Los
personajes de Xena, Gabrielle, Argo, Afrodita, Ares y alguno que se me escapa son
propiedad de Renaissance
Pictures / MCA Universal, el continente de Ansalon, con sus personajes, en el mundo de
Krim, pertenecen a TSR, Inc. Yo me he limitados a revolverlos un poco y ver que pasaba.
Cualquier critica será bienvenida.
Entre dos
mundos.
Uno.
-
¡Cuidado
Gabrielle!
La voz de
Xena despierta bruscamente a la rubia joven, sin pensar, como acto reflejo, agarra el
bastón, siempre a mano a un lado de las cobijas, hace un giro completo con él, y escucha
el golpe sordo contra lo que sin duda es un cuerpo, un salto y está en pie, tiene tiempo
de echar un vistazo alrededor.
Dos hombres
las han sorprendido, la alta mujer que es su compañera, sostiene un cuenco en la mano,
acaba de tumbar a uno de los asaltantes de una patada en el pecho, pero este toma impulso
y no tarda en volver a estar de pie, lanza un puño atacando a la guerrera, pero Xena se
agacha, sin soltar el recipiente que sostiene en la mano y arremete de cabeza contra su
adversario.
Se
desentiende de la guerrera por un momento, el barbudo hombre que ha sido golpeado por su
cayado, viene a por ella y adopta una postura defensiva, el hombre, de pequeña estatura,
la mira especulativamente, gira despacio a su alrededor buscando un descuido de la joven
rubia, que no llega, al contrario, Gabrielle amaga un golpe sesgado que hace saltar al
tipo hacia atrás, inmediatamente su cayado golpea con
fuerza un lado de la cabeza del asaltante, que aúlla al recibir el castigo, su grito se
corta cuando el bastón impacta nuevamente en su cráneo, dejándolo inconsciente.
A su espalda,
la guerrera castiga al otro con bien dirigidos golpes de sus fuertes piernas, Gabrielle se
da cuenta que el cuenco no ha abandonado la mano de la guerrera, que está haciendo
malabarismos contoneando su cuerpo para resguardar su carga.
La expresión
medio groggy del asaltante, hace que cese su castigo, la morena mujer se para delante de
él.
-
Bueno
chico, esto tiene dos formas de terminar - el hombre intenta continuar en pie, cosa que
consigue con verdadero esfuerzo y enfoca su nublada visión en Xena, que lo vigila con el
recipiente de barro en su mano derecha y una dura mirada en los azules ojos - tú
continuas haciendo el tonto, luchando conmigo y yo te mato, o por el contrario, coges a tu
inconsciente amigo, lo cargas el uno de los jamelgos que habéis dejado atados cerca de
aquí y desaparecéis de mi vista, continuando vivos los dos, ¿qué prefieres?
El facineroso
la mira con odio. Sin contestar, se encamina a recoger a su caído compañero, cargándolo
con esfuerzo y alejándose de allí en dirección sur.
-
Xena, - la
mirada de la bardo es de fingido enfado - solo eran dos hombres, ¿por qué me has
despertado? Lo único que tenias que hacer era noquearlos a ambos con el chakram, ¿qué
demonios llevas ahí que no sueltas?
-
Mi querida
Gabrielle, - la divertida sonrisa transforma su cara, realmente se ve bella cuando sonríe
y la mirada de amor que brilla en sus ojos, solo conocida por Gabi, es como una hoguera
que calienta el interior de la joven bardo - mientras tú estabas seducida por Morfeo, esta pobre luchadora ha conseguido algo de alimento para cuando
despertaras.
Mientras
habla le muestra la carga de huevos que transporta en el cuenco.
-
Pero Xena,
- una alegre carcajada brota de su garganta - ¡tú tomas los huevos revueltos!
-
Si cariño,
lo sé, - su frente se arruga en un simulacro de ferocidad falsa - ¡pero odio encontrar
trozos de cáscara en mi desayuno!
Al tiempo que
ambas ríen, se acercan, Gabrielle pasa sus brazos por el cuello de la morena mujer, que
enlaza con el brazo libre la cintura de la joven bardo, la acerca a sí e inclinándose la
besa.
Gabrielle aun
continua sorprendiéndose de tener el amor de la alta luchadora, de que solo acercándose
a ella e iniciando un gesto, su Princesa Guerrera esté allí, pero todo pensamiento huye
de su mente cuando Xena profundiza el beso, despertando otras ansias en su cuerpo.
-
¡Ah no! -
la rechaza apartándose un paso - Esos huevos han de estar exquisitos y yo, ¡ Oh gran
Xena! necesito comer algo, estoy desfallecida - comenta y esquivando el brazo que intenta
atraparla, le quita a la guerrera su carga y se dispone a preparar un nutritivo desayuno,
dejando a la morena con una irónica sonrisa en sus labios - Quizás, después de calmar
mi estómago, tomaré ese postre que me ofreces. - termina con pícaro gesto.
La guerrera
recorre lentamente el cuerpo de Gabi y se pasa la lengua por el labio superior en un lento
y lascivo gesto.
-
¡Hum! No
veo la hora de acabar con esos huevos.
La
temperatura es agradable, Argo camina siguiendo a las dos mujeres, las riendas recogidas,
sigue a su amiga porque así lo quiere.
La playa se
extiende en el horizonte, las huellas que dejan los tres forman un dibujo a sus espaldas
que las olas van borrando.
-
Las
perturbaciones de las que nos informó aquella gente se encuentran por allí, cerca de
aquella formación rocosa. - Gabrielle entrecierra los ojos para ver dónde señala su
amiga, en efecto, más adelante y de manera difusa, se distingue una masa de piedra que
paulatinamente se aleja de la playa - Creo que llegaremos al atardecer.
Un
escalofrío hace que la joven bardo se estremezca, sobre el macizo de roca, unas oscuras
nubes dejan entrever de forma intermitente rápidos relámpagos visibles aun a aquella
distancia.
-
¿Qué
crees que produce "eso"? No me gusta como me hace sentir. - se acerca más a la
guerrera, buscando seguridad, el fuerte brazo de su amiga rodea sus hombros de forma
consoladora - Es tan siniestro... .
Con un
encogimiento de hombros, la morena le participa de su propia ignorancia.
-
Averiguaremos
lo que es. Y Gabrielle... - la mira a los ojos con seguridad -... no te preocupes, prometo
que yo cuidaré de ti.
-
Lo sé Xena
- deja escapar un suspiro - Es solo que tengo un mal presentimiento.
Una tenue
neblina las envuelve, mientras se acercan a la fuente de las irregularidades. Hay como una
resistencia en el aire, Argo corvetea nerviosa y se retrasa, por lo que cuando una fuerte
succión tira de las mujeres, queda separada de ellas y relincha llamando.
-
¡Agárrate
fuerte a mi Gabi! - grita Xena mientras clava el talón de sus botas en el suelo,
intentando combatir la fuerza que las absorbe y alargando el brazo para sujetar a
Gabrielle, sin conseguirlo.
Ambas caen al
suelo, intentando asir cualquier cosa que les sirva de ancla, pero son irremisiblemente
arrastradas hacia un espacio que reverbera como si un fuerte calor fluyera de él.
-
¡Xenaaaaaaaa!
- el grito de Gabrielle pierde fuerza y se amortigua, pareciendo que una gran distancia
las separa - ¡Xenaaaaaaaaaaaaa!
-
¡Gabrielleeeeeeeeeeeeeee!
Argo,
desorbitados los marrones ojos, las ve desaparecer, sin poder acercarse pese a sus
intentos.
Dos.
Lentamente
regresan las sensaciones a Xena.
Alza la vista
y repasa el panorama a su alrededor antes incluso de levantarse del suelo. Gabrielle gime
unos metros adelante, no hay duda que está bien.
La playa ha
desaparecido, en su lugar hay una extensa llanura de ondulante hierba, unas lomas a la
derecha, y distinguiéndose en el horizonte un macizo montañoso que no debería estar
allí.
-
¡Por los
dioses! - el desfallecido tono en la voz de la joven bardo alerta a la guerrera, que la
mira y sigue la dirección de sus ojos hacia la oscuridad del cielo - Xena... ¡hay dos
lunas!
En efecto, en
la cúpula celeste, dos astros presiden la noche, uno de ellos de un rojizo color sangre,
plateado el otro. La alta mujer sacude con incredulidad su cabeza, ¡por todos los
habitantes del Tártaro! ¡¿Dónde demonios estaban?!
-
De acuerdo
- su instinto toma las riendas - Subamos a
aquellas lomas y echemos un vistazo. Esto ha de ser alguna jugada del maldito Ares.
-
Xena ¿dos
lunas? Ni siquiera Zeus tiene semejante poder, no, no creo que Ares tenga algo que ver en
esto...
-
Está bien
Gabi, - la brusquedad de su tono, indica a la bardo que también ella sabe que Ares no es
el artífice, está utilizando lo que conoce para intentar explicar lo inexplicable - pero
al menos así sabremos donde estamos.
Recogen sus
esparcidas pertenencias encaminándose a la escasa altura de las cercanas colinas. Por la
postura que adopta al andar, la tensión de la guerrera es evidente, todo su cuerpo
alerta, su mirada barre los alrededores incesantemente, Gabrielle la sigue.
-
Allí, ¿lo
ves? Hay luces en aquella dirección.
A lo lejos,
unas parpadeantes luces brillan en la noche, aunque de forma extraña, parecen estar a
gran altura del suelo, más, ¿no era todo extraño?. Xena encoge sus hombros con
indiferencia.
-
Vamos, nos
acercaremos a ver, en marcha.
Aunque
intenta disimularlo, Xena está atónita, los árboles son los más grandes que jamás ha
visto y las casas se encuentran entre sus ramas, por eso las luces están tan altas. Unas
pasarelas de madera enlazan las viviendas, móviles puentes con baranda de cuerda, apenas
hay gente a ras de suelo.
-
Es precioso
Xena, aunque nunca he oído hablar de un sitio así, ¿donde piensas que estamos?
-
Bueno... - la voz de la guerrera deja translucir la duda -
es muy pintoresco Gab, pero aunque me cuesta decirte esto... no tengo ni idea. Mira,
acerquémonos a ese lugar, parece una taberna.
En realidad
es una taberna, las cosas podían ser muy distintas, pero siempre existen lugares que son
evidentes y comunes.
Unas
escaleras rodean el tronco del inmenso árbol, permitiendo el acceso al edificio, el aroma
que surge del interior les recuerda el vacío de sus estómagos.
Al franquear la entrada, admiran un gran salón
perfectamente acoplado al descomunal tronco, las mesas de madera, parecen crecer de forma
natural, la chimenea, único sitio de piedra del local, esparce un agradable calor.
Un orondo
tabernero, ataviado con un limpio delantal, se acerca a ellas.
-
Bienvenidas
viajeras al Ultimo Hogar, soy Otik, pero pasen, pasen por favor, adelante, acomódense
donde puedan, enseguida estoy con vosotras.
Gabrielle
mira a Xena, esta se encoge de hombros y se adentran en la abarrotada sala.
-
¡Eh
chicas! Podéis sentaros aquí, ¿no es cierto Tanis? Tenemos sitio de sobra para los
cuatro. Hola ¿Qué tal? Soy Tasslehoff Burrfoot - les dice tendiendo una pequeña mano -
Y este es Tanis Semielfo y un buen amigo mío, ¡Guau! ¿Qué cosa es la que llevas ahí?
- la mano se tiende hacia el chakram de la guerrera que detiene el gesto con una sombría
mirada - Bueno, quizás no sea tan buena idea ¿verdad? Te aseguro que pensaba
devolvértelo en cuanto lo mirara...
Ambas miran
al dueño de aquel torrente de palabras, un pequeño hombrecillo, aunque habían pensado
en un primer momento que era un niño. Su cara tiene una increíble jovialidad, su largo
pelo, recogido en un copete sobre su nuca, brinca a uno y otro lado con los movimientos de
su nervioso dueño, sus orejas son puntiagudas, viste unas raras calzas de un color verde
chillón y una alegre túnica roja, adornándose además, con un chaleco amarillo. De su
cinturón penden multitud de saquillos.
El
acompañante, por el contrario, no ha abierto la boca aun, limitándose a observar a las
dos mujeres y contener las manos de su amigo camino del zurrón de Gabrielle.
Aunque está
sentado, es un hombre alto, barbudo, muy atractivo, su juventud queda desmentida por sus
ojos avellanas, la experiencia vive en ellos. Viste de suave ante, pantalón y camisa
flecada, un arco y un carcaj a su espalda le acreditan como arquero. Su mirada es amable.
-
Soy Tanis,
quizás quisierais acompañarnos, no hay más mesas libres, por favor disculpar a Tas, ya
sabéis, los kenders...
Saliendo de
su estupor Gabrielle da un paso al frente y estrecha la mano que le ofrecen.
-
Hola, yo
soy Gabrielle de Poteidaia y ella es Xena de Anphípolis, encantada de conoceros. Sois muy
amables, ¿no es cierto Xena? - pregunta mientras clava el codo en el costado de su
desconfiada amiga - tendremos mucho gusto en sentarnos con vosotros...
La mano que
estrecha la guerrera es fuerte, la franca mirada del llamado Tanis terminan de convencerla
para sentarse.
Una bonita
pelirroja se acerca a la mesa para tomar el pedido.
-
Tika, trae
cerveza para nuestras amigas y algo de comer, una fuente de patatas picantes, son famosas
¿sabéis? - pregunta el kender mirando con picardía a la joven bardo, que se limita a
sonreír - y ¡mira que desgracia! ¡También nuestras jarras están vacías!
La joven
pelirroja suspira exageradamente.
-
Tas, tu
jarra siempre está vacía - lanza una alegre carcajada - Ahora mismo traigo todo.
-
Tanis,
quizás pudieras informarnos... Verás, no tenemos mucha idea de donde nos encontramos -
Gabrielle mueve su cabeza, Xena hace un gesto, animando a su compañera a seguir hablando
- Lo único que sabemos es que hace poco viajábamos al lado de una playa, fuimos
"tragadas" por alguna especie de... de puerta o algo así, y aparecimos en este
lugar. La verdad, no se parece mucho a Grecia...
El semielfo
las mira. No sabe quienes son estas mujeres, su historia es cuando menos, poco creíble y
mientras la rubia Gabrielle es una chica encantadora, la morena es una guerrera, de eso
está seguro y además peligrosa, si él sabe reconocer a las personas.
-
Estamos en
Solace, en el continente de Ansalon, no conozco ni he oído nunca hablar de un lugar
llamado Grecia...
-
¿Dónde
está Grecia? ¡Oh Tanis! ¿No podríamos ir allí? - el pequeño kender le interrumpe,
sus vivarachos ojos brillando de excitación. - Tal vez tengáis un mapa con su
localización. Yo colecciono mapas y...
-
Un momento
- la mirada de la guerrera es de desconcierto - Ansalon... Solace, ¡Por Zeus! Ninguno de
esos nombres me dice nada...
Ahora es el
semielfo el despistado.
-
¿Zeus? -
pregunta, la exclamación de la morena mujer ha sido de clamar a los dioses, pero él no
conoce a ninguno que responda a ese nombre.
-
Si, Zeus -
Gabrielle no se explica como alguien puede desconocer al gran dios, hace un movimiento con
la mano - Ya sabes, Zeus, Afrodita, Ares, bueno... - los ojos de Tanis no muestran
reconocimiento -... ¡los dioses!
-
No Gabi -
Xena entiende al fin, abriendo sus azules ojos con espanto - no conocen nuestros dioses,
ni nuestra tierra, ni nada que conozcamos nosotras, no sé dónde hemos llegado, pero
está muy lejos de cualquier lugar que nos pueda ser familiar.
Tres.
La guerrera
vuelve a mirar los numerosos mapas que el kender les ha proporcionado. No hay nada en su
sitio, es evidente que se trata de una tierra totalmente distinta.
Están en una
de las pocas casas ubicadas en el suelo, quizás el hecho de que sea una forja sea el
motivo de ello.
Tanis le ha
dicho que es propiedad de un amigo suyo, un enano forjador de metales llamado Flint
Fireforge.
Al parecer,
en aquella tierra los enanos no son si no una de las distintas razas existente, como los
kenders, gnomos, elfos y ogros que coexisten con los humanos.
Sus dioses
también difieren, Paladine, el dios del bien, Gilean, señor de la neutralidad y La Reina
de la Oscuridad, como representante del mal son los principales ejes donde giran otra
multitud de divinidades.
Curanderos,
magos alineados a las tres lunas, una de ellas solo visible para sus oscuros adeptos...
Una cantidad de información que a Xena le cuesta digerir.
Su mirada
busca a Gabrielle, que charla animadamente con el hombrecillo, el amor asoma a sus ojos,
su bardo, su tesoro más preciado está con ella, encontrará el camino para llevarla de
vuelta.
Casi como si
su mirada hubiera sido algo físico, Gabi vuelve sus verdes ojos a Xena y sonríe
confiada, no le importa donde se encuentre mientras estén juntas.
Tanis sale de
la habitación llevando un nuevo pergamino.
-
Aquí
está. - levanta el papel - Según una
antigua leyenda, en el Bosque Sombrío existe alguien que es capaz de responder a
cualquier pregunta...
-
Algo así
como nuestro oráculo - Xena mira al frente pensativa - Tal vez sea buena idea consultar a
ese alguien...
-
El problema
es el mismo Bosque - replica Tanis, una sombra de preocupación cruza su cara - No es un
buen lugar al que ir, cuentan que está plagado de espíritus a los que no les gustan las
visitas, nadie consigue salir de allí una vez que se adentra entre la oscura arboleda.
El kender da
un salto y se acerca a ellos, su cara, roja de emoción le dice a Tanis lo que piensa
antes de que abra la boca.
-
¡Tanis!
¡Espíritus! ¡Quién sabe si muertos vivientes, espectros y cuantas cosas interesantes
más habrá! - rápidamente pone la mano sobre su traicionera boca y cambia el tono de voz
- Esto... quiero decir que no podemos dejarlas ir solas a un sitio tan peligroso Tanis...
somos sus únicos amigos... estamos obligados a defenderlas... - en realidad no cree por
un momento que a la morena mujer le haga falta ayuda alguna, realmente es impresionante,
con esa gran espada y la mirada tan dura, a
la rubia quizás, pero por la forma de comportarse que tienen, la joven bardo tiene ya su
campeona - No se puede enviar a la gente al Bosque Sombrío y desentenderse...
-
Mi pequeño
amigo - Xena curva la comisura de sus labios en irónico gesto - Te aseguro que no
necesitamos a nadie, pero gracias de todas formas por tu generoso ofrecimiento...
-
Tas tiene
razón Xena - el semielfo corta la negativa de la guerrera con un encogimiento de hombros
- Además aunque no os acompañemos hasta el interior, nosotros vamos a Haven, nos coge de
paso, podemos caminar juntos un trecho, si después insistís en seguir solas...
-
Si Xena,
pueden venir con nosotras, no sabemos mucho de este sitio - al parecer Gabrielle confía
en ellos.
-
De acuerdo
- claudica al fin - Iremos juntos hasta llegar a ese bosque. - su mano vuela en un borrón
y agarra la del pequeño kender que lleva el chakram, sus ojos taladran los de Tas - Ni se
te ocurra amigo.
El cambio de
Xena sobresalta al hombrecillo. Tanis se pone rígido.
-
No te
preocupes Tas - dice Gabrielle en tono festivo, quitando hierro al asunto - Ni siquiera yo
puedo usar esa cosa. - pasa un brazo por los hombros del kender y lo aleja de Xena,
lanzándole una mirada de advertencia a la guerrera -
Se pone un poco quisquillosa con eso.
-
¡Caramba!
¿Viste esa luz tan siniestra en sus ojos? - el pequeño no está asustado, pocas cosas
son capaces de amedrentar a uno de su especie - Me ha recordado a Raistlin, Raistlin es un
mago amigo mío, hermano de Caramon, y a veces me mira como lo ha hecho ella, claro que
él me amenaza con convertirme en sapo o algo así y le creo muy capaz de hacerlo, pero
sé que bromea...
El sonido de
su voz va menguando conforme Gabi lo aleja, Tanis se relaja, también a él el pequeño
kender consigue exasperarlo, pero no iba a permitir que aquella mujer le hiciera daño.
-
Podéis
descansar aquí esta noche, Tas y yo iremos a mi casa, si te parece, saldremos temprano en
la mañana.
-
Gracias
Tanis, - sus dedos aprietan las sienes - dile a Tas que lo siento, estoy algo nerviosa, no
todos los días me encuentro en situaciones como esta.
-
No te
preocupes Xena - su mano aprieta el hombro de la mujer - Tas no puede evitar ser como es -
"y tú tampoco" piensa el semielfo antes de obligar a su amigo a salir de la
vivienda.
Finalmente
las dos quedan solas. Gabrielle abraza a Xena y apoya la cabeza en el pecho de la mujer
que ama. El contacto tranquiliza a ambas, en
aquel momento es lo único conocido que tienen.
Un sollozo
brota de la garganta de Gabrielle, la guerrera acaricia su rubio cabello y lo besa.
-
Xena
¿Saldremos de aquí?
-
Te lo
prometo, amor mío, pronto estaremos en casa de vuelta.
Su boca busca
los labios de la joven bardo, sus brazos la alzan en vilo y la deposita en la cama, sus
manos comienzan a recorrer su cuerpo, pronto cesa el conato de llanto, Gabrielle responde
a las necesidades de la guerrera con su propia necesidad, la luz de ambas lunas prestan un
fondo de color rosado mientras sus cuerpos inician la danza del amor.
Cuatro.
Tas se
adelanta en el camino, haciendo sonar su vara jupak, un lastimoso sonido zumbante y hueco,
grave al principio, que al momento sube de tono alcanzando unas resonancias agudas, como
un quejido.
-
Tas, si no
dejas de hacer eso, te aseguro que tú y tu jupak alimentareis el fuego esta noche - le
dice Tanis - Por favor...
-
Claro Tanis
- la cabeza del kender gira y les guiña un ojo - solo estaba probándolo, nunca se sabe
lo que puedes encontrar en el camino. Oye Gabi - si quieres puedo enseñarte algunos
trucos del tío Saltatrampas para la lucha con varas o bastones, quizás cuando paremos un
poco te interese...
-
Por
supuesto Tas, eres muy amable, de veras - la joven bardo ha encontrado a alguien que la
supera en palabrería, aquel pequeño hombrecillo era incansable, ni siquiera perdía
aliento con la endiablada marcha que marcaban Xena y el semielfo - Y lo serias aun más si
me devolvieras esos pergaminos, son importantes para mí ¿sabes?
-
Ops, lo
siento, vi que empezaban a caerse y pense que lo mejor seria que los guardara - le
devuelve a la bardo sus papeles y una pluma que, por lo visto, "también" se
estaba cayendo - Seria una pena que los perdieras.
Xena sacude
la cabeza, empieza a conocer la naturaleza especial del pequeño. Gabrielle, sin embargo,
ya daba muestras de un mayor entendimiento con él.
-
Tanis, - su
cuerpo se tensa, repentinamente alerta - nos están rodeando, hay dos hombres a nuestra
espalda y algunos más delante - el aviso hace que el semielfo preste atención, con voz
natural continua en tono más alto - Gabrielle, Tas, acercáos, tenemos que deciros
algo...
Sin darles
tiempo a reunirse, los acechadores salen al camino dando gritos. Salteadores, piensa el
semielfo, hombres sin nada que perder en busca de sus posesiones y sus vidas si intentaban
resistir.
Xena lanza un
grito y se apresta a la lucha, sus compañeros la imitan.
El kender,
manteniendo a distancia a uno de ellos con su vara, mira con asombro el fabuloso salto en
el aire de la morena guerrera, que aterriza entre dos de ellos y entrechocando sus cabezas
los deja fuera de combate.
Gabrielle
golpea a otro con la punta del bastón en el estómago,
aprovechando que el hombre se dobla en dos para noquearlo con un molinete de
su vara.
Mientras
tanto, Tanis cruza su espada con el que parece ser el jefe de los asaltantes, es
claramente superior y pronto bloquea una estocada dirigida a su pecho, con un potente giro
de su brazo consigue que la tizona del ratero vuele lejos de su alcance y utiliza la
empuñadura de su arma para golpear el rostro del hombre, que se desploma sin un quejido.
Xena se gira
y su mirada busca a Gabrielle, un tipo con la espada en alto tras ella, se dispone a
clavarla en la joven mientras otro de ellos recibe los golpes de la rubia, la guerrera
lanza el chakram, desarmando a su agresor al mismo tiempo que Gabrielle termina con el
otro en el suelo. Un nuevo salto impulsa a Xena por los aires para caer con sus muslos
abrazando el cuello del único hombre que queda en pie.
-
Sueña con
el Tártaro bastardo - y con una prieta sonrisa golpea la cara de su adversario con el
cubierto antebrazo.
-
¿Estáis
todos bien? - pregunta el preocupado semielfo - Buena técnica Xena - sacude la cabeza con
incredulidad - jamás había visto a nadie saltar de esa manera...
-
¡Guau! -
Tas gira como un loco alrededor de la alta luchadora, dando inútiles brincos en el aire -
¿Crees que yo podría saltar así si entrenara?
Gabrielle
deja oír una cristalina carcajada.
- Bueno Tas,
yo no te aconsejo que lo pruebes sin más, todavía recuerdo mis propios intentos... y los
cardenales que me proporcionaron.
Siete tipos
yacen en el suelo en confuso montón mientras los compañeros se alejan, con la estridente
voz del kender hablando acerca de vuelos fabulosos y armas volantes.
La noche se
deja conocer y las sombras se alargan cuando deciden acampar a unos metros del sendero.
Pronto, un
amable fuego calienta las provisiones para la cena.
-
Sería
aconsejable establecer unos turnos de guardia - el liderato de Tanis se ha establecido de
forma inconsciente, a Xena no le importa, él conoce el terreno, ella no - Tas se ocupará
del primero - al mirar al hombrecillo, vislumbra algo que brilla en sus manos y ruge
avalanzándose sobre él- ¡Tasslehoff! ¿Cómo demonios tienes ese anillo en tu poder?
-
Tanis yo...
te prometo que lo recogí del suelo en casa de Flint... pensé en dejarlo sobre la mesa,
pero no sé como, cayó en uno de mis saquillos, - las mujeres asisten divertidas a esta
nueva travesura del incorregible kender - pensaba dárselo al enano en cuanto lo
encontrásemos...
El semielfo
gruñe enfadado y con un zarpazo arrebata el anillo de sus manos, pero este cae a los pies
de Gabrielle, que lo recoge y admira.
Hecho de
mithril, un material parecido a la plata pero más resistente que el acero, la joya
muestra el excelente diseño del artesano Flint Fireforge, unas enredadas hojas de álamo,
el árbol predilecto de los elfos, se curvan formando un intrincado dibujo de perfecto
acabado.
-
Es
precioso...
-
Lo es - el
semielfo ve la admiración en los ojos de la joven. El anillo es un objeto que el enano le
ha dado y sigue su instinto - Quédatelo.
-
Pero...
yo... no puedo Tanis, esto... bueno no...
-
Insisto
Gabrielle, para ti - su mano cierra la de la joven, que mira a Xena, quien hace un
levísimo asentimiento.
-
Gracias, lo
guardaré como un símbolo de nuestro encuentro.
Finalmente el
cansancio los reclama y se disponen a pasar la noche.
La guerrera
sale de su sueño cuando siente que alguien se le aproxima, sus ojos localizan al semielfo
y le hace saber que está despierta.
El campamento
es rápidamente levantado y dispuesto para la nueva jornada.
Cuando cargan
los bultos una voz se deja oír.
-
Bueno,
bueno, así que ya estamos preparados, ¿no es así? Bien, nos espera una larga caminata,
si, una muy larga caminata, habéis tardado mucho en aprestaros a ella.
Los
sobresaltados compañeros buscan el origen de la voz, sin éxito, hasta que el propietario
se mueve. De lo que parecía una roca brotan unas arrugadas manos y suben para retirar una
capucha y mostrar una cara, apergaminada como pocas. El extraño se pone en pie.
Es un gnomo,
totalmente vestido de gris, no era raro que no le hubiesen distinguido antes.
-
¿Quién
eres? - la guerrera no confía en el desconocido - ¿Qué quieres?
-
No soy yo
el de las respuestas - les responde enigmático.
-
¿Qué
significa eso?
-
Otra
pregunta, pero te equivocas de destinatario y de interrogante - chasquea la lengua y dobla
la cabeza como un pájaro - No creo que sea eso lo que en realidad quieres saber.
-
¿Y qué
sabes tú de mis necesidades? - los ojos se entrecierran peligrosamente y la guerrera da
dos pasos acercándose al gnomo, que indiferente a la amenaza sigue sonriendo.
-
Hum,
¿Acaso piensas parar mi flujo sanguíneo? - los ojos de la morena demuestran
estupefacción, aquel personaje conocía sus trucos, eso era imposible a menos que... sus
ojos se abren con asombro - Jejeje, si, si, si. Veo que ya entiendes. - Los compañeros de
Xena miran de uno a otro conforme hablan sin saber si intervenir o no - Yo vengo de su
parte, no debéis ir al Bosque Sombrío. - dirige un rápido vistazo al kender y al
semielfo y barbota algo sobre el tiempo que aun no ha llegado - Él os espera en la Gruta
del Lamento, allí encontrareis las respuestas que necesitáis.
Sin más,
comienza a alejarse del grupo.
-
Espera - el
semielfo intenta detenerle - ¿Dónde esta esa gruta? ¿Cómo llegaremos a ella?
Los pasos se
detienen, el gnomo se vuelve con un malicioso brillo en sus ojos.
-
¡Oh! Se me
olvidaba. Tas ya tiene el mapa, ¿no es cierto amigo? - continuando su marcha,
inesperadamente veloz, en unos momentos se pierde en la espesura.
El kender se
desprende de sus saquillos con presteza y les echa un vistazo. En efecto, de uno de ellos
surge un precioso mapa, dibujado con vivos colores, que no estaba allí el día anterior.
-
Tanis,
palabra que ahora no he sido yo... ese... - una mirada de desconcierto en la cara del
kender.
-
Tranquilo
Tas, te creo - y ambos lo estudian.
Gabrielle
mira el fruncido ceño de Xena, aquello le gusta tan poco como a ella, pero al parecer,
así estaban las cosas.
-
De acuerdo
- comenta la guerrera - y ahora ¿qué?
Tanis levanta
la vista, en la postura de la morena hay desafío, su salvaje belleza retiene la atención
del semielfo, de alguna forma le recuerda a Kitiara, la dulzura y el corazón de
Gabrielle, por el contrario, trae a su mente a una bella elfa de Qualinesti, aleja de sí
los pensamientos y se concentra en el presente.
-
Bien,
según el mapa, la montaña a la que hemos de ir, se encuentra al este, pasando las
llanuras de Que-shu, tardaremos varios días, será mejor ponernos en camino.
-
¿Tardaremos?
- la ceja de Xena se eleva en su frente - ¿Significa eso que has cambiado de opinión
respecto a lo de acompañarnos? Lo cierto es que no quisiera que os causáramos más
molestias.
-
¡Tanis!
¿Lo dices en serio? ¡Demonios! Me parece estupendo, de verdad, es una zona que no
conozco y me gustaría visitar, podría hacer unos mapas sobre el terreno... - Tas recoge sus saquillos y enlaza a Gabrielle -
¿Sabes? Creo que será lo mejor, a mí me gusta divertirme, así que dejaré que Tanis y
Xena sigan discutiendo mientras nosotros abriremos la marcha, te aseguro que a veces se
preocupa demasiado y tardará en convencer a tu amiga, no parece muy dispuesta a unirse a
nosotros...
-
Bueno Tas -
la verborrea del kender sigue sorprendiendo a la joven bardo - no está acostumbrada a
gente que se brinde a ayudarla, Xena es terriblemente orgullosa, esto no le resulta nada
fácil...
Gabrielle
piensa en el cambio de la guerrera. De conquistadora de tierras a la mujer que ha
aprendido a amar, de fría asesina a la persona que luchaba por el bien y por salvar su
alma. En su interior nunca acabaría la batalla entre la luz y las tinieblas, pero lo
intentaba y ella estaría siempre con la mujer que se había convertido en su mundo.
Cinco.
El panorama a
sus pies es majestuoso, las montañas apenas transitadas esconden precipicios y
traicioneros derrumbamientos, obligándoles a permanecer alerta.
El cruce de
las llanuras fueron unos días en los que se conocieron mejor, y (gracias a los dioses por
los pequeños favores) no tuvieron tropiezos ni enfrentamientos. Los rodeos a las zonas
pobladas y la experiencia de Xena y el semielfo para moverse en terreno descubierto,
evitaron los encuentros desagradables.
Unos
famélicos lobos en las estribaciones montañosas les proporcionó el único incidente
digno de mención. Incluso los "descuidos" de Tas fueron tomados a la ligera,
limitándose los compañeros a volcar por la noche los múltiples saquillos del kender y
recuperar sus pertenencias, ante la inocente mirada del atribulado hombrecillo.
El aire es
más fresco a estas alturas, las pieles que Tanis les proporciona atenúan las bajas
temperaturas. Caminan por un estrecho sendero que bordea la montaña, Xena abriendo la
marcha, la sigue Gabrielle, luego el kender y el semielfo cierra la comitiva.
Según el
mapa que de forma tan anómala les suministró el gnomo, la Gruta del Lamento se haya
cerca de la cumbre, en el lado oriental del coloso de piedra.
Es mediodía,
la luz deslumbrante en las zonas descubiertas, no alcanza sin embargo el fondo del
barranco, solo los sonidos, como los aullidos de lobos y espectrales rugidos que inquietan
a la joven bardo surgen de las profundidades.
-
¿Cuándo
alcanzaremos la cima? - la pregunta de Tas rompe el silencio - Esto es bastante
aburrido... Xena, ¿de veras no puedo lanzar
el chakram? Estoy seguro que sería capaz de alcanzar aquellos arbustos y cortar los
tallos de la rama de la izquierda - la socarrona mirada de la guerrera no desalienta al
kender - Bueno, tal vez más tarde, ¿eh?.
-
Sí Tas,
mucho más tarde. Ahora, ¿por qué no te adelantas e intentas conseguir un puñado de
maduras bayas? Las que trajiste ayer eran deliciosas. - y es una buena manera de perder de
vista al latoso hombrecillo por un tiempo, piensa la luchadora.
-
Claro - la
cara del kender se anima, al fin algo que hacer - Gabrielle, ¿me acompañas?
-
De acuerdo,
a mí también me cansa este continuo caminar y escalar, será divertido - y ambos se
adelantan al tiempo que Xena y el semielfo preparan un improvisado campamento para la
comida.
La guerrera
estudia al hombre. Precisos gestos y una gracia natural, legado de su parte elfa, se
combinan con la fuerte musculatura y anchura de hombros de su mitad humana.
Le gusta
Tanis, mientras su propia alma se encuentra dividida entre la luz y las tinieblas que
procura combatir, el semielfo divide su corazón entre las mezcladas sangres que lo
conforman. Los dos se debaten en una lucha por aclarar sus vidas, por encontrar el
equilibrio que les permita convivir con ellos mismos.
-
Creo que
coronaremos la cumbre mañana a estas horas - la concentración del hombre descifrando los
símbolos del mapa, hacen aparecer unas finas arrugas en su frente, levanta la vista y
enfrenta la mirada de Xena - ¿Qué pasará si no podéis regresar?
-
No he
pensado en ello, vamos a volver de una u otra forma - sus labios esbozan un sesgado rictus
- No entra en mis planes el quedarme aquí, te lo aseguro.
-
¿Y si no
hubiera forma? Si todo esto es inútil, bueno... había pensado que os unierais a nuestro
grupo, dentro de poco saldremos a intentar averiguar que hay de cierto en los rumores que
corren acerca de ejércitos formándose en el norte, eres una gran luchadora y también
Gabrielle... si las cosas no salen bien... en fin, que no tenéis que...
Xena se
acerca al semielfo y su mano se cierra en el antebrazo de este, que corresponde al saludo
de igual forma. Los ojos de ambos se encuentran.
-
Gracias
Tanis, de verdad, es una generosa oferta que tendré en cuenta, pero nosotras tenemos una
vida, Gabrielle tiene una familia y créeme... -
la sonrisa crece en su cara -... es tan cabezona, que volvería del mismísimo Tártaro si
se lo propusiera. Además, no nos dejará rendirnos...
-
¡Tanis nos
atacan!
El grito del
kender interrumpe a Xena, que seguida del semielfo parte a la carrera en dirección a la
voz. Al doblar el recodo que los escondía de su vista descubren un dantesco espectáculo.
Seis
extraños seres están cerrando en un círculo a Gabrielle y Tas, que usan sus bastones
defendiéndose de ellos.
El aspecto de
los seres es similar al de un enorme lagarto erguido sobre dos poderosas piernas, con una
corta y gruesa cola para guardar el equilibrio, un hocico, lejanamente parecido al de un
perro, muestra una ristra de afilados dientes y donde deberían estar las manos, unas
garras de temible visión, aferran largas espadas, las holgadas ropas les cuelgan en
jirones, dejando ver en la escamosa espalda dos alas atrofiadas.
-
¡Aquí
engendros! - el grito de Xena consigue captar su atención dando un respiro a los atacados
- Dejadnos compartir la diversión.
Ataca a la
criatura más cercana con la desenfundada espada, la fuerza de los golpes del
hombre-lagarto es enorme.
Tanis se ha
metido ya en la lucha, rompiendo el circulo donde Tas y la joven bardo siguen luchando, Gabrielle golpea a uno de ellos en el acorazado
pecho, consiguiendo que se tambalee, pero rápidamente se recupera y con un empujón da
con la joven rubia en el suelo. Rueda de inmediato, logrando escapar antes de que la
tizona que blande el atacante caiga con fuerza en el sitio donde un segundo antes estaba
su cabeza. Su bastón impacta ahora en el hocico de la extraña criatura, rompiendo
huesos, y clava la punta endurecida en una de sus rodillas. El lagarto cae al fin y un
golpe en la cabeza acaba con él, convirtiéndose en piedra al instante.
-
¡Detrás
de ti! - al grito del kender, voltea para ver a otro que blande la espada y lo enfrenta.
Xena,
mientras tanto golpea con la empuñadura del arma a su adversario, salta frente a él y
patea repetidamente la cara y torso de la bestia, enterrándole la espada en el corazón
al caer a tierra. Sus ojos se abren con asombro, cuando el pétreo cuerpo del animal
aprisiona la tizona de la guerrera.
-
¡Cuidado
Tanis! - alerta al semielfo, - ¡no claves el arma en ellos!
Al ver a
Gabrielle perdiendo terreno frente a uno de los seres, lanza su grito y corre hacia ellos,
agarrando con las dos manos la cabeza del lagarto y girándola con fuerza.
Un siniestro
crujido se oye cuando parte su cuello y prestamente se retira con la joven bardo del
cuerpo que cae.
Tanis ha
visto el efecto que la muerte causa en las criaturas y emplea la espada sin ensartarla en
los enemigos, ha acabado con su primer lagarto, un desgarrón en su camisa y la sangre que
mana de su brazo repentinamente indican que ha recibido el zarpazo de otro de los raros
combatientes, que lo ha sorprendido a su costado y mira a su agresor, se encuentra al
descubierto y el animal se dispone a utilizar el hacha que enarbola, más cae muerto
cuando Gabrielle estrella una gran piedra en
lo alto de su crestada cabeza.
Solo queda en
pie uno de ellos y parece que Tas está disfrutando golpeándolo y manteniéndose fuera de
su alcance.
-
Vaya,
parece que te has desarrollado muy bien, ¿eh? Dime ¿qué comes? - las hirientes chanzas
del kender enfurecen al bicho al cual se enfrenta, que recibe un nuevo golpe del jupak -
¡Eh! No te acerques tanto, tu olor no es nada agradable ¿sabes? ¡Vamos amigo! - golpe - Tu madre si que se despistó buscando
pareja - golpe - ¿Por cierto, en qué cuadra
naciste?
Los ojos de
la bestia, enrojecidos, buscan al pequeño hombrecillo que no deja de moverse. Cuando el
kender se da cuenta de que es el único adversario que queda en pie, sus bastonazos se
hacen más directos e intencionados, y clava la punta de su vara, reforzada con metal, en
las entrañas del hombre-lagarto, retirándola con presteza, al tiempo que aferrándose la
herida, la bestia ruge y cae muerta.
-
¡¿Qué
demonios son estas criaturas?! - pregunta con extrañeza Tas - Es lo más feo que he visto
nunca, bueno, excepto cuando Flint fue picado por aquellas avispas que le inflamaron tanto
la cara... - una risita acompaña sus palabras.
-
Jamás las
había visto ni oído hablar de ellas - Tanis las contempla con repugnancia.
-
¡Perfecto!
- la guerrera se acerca a los pétreos cuerpos caídos y da una patada en el que aprisiona
su arma, que se desmenuza como barro seco. Xena recupera su espada - Así que no sabéis
que coño son. Bueno, yo no tengo ni idea, pero no quiero volver a ver cosas como esa
nunca más, larguémonos de aquí cuanto antes.
La morena se
acerca a Gabrielle.
-
¿Estás
bien cariño? - su mirada busca heridas en el cuerpo de su pareja con temor.
-
Tranquila
Xena, creo que solo Tanis ha sido herido por esos animales - contesta con un
estremecimiento abrazando a la alta mujer - Tas está ocupándose de él.
La guerrera
besa a su bardo, la inquietud por ella es tan grande que la desesperación se nota en su
feroz abrazo acercándola contra sí.
-
No vuelvas
a alejarte de mí - le dice cuando separan sus labios - Si algo te hubiera pasado yo....
-
Shhhh, ya
Xena, tranquila, no puedo estar siempre entre tus brazos, aunque quisiera, - comenta
mirándola con amor - no me pasará nada, no te preocupes.
-
No imagino
ver que alguien vierta tu sangre, que recibas algún golpe, sí algo te pasa yo...
-
¡No! Ya
discutimos eso una vez, ¿recuerdas?,- sus ojos buscan el azul de los ojos de la guerrera
con seriedad - nada de venganzas, nada de más violencia. Xena, la vida es como es, hay
que encajar las consecuencias de lo que hacemos, de eso tú sabes más que yo, pero yo he
decidido estar contigo y seguirte, si eso implica un riesgo... lo acepto, como cualquier
otra cosa que reciba mientras esté a tu lado. Lo que jamás podría admitir, es que por
mi causa el odio corrompiera de nuevo tu alma.
-
Si bueno...
- no está dispuesta a claudicar, pero sabe que es inútil discutir con Gabrielle sobre el
tema - Salgamos de este lugar.
El semielfo y
Tas las esperan a distancia, respetando ese íntimo momento, y se acercan a ellos. Tanis
luce en el brazo un vendaje, pero la herida no es grave.
-
Bien,
continuemos, podemos tomar unos bizcochos por el camino. -
echa una mirada alrededor - Es posible que no estuvieran solos, permaneced alerta por si
acaso.
-
Tanis,
¿qué crees que fueran esos bichos? ¡Guau! Eso sí fue divertido. - el semielfo mira al
kender con admiración, lo que podía considerar divertido Tas, solía ser por lo general
bastante peligroso para su salud. Se encoge de hombros, bueno al fin y al cabo es un
kender.
Seis.
Al día
siguiente, los compañeros coronan al fin la cumbre de la montaña y buscan la entrada a
la caverna.
Casi
invisible tras unos matojos, la boca de la cueva es solo una oscura abertura, aunque algo
más adentro brilla un débil resplandor. Animados por la luz penetran en su interior.
El pasadizo
es estrecho pero lo suficientemente alto para caminar erguidos, la temperatura se suaviza
mientras se adentran por el seco pasaje, sus huellas en el polvo del suelo son las únicas
visibles.
Poco a poco
acortan distancia con el foco de luz, descubriendo el fuego que la produce.
Un hombre les
espera sentado al amor de la lumbre. Viste una inmaculada túnica blanca, su cabello, del
mismo color, se derrama por sus hombros en una cuidada melena casi hasta la mitad de la
fornida espalda, pero son sus ojos los que atraen la mirada del grupo. De un marrón casi
líquido, parecen encerrar toda la sabiduría del mundo, todas los tiempos, todas las
cosas.
-
Bienvenidos
viajeros, acomodaos por favor. - Su voz, como agua que se derrama, cristalina, limpia,
consigue la inmediata confianza de los cuatro amigos, con una mano señala los diferentes
asientos dispuestos alrededor de la hoguera mientras los nombra - Xena de Amphípolis,
Gabrielle de Poteidaia, Tanthalas de Qualinesti, Tasslehoff Burrfoot de Kendermore... .
Xena
contempla al extraño. Por primera vez desde hace muchos años se siente en paz, la mirada
del hombre atraviesa su alma, más no le importa, el zafiro de sus ojos busca a Gabrielle.
Tas, para
sorpresa de todos, aún no ha abierto la boca y no desvía sus inquietos ojillos del
anfitrión.
Tanis, por su
parte, encuentra un momentáneo consuelo en su torturada mente.
La sonrisa de
Gabrielle, hace resplandecer su cara, todo está bien ahora, mira a Xena y devuelve el
amor que encuentra en los ojos de la guerrera.
-
Soy el
Señor del Bosque Sombrío, aquel a quien buscabais.
-
¿Sabe lo
que necesitamos entonces? - pregunta Xena, recuperando la perdida voz.
-
Antes de
nada, he de contaros algo, dar una explicación.
El ya
conocido gnomo, surge de algún lugar de las profundidades de la gruta portando una
bandeja que acerca a los compañeros. Jarras de fría cerveza y jugosas lonchas de carne
sobre pan blanco, son agradablemente recibidas. Al tiempo que comen escuchan al caballero.
-
Los mundos
que vosotros conocéis, no son los únicos, miles de ellos coexisten en el mismo espacio,
aunque en diferentes realidades o dimensiones, los guardianes o dioses, como vosotros los
llamáis, cuidan de ellos, pero en algunos mundos, abusando de su poder, han alterado el
equilibrio que los mantiene separados, permitiendo el paso de unos a otros. Esto no
debería haber pasado nunca, de hecho la Fuerza Universal que rige el espacio-tiempo, ya
lo está remediando, pero las personas que hayan cruzado a otro lado, deberán volver por
sus propios medios. Yo en este mundo, y otros como yo en los demás, intentamos ayudar a
estas personas, localizándolas y mostrándoles el camino de vuelta.
-
¿No puede
esa... Fuerza o lo que sea, enviarnos a nuestro mundo?
-
No Xena. -
el Señor suspira. - No es así como funciona, la Fuerza no entiende de individualidades,
sino del conjunto. Por eso estáis aquí, es uno de los pocos sitios por donde aun se
puede cruzar. Ahora es el momento de las despedidas, pues ellos no pueden acompañaros en
esta ocasión. No tardéis, os espero.
Y
retrocediendo unos pasos les deja a solas.
-
Tal vez nos
veamos en otra ocasión, ¿eh? Yo viajo mucho, ¿verdad Tanis? Además, no he tenido
ocasión de usar ese chakram y...
-
Me temo que
no Tas. - Gabrielle abraza al kender - Esto es una despedida.
-
Y lanzar el
chakram no es nada especial - Xena deposita su mano en la cabeza del hombrecillo y
despeina su copete... mientras su otra mano recupera el chakram del saquillo del
incorregible Tas - No tanto como tu vara jupak - Su mirada se cruza con la de Tanis y se
dirige a su encuentro con la diestra extendida, eferrándose ambos los antebrazos. -
Tanis...
-
Xena...
Cuando la
guerrera se retira, Gabrielle pasa los brazos en torno al cuello del semielfo y besa su
poblada mejilla.
-
Que tu
espíritu no cambie nunca y tu luz siga brillando. Cuida a esa guerrera, necesita de tu
fortaleza y amor más de lo que piensa.
-
Encontrarás
lo que buscas Tanis, estoy convencida de ello. - la sonrisa de la joven rubia hacen
sonreír al semielfo - Nunca os olvidaremos, gracias por todo.
-
Vamos
Gabrielle, - la mano de Xena aprieta su hombro - nos esperan.
El gnomo
vuelve a aparecer, portando una antorcha que entrega al guía, que la recoge y se gira.
-
Esperad mi
regreso. - les dice a Tanis y el kender. - Venid conmigo, por aquí.
El pasaje
continua casi en línea recta, con una leve inclinación y pronto, la luz de la hoguera se
pierde a sus espaldas.
Finalmente
desembocan en una amplia caverna, donde, para sorpresa de Xena y Gabrielle, un portal como
el que las atrapó en la playa, difunde una pálida claridad.
-
A partir de
este punto no puedo ayudaros. Tened cuidado al cruzar, quizás encontréis alguna
dificultad, ya que ha permanecido abierto más tiempo del aconsejable, pero estoy seguro
de que lo conseguiréis, adiós pues.
Y sin más,
da media vuelta y se aleja, dejando mil interrogantes sin responder en la mente de la
morena luchadora.
Al llegar al
lugar donde Tanis y el kender le esperan, los encuentra ya inconscientes.
-
Llama a los
grifos - le pide al gnomo mientras se transforma en un bellísimo unicornio, de largas y
níveas crines.
Dos
magníficos animales con cuerpo de águila y cabeza de león, agarran por los hombros a
los inanimados amigos, al tiempo que con el esbelto cuerno, el Señor del Bosque Sombrío,
roza sus frentes con suavidad.
-
Llevadlos a
Solace. No recordaran nada desde el momento en que se cruzaron sus caminos. Para los días
perdidos... encontrarán alguna explicación. Ahora, volvamos a casa.
Siete.
-
Volvamos a
casa - dice Xena mientras toma la mano de su bardo.
-
A casa. -
Gabrielle suspira. - ¿Sabes Xena? Me ha gustado conocerlos, son buena gente, ¿no crees?
Pero estaré encantada de volver a nuestro lugar.
Esta vez
están preparadas y cuando la succión hace presa en ellas, sus manos no se sueltan
mientras dan tumbos.
Al cruzar, no
es la playa lo que las recibe, un espacio en forma de gran pasillo se extiende al frente,
y al fondo, aun lejana, la luminosidad característica de otro portal.
-
Bueno - la
rubia mira a Xena. - ¿A qué esperamos? - y acomodando su falda y balanceando el bastón
inicia la marcha.
Hay una
indefinida forma delante de ellas, la guerrera entrecierra los ojos intentando distinguir
el nuevo obstáculo. Pronto se hace cercana ya que es algo vivo que se acerca.
De más de
nueve pies, un humanoide de verdoso color, rugosa superficie y la envergadura de tres
hombres, con una gigantesca hacha de batalla, les cierra el paso.
-
Onko
furioso, Onko mata.
-
Perfecto, -
la morena mira exasperada al gigantesco animal - Onko está en medio del camino de Xena, y
si Onko no se retira, Xena va a...
-
¡Espera! -
la joven bardo se adelanta con precaución y habla dulcemente con la criatura - Oye Onko,
¿por qué estas tan furioso?, ¿Te ocurre algo? Tal vez podamos ayudarte, si nos cuentas
que te pasa...
La guerrera
mira alucinada a Gabrielle, " fantástico" piensa, "ahora se dedica a
cultivar la amistad de seres imposibles"
Por toda
respuesta Onko deja caer su hacha sobre ellas, salvándolas del tajo el empujón que la
guerrera proporciona a Gabi.
-
¡Apártate!
- le grita a la joven, desnuda su espada y
entabla lucha con el furioso coloso.
-
¡Cuidado
Xena! ¡Es enorme!
Onko lucha
con enorme vitalidad, pero su masa limita la velocidad de sus movimientos, lo que Xena
aprovecha y de un tajo, le corta casi todo brazo izquierdo.
Un
potentísimo rugido brota de la garganta del herido.
-
¡Onko
mata!. Si, Onko mata a mujer.
-
¿Por qué
seréis tan repetitivos? - se burla la guerrera - Onko cerrará su gran bocaza ahora.
Y con la
empuñadura de la espada le golpea la recién abierta herida.
En su
desesperación por el súbito dolor, el gran animal suelta su hacha, mientras con la mano
desnuda manotea furiosamente, una de las embestidas alcanza la cara de la morena.
-
¡Xena! -
el grito de Gabrielle es ignorado por ambos contendientes.
Los ojos de
Xena brillan de excitación, las piernas se afianzan en el suelo, la lengua recoge la
sangre que mana de su boca.
-
Odio cuando
hacéis esto - dice, refiriéndose a la roja savia.
Su grito
guerrero surca el aire, Xena salta dando una voltereta, yendo a caer a espaldas de Onko y
alzando una pierna hacia atrás, le proporciona una fuerte patada, empujándolo cerca de
Gabrielle. Esta aprovecha la ventaja para golpear al coloso repetidas veces con el cayado.
La guerrera vuelve a brincar, encaramándose en la chepa del humanoide y alzando su
espada, la entierra profundamente en su pecho. Al fin, con gran estruendo, la bestia cae
muerta.
-
¿Qué te
ha hecho? - en un par de pasos, Gabrielle se planta frente a la guerrera y examina su boca
- Ese... ese monstruo...
-
No es nada
cariño, solo un rasguño - apartando las manos de la joven bardo, se inclina para
besarla, después de un rato, se separa y mira a Gabi - ¿Lo ves?- pregunta con una
sonrisa - Todo está bien.
-
-Hum, -
murmura insatisfecha - En cuanto tengamos algo de tiempo, tendrás que demostrármelo
concienzudamente - termina con una picara mirada.
-
Hecho -
mira a su alrededor - Ahora, procuremos
terminar cuanto antes, quiero llegar a casa.
Nuevamente se
ponen en camino. La distancia con la luz va menguando. Al poco rato, ya pueden distinguir
el perfil del portal.
-
¡Oh no!
¿Y ahora qué? - pregunta Xena realmente exasperada.
Frente a
ellas, cortándoles el paso, Afrodita, diosa del amor.
-
Hola
chicas, os habéis tomado vuestro tiempo para llegar. Jajaja, no me mires de ese modo
Xena, das miedo, en fin, papá me envía - con un gracioso mohín la belleza divina se
acerca a Gabrielle y toma un mechón de pelo entre sus dedos. - Cariño, te hace falta un
buen aseo, no te preocupes, ya falta poco.
-
De acuerdo
Afrodita, - el tono de Xena es de engañosa paciencia, mientras un torbellino bulle en su
interior - estoy cansada, hemos sido arrastradas fuera de todo lo que conocemos, me han
atacado seres inimaginables, me cuentan una historia de guardianes y dimensiones, sea esto
lo que sea, estoy preocupada por Argo y mi vida íntima en los últimos días no ha sido
todo lo privada que yo desearía. Dame una buena razón para seguir escuchándote, - y
elevando súbitamente el tono de su voz - O DÉJANOS EN PAZ, ¿DE ACUERDO?
Gabrielle
coge el brazo de Xena, totalmente en tensión, e intenta calmar a la irascible mujer,
mientras Afrodita se limita a mirarla, se está divirtiendo.
-
¡Caramba!
Eso ha sido todo un discurso viniendo de ti, pero yo he de hacer lo que he venido a hacer,
acercaos por favor, nos vamos - termina en forma cantarina.
Con la
compañía de la diosa, el paso se produce sin incidentes y finalmente recaban en la
playa.
-
Tu caballo
ha sido cuidado y desensillado, ya ves, incluso Ares tuvo que contribuir, y él
personalmente se encargó de esa horrible bestia tuya. En realidad Xena, nos has tenido a
todos con el alma en vilo, aunque yo estaba segura de que volveríais - arruga levemente
la frente - No iba a quedarme sin mi pareja
favorita.
-
Afrodita...
- Gabrielle la interrumpe, ya más que harta de ser ignorada -... todo eso está muy bien,
de veras que agradecemos vuestra preocupación - la cara de la guerrera demuestra lo falso
de esa afirmación - pero... ¿no podrías desaparecer de una vez?
-
¡Querida!
No seas desagradable - Afrodita deja oír otra argentina carcajada - solo una cosa más...
un pequeño detalle en realidad... - sus
manos han asido un brazo de cada una y con una leve presión inyecta algo en la guerrera y
la bardo, que en un momento quedas paralizadas -... papaito no quiere que los mortales
tengan conocimiento de ciertas cosas.
Se separa
unos pasos y contempla a las estatuarias mujeres.
Ares aparece
a su lado, atractivo y altivo.
-
¿Lo has
hecho ya? - pregunta mientras enjaeza la yegua.
-
Claro
hermanito, míralas, tan quietecitas... que lastima que papá nos haya prohibido cualquier
acción. - suspira - Bueno, ya está todo igual que el día que partieron, ¿no es así?
-
Eso es - la
mirada del dios de la guerra sigue fija en su luchadora. Lentamente se acerca y besa sus
labios - Algún día Xena, algún día...
En un momento
desaparece, dejando a Afrodita la tarea de despertarlas, lo que hace sin que se perciban
su presencia y se esfuma también.
Epílogo.
Por la
noche...
-
Fue curiosa
la forma en que desapareció aquel extraño resplandor, ¿verdad? - la concentración
contrae su frente - por un momento... me sentí como... perdida... no sé, bueno, me
alegro de que no haya sido nada, tenía un mal presentimiento, como te dije.
-
Si
Gabrielle, - su mirada queda fija en el fuego, hay algo que le ronda la cabeza, pero por
más que se esfuerza, no logra saber qué es - lo cierto es que fue algo raro.
Mientras la
bardo revuelve su mochila en busca de algún pergamino donde anotar las incidencias del
día, algo pincha su dedo índice.
-
¡Ay! -
saca el traidor objeto y se queda embelesada mirándolo - ¡Xena! Es precioso. ¡Oh
gracias!
Salta a sus
brazos besándola por todo el rostro, la guerrera extrañada, mira lo que la rubia porta
en la mano.
-
Bueno Gabi,
tu agradecimiento es muy bienvenido - una burlona mueca curva sus labios - Pero temo que
no merecido. No he sido yo.
Durante un
momento, ambas miran el anillo. De un material muy similar a la plata, hojas formando un
bello dibujo han sido forjadas delicadamente, en su interior el sello de su creador, un
yunque con las iniciales FF.
-
¡Oh! Me
asombraba que hubieses sido tú, - la mira malhumorada - el romanticismo no te alcanza,
sencillamente. Pero, si tú no has sido ¿cómo ha venido a parar aquí? - pregunta
desconcertada.
-
No lo sé,
amor mío - sacude la cabeza, no es eso lo que le interesa ahora, los brazos rodean a la
rubia, la boca dibuja un sendero en el cuello, obligándola a echar la cabeza hacia
atrás, para recibir la caricia con plenitud - Y tienes razón en cuanto a lo de mi
romanticismo, pero dime... - ronronea maliciosamente -... ¿no lo suplo con otras
virtudes?
El
estremecimiento de Gabrielle contesta por ella, las cobijas la reciben mientras Xena se
tiende a su lado, dejando que parte de su peso lo reciba la joven y se mira en el jaspe de
sus ojos, antes de que la anticipación al placer los cierre.
-
Xena, - la
voz de Gabrielle levemente enronquecida - hoy tendrás que demostrar muchas virtudes,
siento como si me faltaras hace tiempo. - termina con una risita lujuriosa.
-
En eso
estoy cariño, en eso estoy.
Fin.
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