena a sus tres compañeros -. ¿Podemos volver ahora a nuestras vidas normales?

 

Epílogo I

Callisto acarició con dulzura la piel del borreguito mientras lo llevaba junto a su madre. Agitó el cencerro para llamar la atención del rebaño. Las ovejas se acercaron, una detrás de otra.

-Dieciocho..., diecinueve... - contaba Callisto.

El pastor llegó en ese momento.

-¿Están todas?

-Sí, excepto Copito de Nieve. Lo dejé tumbado en la hierba para que se recuperase.

-Bien hecho, señora..., uh, señorita.

-Llámame sólo Callisto- Callisto sonrió y le guiñó un ojo.

-Callisto...

Callisto se apartó de las babas del hombre y se ajustó la capa de pastora. Como siempre que ocurría cuando reunía a las ovejas, notó una vaga sensación de ira y descontento. Debía estar agradecida a Xena y Gabrielle por haberle conseguido el trabajo, y sin embargo...

El mundo era hermoso. Las ovejitas eran dulces y amorosas. Lo adecuado para ella.

Y no obstante, una especie de fuego ardía dentro de su cuerpo. ¿Había algo malo en cuidar rebaños? No, se respondió.

Pero una parte de ella sabía que ese empleo no le duraría mucho.

 

Epílogo II

Elenis bostezó.

-¿Qué toca ahora?- le preguntó a Esther, su compañera de pupitre.

-Filosofía.

La joven se alegró.

-Ssstupendo- dijo -. Así podré demostrarle a la profe que he hecho los deberes.

Cuando la maestra llegó, Elenis pidió permiso para salir a la pizarra. Sostuvo unos papeles en alto y comenzó a leer:

-Santo Tomás de Aquino.

La clase entera estaba expectante. Elenis tomó aire y continuó con su lectura:

-Soy estúpida y no me merezco ni la mitad de la atención que me doy en las fan fiction. Acuso a Gabrielle de ser egocéntrica y yo lo soy tres veces más que ella. Si creo que me voy a ligar a Xena estoy más que equivocada.

Los compañeros de Elenis se quedaron con la boca abierta.

-Nunca hago las cosas bien ni aunque me lo proponga- la cara de Elenis se iba poniendo más roja a medida que hablaba -. Soy incapaz de sostener la espada de Xena y tengo envidia de los abdominales de Gabrielle. Hasta Minya es una fan más digna que yo. Y por si fuera poco, ¡tengo sueños eróticos con Joxer!

Tras unos segundos de silencio, los estudiantes prorrumpieron en risas, chillidos de mono y comentarios del tipo "¡ah, habla de la Xena!". Carmona levantó el pulgar hacia arriba.

-¡Muy original, Elenis!

La profesora miró a la alumna con ojos de pasmo. Las orejas de Elenis estaban como tomates.

-¡GABRIELLE!- gritó -. ¡Te odio!

En lo más profundo de los bosques de una Grecia alternativa, la princesa guerrera se inclinó hacia la bardo. Ésta escribía apoyada en un árbol.

-¿Qué estás haciendo, Gabrielle?- preguntó Xena.

Leyó el título: "Un día en la vida... de Elenis".

Gabrielle rió malignamente.

-¡Me encanta este nuevo género!

FIN


Comentarios:Esta historia está dedicada especialmente, y con mucho cariño, a todos los escritores de fan fiction por el mundo.
A WordWarior y B L Miller por ser mi inspiración.
Y a Callisto por fascinarme.

 

ÍNDICE DE FANFICS

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