CELOS MORTALES. (alt/sub)
Xena
creía que aquel iba a ser un día como cualquier otro de los que habían transcurrido
desde que Gabrielle y ella emprendieron el camino hacia Amphipolis, un día tranquilo y
aburrido; por ello esperaba que el día transcurriera aprisa, ansiaba llegar a casa y el
estar a sólo un día de camino no aminoraba su ansiedad.
Con una
paciencia que estaba lejos de sentir comenzó a preparar el desayuno, en cuanto estuvo
listo fue a despertar a la bardo, pero antes de ello no pudo evitar observar ese rostro
que le era tan familiar, pensando en lo hermosa que se veía Gabrielle cuando dormía,
enseguida desecho esos pensamientos, eran tema prohibido que había que guardar muy dentro
de sí.
-Gabrielle
despierta!, el desayuno está listo.
-Hmmm?
-Oh
vamos, Gabriel!, es hora de levantarse
-Está
bien enseguida voy!
Comieron
en silencio y mirándose sólo ocasionalmente, al terminar levantaron el campamento y
emprendieron la marcha de su último día de camino.
Ya
estaba cayendo la noche y ellas habían avanzado casi todo el día, deteniéndose sólo un
rato para comer algo, de pronto a un lado del camino escucharon gritos y voces airadas,
ambas tomaron un sendero lateral para internarse en el bosque y no habían avanzado mucho
cuando vieron la escena: era el mismísimo Autolicus rodeado de un grupo de seguidores de
afrodita y la misma diosa en persona azuzando a sus seguidores, los cuales estaban
realmente molestos porque el susodicho príncipe de los Ladrones había osado profanar el
templo de su diosa favorita y robar el oro y joyas preciosas que tenían como ofrenda.
-Hey que
sucede!!??
La
imperiosa voz de la guerrera hizo que todos voltearan hacia donde se encontraban ella y la
bardo.
-Xena!!,
gracias a los dioses.-exclamó Autolicus
-Autolicus
veo que de nuevo estás en
problemas-contestó ella
-Este
mequetrefe se ha atrevido profanar mi templo!!-protestó la diosa
-Está
bien-dijo Xena-no necesitamos problemas.....Autolicus devuelve lo que robaste
-Vamos
Xena! No creerás que...........-la fría mirada de la guerrera hizo que callara
-He
dicho que lo devuelvas
-Está
bien, como quieras!
-Bien
señores creo que ya no tienen nada que hacer aquí-dijo a los aldeanos
-Deberíamos
matarlo- protestó Afrodita
-No es
necesario Afrodita, y creo que Gabrielle se
sentirá feliz de ayudarte a ordenar tu templo de nuevo, no es así?-dijo Xena
dirigiéndose a la bardo que hasta el momento no había dicho una palabra
-Claro!!-
intervino la joven
Acto
seguido Afrodita utilizó sus poderes para transportar a Gabrielle hasta el templo;
mientras tanto Xena ayudada por Autolicus, instalaba el campamento donde pasarían la
noche los tres, Xena, Gabrielle y Autolicus.
-Xena,
creo que debo agradecerte el que me hallas ayudado
-Autolicus,
no fue nada, pero deberías tener más cuidado, la próxima vez podrías acabar muerto
-Es
cierto, creo que tomaré en cuenta tu consejo, y hablando de muerte, Xena debemos hablar
-Acerca
de que?
-De lo
que sientes por Gabrielle
-Por los
dioses Autolicus!!, estás paranoico
-Oh Xena
vamos!!,no creerás que no me he dado cuenta, o si?
-Cuenta
de qué?
-Mira
Xena sabes que puedes confiar en mí, nunca te he fallado, a demás es algo que pude
sentir aquella vez que te apoderaste de mi cuerpo, sé que en verdad amas a Gabrielle
-Por
Tártaro!!- exclamó Xena soltando un gran suspiro- es tan obvio?
-Has
hablado al respecto de esto con ella?
-Y
decirle qué, que es lo mejor que me ha pasado en la vida y que la misma pierde todo
sentido cuando no estoy con ella?, por favor Autolicus!, ambos sabemos que eso no es
posible, a demás no sé como va a reaccionar ella, no me gustaría cometer un error y
perderla para siempre
-Pues yo
creo que deberías decírselo, tarde o
temprano terminará por darse cuenta, y créeme en ese momento rogarás habérselo dicho
tu misma
-Mira
Autolicus agradezco tu interés, pero todo lo que puedo prometer es considerar el
decírselo muy seriamente
-Está
bien Xena, pero no me gustaría que cuando lo hagas sea demasiado tarde para ustedes
En ese
instante ambos guardaron silencio.
Y
mientras en el templo de Afrodita.....
-Gracias
mi pequeña amiga, me alegra que hayas aceptado la sugerencia de Xena para venir a
ayudarme
-Oh
Afrodita, tu sabes que me agrada serte útil
-Si lo
sé, pero dime, que es lo que ensombrece tu bello rostro?, sabes que puedes confiar en mi
-Lo sé
y te lo agradezco- contesta la bardo después de un momento de validación- es sólo que
no sé lo que me pasa
-Mira
Gabrielle conmigo sabes que puedes ser franca, yo sé que lo que te tiene así es lo que
sientes por Xena
-Que
dices?
-Por
Zeus Gabrielle!!, con migo no necesitas fingir, puedo ver a través de tu corazón, y sé
que la amas, pero dime, se lo has dicho?
-Decírselo? Y cómo?, si nisiquiera sé si ella siente algo
por mi más que amistad, crees que me atrevería a perderla por decirle lo que siento?,
que se supone que haré si ella no siente nada de por mí, y en el momento de decirle lo
que siento ya no quiere estar más a mi lado?, tu sabes que no puedo vivir sin ella, tengo miedo Afrodita
-Lo sé,
pero también sé que necesitas decírselo, porque quizás luego sea demasiado tarde, Xena
tiene demasiados pretendientes, sabes?, y a nadie le extrañaría que algún día acepte a
alguno de ellos
-Por los
dioses Afrodita no me atormentes más!
-Lo
siento pequeña, es solo que no me gustaría que un gran amor como el tuyo se perdiera,
pero basta de charla, te haré volver al campamento.
Instantes
después Gabrielle aparecía en el campamento rompiendo el tenso silencio que había
caído entre Xena y Autolicus.
-Bien
amigos, ya estoy de regreso- dijo la bardo
-Justo a
tiempo para cenar-contestó Autolicus mientras Xena permanecía en silencio
La
velada transcurrió en un ambiente algo tenso, Xena y Gabrielle evitaban mirarse a los
ojos y Autolicus era consciente de la tensión que se formaba entre ellas, así que los
tres concordaron en irse a la cama temprano.
Ya era casi medio día cuando llegaron a
Amphipolis, los tres penetraron en la taberna que dirigía la madre de la guerrera tratando de ajustar su vista al cambio
de luminosidad, Xena fue sorprendida por un fuerte abrazo por parte de su madre
-Xena!!
Que gusto me da verte! Gabrielle, cada día estás más hermosa, y Autolicus más apuesto!
-Si
madre a nosotros también nos da gusto verte
-Pero ya
basta de formalidades, supongo que vienen agotados, enseguida ordenaré que les preparen
habitaciones, yo misma me encargaré de serviles algo de comer y beber
Los
cuatro se habían sentado en una mesa del rincón, como era costumbre en la guerrera y
mientras comían, bebían y conversaban, algo inusual ocurrió en el lugar, de pronto
entro en el lugar un pequeño grupo de guardias que protegían a una princesa proveniente
de un lugar lejano; la presencia de la chica cautivo a todos pues se trataba de una
visión espectacular, muchos la consideraron la imagen más hermosa que hubiesen visto
jamás, la chica era de un tono de piel color arena, ojos de un perfecto gris acero,
cuerpo espectacular y porte altivo, el silencio reinó en el lugar durante algunos
segundos, al fin fue la princesa quien lo rompió presentándose a si misma
-soy la
princesa Ororo y vengo de las lejanas tierras de Marruecos
La
princesa miró detenidamente a todos los presentes, pero algo o más bien alguien
particularmente atrajo su atención, dirigiéndose hacia el sitio donde se encontraba
preguntó con creciente curiosidad
-Cuál
es tu nombre?
-Soy
Xena de Amphipolis, ellos son mi madre y mis amigos Gabrielle y Autolicus
-Mucho
gusto-respondió la recién llegada sin poder apartar la vista de la guerrera
-Pasen
por favor, siéntense, en seguida los atenderán- dijo la madre de Xena
Mientras
los recién llegados se acomodaban y eran atendidos Xena no podía ocultar la curiosidad
que sentía por la recién llegada princesa, hecho que no pasó desapercibido para la
bardo, quien sintió el calor de los celos recorrer su escultural cuerpo de pies a cabeza,
lo que la hizo sonrojar, por fortuna en ese momento les avisaron que sus habitaciones
estaban listas, así que los tres Xena, Gabrielle y Autolicus, se despidieron de los
demás para retirarse
-Que
descanses guerrera- dijo Ororo cuando iban desapareciendo por el pasillo que conducía a
los aposentos, sin saber bien por que Xena esbozó una sonrisa, irritando más- si eso era
posible- a la acongojada bardo.
Una vez
en la habitación Xena permitió que Gabrielle se bañara primero y después ella tomó su
baño, al fin ambas se acostaron en sus respectivas camas en silencio, hecho que
sorprendió en demasía a la guerrera, pues ella bien sabía que su adorada bardo no
podía mantener la boca cerrada por mucho rato, pensó que quizás se debiera al cansancio
del viaje, así que decidió no darle mucha importancia a tal hecho.
Ella estaba en un claro del bosque estaba y se sentía infinitamente sola, la oscuridad reinaba en el lugar y un viento helado soplaba incontenible, ella, confundida, gritaba el nombre de su amada- Xena?, Xenaaaaaa!- pero por toda respuesta solo podía ver unos ojos gris acero que se burlaban de ella.
Gabrielle
despertó sobresaltada, sorprendida por la claridad de la mañana, buscó con la mirada al
objeto de su amor en la cama contigua a la suya, no estaba, un sentimiento de desesperanza
se apoderó de ella, se vistió de prisa y salió corriendo al local, con increíble
desconcierto observó como la guerrera salía del local en compañía de la extranjera, al
preguntarle a la madre de Xena por esto, supo que habían decidido dar un paseo a caballo,
la bardo estaba encolerizada, lo que más le sorprendía era el que su
guerrera la hubiese ignorado por completo.
La
mañana transcurrió con una terrible lentitud para la bardo, imaginaba mil y una
imágenes que hacían que los celos le quemaran por dentro, cuando Xena finalmente
regresó apenas y la saludó con un escueto Hola Gabrielle, lo que casi hace
que a la rubia le de un infarto por el coraje, peor aún que la guerrera siguió su camino
para compartir mesa con la intrusa. Si en eso se había convertido la extranjera para
Gabrielle.
En ese
momento Autolicus se sentó junto a la bardo diciéndole
-Los
celos matan, verdad?
-Queee!-contestó
la rubia con enfado
-Es que
acaso me equivoco?, vamos Gabrielle, tu mirada te delata, el que Xena te ignore de esa
forma te está destrozando; y no te empeñes en negarlo, de nada te servirá
-Oh
Autolicus, que puedo hacer?, lo que siento por ella es más fuerte de lo que imaginaba,
pero no me atrevo a decírselo, me aterra la idea de que al saberlo se alejará de mi y la
perderé para siempre
-Demonios
Gabrielle, es que eres ciega?, ella te ama, quizá más que tu a ella, solo tienes que
hablarle, antes de que sea tarde
Mientras
tanto Xena también era interrogada por su madre
-Xena,
se puede saber que es lo que pretendes?
-Madre
no entiendo a que te refieres
-Es que
acaso crees que soy tonta?, que no me doy cuenta de lo que sientes por Gabrielle, y de lo
que tartas de hacer al ignorarla?
-Vamos
madre1, debes estar bromeando, cierto?
-Por que
no lo aceptas, por que no puedes ver todo lo que tú significas para ella?
-Si así
fuera ,me habría enterado hace mucho
-Xena,
no seas terca, deja que tu corazón te guíe
Al caer
la noche en la taberna se había organizado una gran fiesta para despedir a la extraña
mujer que debía continuar su recorrido, Xena se mostraba extrañamente animosa, lo que
descontrolaba totalmente a la bardo, haciéndole pensar que incluso la guerrera podía
estar pensando en partir con la extraña; eso fue más que suficiente, fue la gota que
derramó el vaso, la bardo había llegado al límite de su resistencia, aprovechando que
la guerrera pasaba junto a ella la jaló hacía la cocina
-Que es
lo que pretendes?, me has estado ignorando todo el día, si es que no quieres más mi
compañía al menos deberías tener el valor de decírmelo en mi cara
Acto
seguido la rubia salió corriendo hacia el granero dejando a su amiga con la palabra en la
boca, la madre de Xena que lo había escuchado todo salió al encuentro de su hija
-Ves a
lo que me refería?
-Pero
yo.....
-Shhhhh!,
no digas nada y ve tras ella, persigue tu sueño, no desperdicies el amor que ella te
brinda
-Pero
los demás, la fiesta....
-No te
preocupes yo me encargaré de que nadie note su ausencia
El
granero estaba totalmente oscuro, Xena tardo un poco en acostumbrarse, cuando lo hizo pudo
ver al amor de su vida sentada en una paca de paja llorando amargamente
-Gabrielle?
-Ahora
que es lo que deseas?, burlarte de mí?
-Como
puedes decir eso?, me importas demasiado
-Ja ja,
se supone que debo creerlo cuando en todo el día no te has acordado de que existo?
-Por
favor Gabrielle...
Al
tratar de agarrarla por los hombros la rubia se revolvió furiosa
-Déjame!!!!!,
no te acerques
Y
comenzó a golpear a Xena en el pecho, con toda la rabia que el dolor le producía, la
guerrera sólo atinó a sujetarle los brazos fuertemente para evitar el embate, en ese
instante pudo ver aquellos ojos color esmeralda que le fascinaban y vio todo el dolor que
había en ellos, lo único que hizo fue aprisionar los labios de la bardo con los suyos,
ella se resistió al principio, pero poco a poco fue cediendo ante el contacto de esa boca
contra la suya, momento que había soñado mil veces, con lentitud abrió su boca para
permitir que la lengua de la guerrera interrumpiera dentro de ella, al principio la
invasión fue lenta y suave, tornándose poco a poco en movimientos bruscos que demandaban
que la rubia también participara, al momento en que ambas lenguas hicieron contacto la
rubia se vio invadida por un inmenso deseo largo tiempo contenido, por su parte Xena
liberó los brazos de la bardo permitiendo que se fundieran en un mágico abrazo, sintió
el deseo arder dentro de ella y comenzó a besar el cuello de la rubia, arrancándole
gemidos de placer, lo que la excitaba cada vez más, Gabrielle susurraba su nombre una y
otra vez mientras su pasión crecía, la morena lentamente comenzó a despojarla de sus
ropas y al tenerla totalmente desnuda no pudo menos que admirarse por la belleza de su
amada, lentamente volvió a besarla de nuevo, sintiendo como la bardo se derretía,
lentamente colocó ambas manos sobre su pecho, acariciándolos lenta y dolorosamente,
provocando que la rubia sintiera fuertes tirones en la ingle, con extrema lentitud separó
su boca de la Gabrielle y la dirigió a uno de los senos, la rubia gritó de placer, Xena
lamió cada uno de los pezones henchidos de deseo, mordisqueándolos casi con crueldad y
succionando de ellos primero suavemente y después más fuerte haciendo que la bardo se
arqueara se placer, lentamente la recostó sobre la paja y comenzó a explorar ese cuerpo
perfecto que se ofrecía sólo para ella, introdujo una mano entre los muslos de su amada
y percibió el centro del placer de Gabrielle, húmedo y tibio, sintiendo que la rubia ya
no aguantaría más tiempo fue dirigiendo su lengua a lo largo del vientre de la joven
hasta aquel lugar destinado solamente a ella, con delicadeza introdujo su lengua para
probar el sabor de su amada, comenzó a atacar con movimientos suaves, logrando que la
joven bardo gimiera de placer, al ver la reacción desencadenada, comenzó a succionar
suavemente aumentando de intensidad al sentir que la rubia se abandonaba al placer
contenido, Gabrielle exploto en un intenso orgasmo, el cual enviaba olas de creciente
placer a través de todo su cuerpo, la guerrera permaneció abrazada a ella disfrutando de
sus sensaciones.
Cuando
Gabrielle recobro el control de si misma lo primero que hizo fue buscar esos ojos que
tanto amaba, quería perderse en ellos, con delicadeza tomó el rostro de Xena entre sus
manos, mirándola a los ojos la beso fervientemente, deseando hacerle sentir lo que ella
había experimentado bajo el toque de sus manos y su lengua sobre ella, mientras la besaba
acarició su espalda, haciendo que la morena se estremeciera de placer, lentamente la
despojó de su armadura y de sus ropas, le besó todo el rostro continuando con el lóbulo
de una oreja, haciendo que el deseo de Xena se acrecentara, bajó por la curva de su
cuello escuchándola gemir por el deseo largo tiempo contenido, lentamente tomó un pezón
entre sus labios y lo besó y lamió hasta que la guerrera le suplicó piedad, lentamente
separó con una mano los muslos de la morena, buscando el centro del ser de su amada, al fin lo encontró cálido y húmedo
lo acarició suavemente sintiendo como su amada desfallecía de placer, volvió a besar a
Xena en los labios, jugueteando con su lengua mientras su mano acariciaba aquel lugar tan
anhelado por ella, poco a poco fue aumentando el ritmo de las caricias hasta que sintió
que las caderas de la guerrera se arqueaban al ritmo que ella imponía, el cual aumentó
hasta situarla en el punto en que ya no había retorno, y con un toque rápido y certero
logro que la morena estallara en un orgasmo infinito que le hizo alcanzar el cielo.
Gabriel
abrió los ojos lentamente para encontrarse rodeada de unos fuertes brazos que la
envolvían con delicadeza, que bien se sentía estar cerca de Xena, tenerla sólo para
sí, saberla completamente suya, la morena abrió los ojos, permitiéndole hundirse en la
intensidad de su profunda mirada, sin poder contenerse depositó un suave beso en los
labios de su amada, a manera de bienvenida, la guerrera correspondió abriendo su boca y
jugueteando con la lengua de la bardo, lentamente se vistieron y en silencio regresaron a
su habitación en la taberna, donde siguieron amándose hasta que la mañana las
sorprendió fundidas en un prolongado abrazo.
Al
despertar los recuerdos envolvieron la mente de la bardo
-Xena yo
quiero disculparme por la escena de ayer
-Gabrielle,
no es necesario
-Pero
necesito explicarte, todo fue un arrebato producido por el miedo de perderte, al sentirte
tan distante creí que te ibas a marchar con Ororo, eso nublaba mi mente, sólo era
consciente del dolor que tu indiferencia me provocaba, hasta que exploté
-Si
alguien debe disculparse soy yo Gabrielle, debí haberme dado cuenta del daño que te
hacía, pero sobre todo he debido tener el valor de decirte cuanto te amo, cuanto te
necesito, que sin ti la vida no vale nada, yo vivo por ti y para ti
-Oh Xena
ese es el regalo más preciado que la vida me ha otorgado: tu amor, por ello hago el voto
de amarte hasta el último día de mi existencia, pero necesito que hagamos una promesa,
ambas, de que jamás volveremos a ocultarnos nada por doloroso que esto pudiera ser
-Gabrielle, te amo más que a la vida misma, y por ello te hago la promesa que me pides, aunada a mi propia promesa de estar siempre a tu lado y amarte como te mereces.
Ambas
habían encontrado la razón de su existencia , una en la otra, con un prolongado beso
sellaron su promesa de estar siempre juntas por toda la eternidad.