La apuesta

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Sinopsis: ¿Un hijo de Xena y Gabrielle? Es esto posible, ¿tendrán los dioses algo que ver?

Disclaimer: Los personajes de Xena, Gabrielle y Argos, pertenecen a Películas renacimiento, Los Dioses Ares, Juno y Afrodita son propiedad de la mitología griega. No es mi intención robármelos, pero si pedirlos prestados de vez en cuando para hacer de las mías.

ADVERTENCIA: esta historia contiene "escenas" un poco explícitas de amor, deseo y sexo entre mujeres, si no es de tu agrado, puedes buscar lecturas más acordes a tu modo de pensar. Si no eres mayor de dieciocho años, no sigas o puedes aprender cosas nuevas.

Cualquier comentario es bienvenido, solo que te corresponde buscar mi correo J

 

Es de noche, en el bosque la fogata esta encendida. Hace un poco de viento fresco. Argos atada a un árbol dormita con sus orejas alertas.

Más adelante, cerca de la fogata se ve una manta, en la manta se distingue un bulto, es grande. El bulto se mueve y de el emergen dos cabezas. Una rubia y la otra de cabello oscuro. Xena y Gabrielle.

Gabrielle tiene el sueño pesado y duerme plácidamente en los brazos de la guerrera, esta tibiamente arropada por el cuerpo de su amante.

Xena no duerme, pero no le importa, siente los brazos de Gabrielle rodeando posesivamente su cuerpo, sus piernas trenzadas con las de ella. Es tan agradable estar así, la ama más que a nada ni nadie en el mundo y sabe que es correspondida. Esa sensación la arruya y la hace dormir en la calidez de Gabrielle. Es extraño, se siente segura con ella, a salvo de su pasado, de si misma.

 

Ares, Juno y Afrodita juegan en el Olimpo. Una partida intrascendente de cartas. Afrodita muy feliz al ver como gana partida tras partida. Juno un poco aburrida y Ares enfadándose en cada mano.

-Así no se puede jugar, no hay motivación para ganar- dice Ares tratando de ser indiferente.

-Vamos guerrero, un poco de sana diversión no esta mal, tercia Afrodita.

-No, ami también me aburre, ¿por qué no apostamos algo?- pregunta Juno,

-Qué podríamos apostar que nos convenga a los tres, pregunta Afrodita. Tras ella, su espejo muestra la imagen de las dos amigas, durmiendo la una en brazos de la otra. Ares sonríe. –A ellas- Afrodita interviene: -No, no, ellas ya son mías desde hace mucho tiempo.

-¡Tú me la quitaste!- grita Ares, - Ella era lo mejor que tenía-

Juno ríe. –¿Y yo que gano?, las dos han sido mías, pero ya sabemos las consecuencias.

Ares termina: -Muy bien, esta es la apuesta: -Si yo gano, Afrodita las separa, como quiera, no me importa, solo la quiero de regreso. Si Afrodita gana, yo no intervengo más en sus vidas y las dejo para siempre sin problemas. Y si mi madre gana, podrá prolongar las vidas de las dos y ella misma en un hijo que no necesite la semilla del hombre. Eso puedes hacerlo ¿o no Diosa de la fertilidad? –Bien- asiente Afrodita, -yo juego-. –Veamos, dice Juno, podré tener el cuerpo de cualquiera para plantar un pequeño sin intervención de nadie. ¿Y qué hay de Zeus?-

-Ho, el no será problema, adora a sus esposa, ¿no es así mi buena Juno?

-Esta bien, esto será divertido.

Los dioses reparten las cartas, reciben sus partes y voltean las barajas. Afrodita se retira, Ares abre y suelta una maldición. Juno ha ganado. Se retiran los dioses y Juno observa a la pareja en el espejo de Afrodita.

Ares va pensando feliz en lo que pasará, cualquiera de ellas, la que sea, quedará embarazada y la otra se sentirá traicionada. Es un plan perfecto, Xena regresará de cualquier forma.

Afrodita va preocupada, pero confía en el amor verdadero de las dos mortales y espera que slagan bien libradas de esto ahora que no puede intervenir.

Juno se divierte un poco ante la perspectiva de su juego, pero no le importa mucho, tiene cosas más importantes que hacer.

 

Xena despierta con un beso a Gabrielle, la pequeña rubia abre un ojo y ve a su amor, la abraza más fuerte y besa su pecho, mientras le da los buenos días. Al cabo de unos minutos las dos estan en pie. Xena va en busca del desayuno y Gabrielle reaviva la fogata. Al regresar Xena encuentra lista una taza de café. Y una enamorada Gabrielle toma la taza, le da un sorbo y besa a Xena ofreciéndole el café de su boca. Xena lo toma y sigue con ese beso durante un buen rato. No puede vivir sin ella, no puede estar sin ella. Gabrielle se siente igual, pero han de separarse muy pronto y lo saben.

-Xena, mmmh. Xena, escúchame.

-No

-Xena, tenemos que hablar

-Después

-No, ahora, escúchame- Gabrielle se aparta del abrazo de la guerrera y Xena se dispone a oír lo que ya sabe.

-En cuatro días será el cumpleaños de mi padre.

-Lo sé Gabrielle

-Y quiero estar ahí.

-También lo se- dice Xena sabiendo lo que eso significa.

-Gabrielle, tu sabes que quiero estar contigo, que no me importa lo que piense de mi tu padre o el pueblo entero. Pero me importas tú.

Gabrielle permanece callada.

-Ve, yo te esperaré aquí, te pormeto no meterme en problemas y estar aquí cuando tu regreses.

Gabrielle abraza a Xena mientras le da las gracias.

-Me gustaría que me acompañaras, pero no quiero disgustar a mi padre en su cumpleaños. Se que lo entiendes mi princesa guerrera y no demoraré más de lo necesario. En quince lunas estaré de regreso. Te lo juro.

Xena la abraza fuertemente hacia ella y después del desayuno la deja partir, tiene que pasar unos días con su familia después de todo. Y ella puede esperar.

 

Los tres dioses observan divertidos y Ares le dice a Juno que es el momento. Juno asiente y Afrodita solo cierra sus ojos.

Gabrielle ha caminado ya bastante, se siente cansada y se detiene un poco. Se sienta bajo un árbol cierra sus ojos y dormita un momento. Juno aprovecha ese momento y lanza un pequeño haz de luz sobre el bardo, los tres dioses rien y desaparecen, Juno ha puesto un mes de embarazo sobre Gabrielle.

Gabrielle llega a Poteidia después de cuatro noches, justo para el cumpleaños de su padre. Se siente alegre, pero echa de menos a su guerrera.

En su casa han preparado una gran fiesta, abundante comida y música para bailar.

Gabirelle entra a su casa y su corazón se acelera, hace un año que no ve a su familia y ya quiere verlos.

Siente un golpe por atrás y unos brazos femeninos abrazándola, en su oreja un grito de alegría ¡Gabrielle, hermanita, viniste a la fiesta!

Laila se alegra de verla y la estrecha fuertemente. Gabrielle la abraza también y le pregunta por sus padres. –Bueno, mamá esta por ahí, haciendo los últimos preparativos y nuestro padre en el granero, pero no creo que tarde en salir de ahí. ¿a quién quieres ver primero?- Gabrielle lo piensa un poco y responde: - a mamá, y después a papá, se llevará una sorpresa- -Ya lo creo-, dice Laila y la lleva de la mano a donde esta su madre.

¡Madre! grita Gabrielle mientras corre a abrazarla. Su madre se alegra tanto que se le inundan los ojos; la mira detenidamente y su instinto materno nota una pequeña diferencia con la última vez.

Gabrielle empieza a comer un poco de todo, se le antoja esto y aquello, prueba de aquí y de allá.

Más tarde, cuando todo esta listo, las dos hermanas van en busca de su padre. Laila tapa por completo a Gabrielle mientras le habla a su padre: -Papá, papá, vamos, es la hora-, El padre sale del granero y en ese momento Gabrielle sale de detrás de Laila.

-¡Feliz cumpleaños padre!-, le dice mientras lo abraza.

-¡Hija, Gabrielle!, que alegría-, responde su padre mientras la abraza y la ve a los ojos interrogante, unos ojos verdes como su madre.

-No, no esta conmigo. He venido sola- responde Gabrielle a la muda interrogante de su padre.

-Bueno, pues vamos a la casa dice el padre ahora del todo feliz, abranzando a sus dos hijas.

Todo es algarabía, comida, bailes, una buena fiesta. Todo mundo se la esta pasando bien, incluso Gabrielle , que aunque extraña a Xena, se siente feliz entre los suyos.

 

Xena sigue en el mismo lugar. Esperando a su bardo, hace un poco de ejercicio, lanza su chakram un par de veces y practica con su espada mientras espera.

-¡Ares!, sal de ahí.

-¡Hola Xena!, que gusto verte

-Déjate de palabras, que quiere aquí.

-En realidad nada, solo quería saber de ti. Por cierto, en dónde esta esa molesta amiga tuya.

-No es asunto tuyo, dime a que veniste en realidad.

-Ya te lo dije, a nada. ¡Ha!, ¿es cierto que Gabrielle se fue a Poteidia?

-Lo sabes, no veo el porqué de la pregunta.

-Es solo que, dicen que esta muy feliz allá; viendo a su familia, a sus viejos amigos, a sus antiguos amores.

Xena siente la punzada de los celos, pero confía en Gabrielle y despide a Ares de inmediato.

-Basta de tonterías Ares, yo se lo que hace Gabrielle y confío en ella.

-Esta bien, ya me voy, es soloq ue, pase por allá y la vi tan feliz reencontrándose con todo eso que dejo. Pero ya me voy, hasta luego Xena.

Ares desaparece y Xena sigue con su práctica, pero las palabras del Dios resuenan en su memoria.

"Reencontrandose con sus antiguos amores" –No. Gabrielle es incapaz de traicionarme ni con el pensamiento-, se olvido de todo y se concentró en su espada.

 

Pasan los días y Gabrielle decide regresar. No puede estar más tiempo sin Xena, la extraña demasiado. Se despide de su padre y su hermana, después va en busca de su madre para decirle adios.

-Madre, madre, es hora de que me vaya,

-Gabrielle, hija. Espera un poco, siéntate, quisiera decirte algo.

Oh oh, esto no me gusta nada, piensa Gabrielle.

-Gabby, mi pequeña, dime tan solo si es cierto lo que creo.

Gabrielle guarda silencio.

-Cuando llegaste note algo diferente en ti y creo que se que es, tú, estas enamorada ¿verdad?- Gabrielle se enrojece y asiente con la cabeza.

-Sí madre, estoy muy enamorada y muy bien correspondida.

-¿Y por que no lo trajiste contigo?, ¿por qué te dejo partir sola en ese estado?

Gabrielle no entiende muy bien, ella ama a Xena y sabe que no sería bienvenida, por eso no la trajo, pero lo demás…

-¿Cómo?, no entiendo madre, ¿en que estado?

-¿No lo sabes? ¿no lo has notado?

-¡No! ¡por los dioses madre, que pasa!

La madre de Gabrielle con una sonrisa mira a su hija y luego responde: -Estas esperando un hijo Gabrielle, un hijo de ese hombre que tanto amas. Yo creo que debemos conocerlo.

Gabrielle esta más que sorprendida, no pude estar embarazada ¿cómo podría? Si ella no ha estado con nadie que no sea Xena. Eso es imposible.

-No, no puede ser, es imposible.-

-¿Por qué Gabrielle? Es lo mejor que puede pasarles y no creo que sea buena idea irte ahora, envíale un mensaje y que venga por ti, no puedes andar sola en ese estado.

-No, debe haber un error, no puedo estar embarazada. Eso es imposible.

-¿Por qué Gabrielle?, acaso no quieres un hijo, no es producto de ese amor que dices se tienen. ¿Rechazas al hijo que tienes dentro?

¡Dioses! Piensa Gabrielle. Cómo explicarle que su amante es una mujer, ¡que es Xena! Y como decirle a Xena esto. Seguro la dejaría, dudaría de ella; qué hará ahora. No se lo ocurre nada. Pero algo tiene que hacer.

Se levanta bruscamente de la silla y se decide a marcharse cuanto antes. Pero siente un mareo y un momento después esta en el suelo.

-¡Gabrielle, Gabrielle!, ¡Laila!, ven pronto

A los gritos de su madre Laila entra corriendo seguida de su papá. Ve a Gabrielle en el suelo y a su madre tratando de levantarla.

-¿Qué pasó? Preguntan al unísono los dos

La señora los ve muy contenta –nada, un desmayo, todo normal-, ¿normal?-, otra vez los dos. – Sí, nuestra gabby va a se madre en unos meses más. -¿Qué?- otra vez juntos y sorprendidos, si bien, los dos contentos.

 

Gabrielle esta en su casa, despierta y recuerda todo. A su lado su familia la ve interrogante. Intenta levantarse, -me tengo que ir-, -No, descansa un poco más, mañana al amanecer pordrás irte si eso quieres. TE acompañará tu padre y conocerá al padre de tu hijo.-

¡Por los dioses! Esto si que es un problema, ¿cómo se lo diré a Xena? Vas a ser padre, no, no es buena idea. Esperaré a mañana y en el camino pensaré como hablar con ella. Piensa Gabrielle y se decide a descansar como se lo pide su familia.

 

 

Xena empieza a preocuparse. Ella debe estar en camino y no pasará el día sin que llegue. Prepararé todo, una sopa caliente y las mantas listas por si quiere dormir.

El día avanza y ella no llega. Xena se preocupa. Esperará hasta la mañana siguiente, e ira por ella. Tal vez quiso quedarse un poco más con su familia. Intenta dormir sin lograrlo.

 

Llega la mañana, Gabrielle esta ansiosa por regresar. Su padre esta listo también. Emprenden el camino, Gabrielle deja que la acompañe unos momentos pero piensa en como hacer que regrese. –Padre-, dice, es mejor que vaya sola. –Nada de eso, te acompañaré, quiero conocer al que será mi familia a partir de hoy.

¡Dioses!, como decirle que el padre de su hijo es Xena, y como decírselo a ella.

 

Xena se decide a ir por ella. Recoge todo, monta en Argos y emprende el camino a paso veloz.

 

Gabrielle no sabe como decirle a su padre que la deje ir sola, así que se resigna a su compañía por más tiempo, aunque los dos van en silencio.

 

Xena gana terreno rápidamente y en un par de marcas de vela alcanza a Gabrielle, pero ve que no esta sola.

Gabrielle escucha de lejos los golpes de las herraduras, y sabe que es Argos. Su corazón late con fuerza ante la perspectiva de ver a Xena y se siente bien.

Xena se detiene a unos pasos de ella y Gabrielle corre a su encuentro, Xena baja del caballo y la abraza. El padre se queda atrás y observa la escena.

-Padre, no te preocupes más por mí, Xena me acompañará el resto del camino-. El padre se sonríe irónicamente y niega con la cabeza.

-No hija, es mejor que yo te acompañe. Quiero hablar con el padre de tu hijo, de mi nieto. Quiero saber que clase de persona elegiste por esposo.

Xena escucha sorprendida. Voltea a ve a Gabrielle que sostiene su mirada un segundo y luego la baja. Xena la suelta del abrazo y la sigue viendo con la mirada interrogante.

¿Es cierto eso Gabrielle? Es verdad, tú…¿estas esperando un hijo?

Si, si Xena, pero no es lo que piensas, no yo, tu sabes, Xena por favor.

-¡Gabrielle!, no tienes que darle explicaciones a esta mujer, lo que decidas de tu vida es asunto tuyo y de tu familia, nadie más debe intervenir. Dice el padre que ya les ha dado alcance.

Xena se siente traicionada, recuerda la visita de Ares y sus palabras; esta echa pedazos, ¡Gabrielle! ¿cómo pudo? ¿cómo pudo hacerle eso?

La mira y ve a su padre triunfante.

-Es cierto Gabrielle, tu puedes hacer tu vida como quieras. Con quien quieras.

-No, no Xena, espera, déjame hablarte.

-No es mejor que no pierdas tiempo, yo me voy, tengo algo que hacer- Monta en Argos da la vuelta y sale corriendo.

-No, Xena, espera, por favor Xena…Gabirelle empieza a llorar.

Su padre se acerca y trata de consolarla, pero ella no se deja y corre tras Xena. Su padre la detiene por un brazo y no la suelta.

-Déjame ir padre, ¿no lo entiendes? ¿no lo ves? El único padre que puede tener mi hijo acaba de irse galopando por ese camino, tengo que alcanzarla.

El padre la suelta sorprendido y la deja ir. Se regresa cabizbajo a Poteidia.

Gabrielle libre de ese brazo corre lo más que puede tras las huellas de la guerrera.


Xena galopa, galopa mucho tiempo, regresa donde estaba el campamento, desmonta de Argos, toma su espada y empieza a repartir golpes a imaginarios contrincantes, tira la espada y con sus puños ataca un tronco de árbol, grita, lo patea, deja que su furia y frustración caigan sobre el tronco, golpea hasta cansarse, sus manos sangran y su cuerpo esta lastimado de tantos arremetidas como dio al fuerte tronco.

 

Se deja caer y llora amargamente. ¿Por qué Gabrielle, por qué? Si tu eres mi vida entera, no te basto con eso. Yo quiero entender, ¡pero no puedo! Y ni siquiera intentaré detenerte ni reclamarte nada, eso es algo que yo no puedo darte mi amada Gabrielle…un hijo, eso no puedo hacerlo. Lo siento tanto amor, tanto.

 

Gabrielle esta exhausta, ha corrido cuanto ha podido y más aun. Sabe que Xena regresará al campamento. La conoce y sabe que estará ahí. Unos cuantos pasos más y habrá llegado. Tiene un poco de miedo por lo que pueda encontrar.

 

Xena descansa bajo el tronco, la sangre se ha secado en sus manos, las huellas de sus puños marcadas en el tronco, los ojos cerrados como si durmiera. Argos libre por ahí, su espada en el suelo, lejos de ella. El cabello revuelto. La siente, sabe que esta ahí, que ha llegado.

 

Al fin la encuentra. Su alma se rompe en pedazos al encontrarla así y saber que ella fue la causa de su dolor. Quiere abrazarla, besarla, hacerla sentir mejor. Pero no se atreve a acercarse más. Esta confundida.

 

-Xena, Xena escúchame por favor.-

-Esta bien Gabrielle. No debiste haber corrido, no debiste haber regresado. Es peligroso en tu estado.

Abre sus ojos y Gabrielle siente esa mirada penetrante traspasando su cuerpo, perdiéndose en un lugar no conocido por ella.

-Xena, por favor, solo escúchame.

-¿Y puedo saber quién es el padre?

-No…¡por los dioses Xena! Ni siquiera yo lo sé.

-No te preocupes Gabrielle, no haré nada, te doy mi palabra, solo quisiera saber quien fue capaz de darte lo que yo nunca podré. No te culpo Gabrielle. Yo solo quiero que seas feliz, con quien pueda hacerte feliz.

Gabrielle esta llorando otra vez. Sabe como se siente Xena porque ella se sentiría igual y porque ya había pensado en esto antes. En lo maravilloso que sería tener un hijo de ella, y lo imposible que eso es también.

-Xena, por favor, déjame hablar.

-Gabrielle no llores por favor. Y ve a donde tengas que ir. Me perdonarás si no te acompaño, creo que sería un poco difícil para mi.

-Xena…murmura apenas Gabrielle, se acerca a ella y se hinca frente a ella. Ve sus manos con sangre y su cuerpo lastimado, el cabello en su cara.

-Xena, mi querida guerrera, mi amor. Escúchame. Te amo. ¿Cómo podría traicionarte? ¿Cómo puedes pensar en algo así?

Yo no sé lo que esta pasando, no se como me sucedió esto, ni siquiera lo había notado. Cuando mi madre me lo dijo pensé que bromeaba. Pero es cierto. Y no sé cómo pudo pasar. Tus has sido la única en mi vida, lo sabes Xena. Yo nunca he querido a nadie más ¡Dioses! Tienes que creerme. Sé que es difícil pero, por favor Xena, créeme.

 

Xena sintió como las lagrimas rodaban por su mejilla. Gabrielle jamás le mentiría y si ella dice que no sabe que pasó, en verdad no lo sabe y si dice que no la ha traicionado, no lo ha hecho. Le resulta difícil, pero quiere creerle, quiere confiar en ella. No quiere perderla, por ningún motivo.

La atrae hacia ella, la abraza tiernamente y Gabrielle vuelve a vivir. Sabe del gran esfuerzo que hace. Le regresa el abrazo y se quedan las dos en silencio durante un buen rato. Tan solo sintiendo la verdad en esa unión, la única verdad posible: su amor.

 

En el Olimpo Afrodita esta más que contenta: exhultante. Eufórica, inquieta, ríe de todo y hace bromas constantes. Ares furioso y Juno feliz.

¡que linda pareja! ¿no creen?, mmmh, me encanta esa guerrera, ¿saben que se ven muy bien juntas?

-Cállate Afrodita, ella es un guerrero, no una ama de casa. Me enferme verla tan enlelada con ese bardo.-

-Lástima mi buen Ares, ahora es tiempo de deshacer todo este enredo.-

No, no, no.- dice Juno. Yo gané la partida y quiero que ese niño nazca. Es mío.

-Te equivocas Juno, ese bebé es de ellas dos, es producto del amor de ellas, su unión perfecta, es su hijo.

Juno, no se da por vencida y sigue en lo mismo.

-No, ese pequeño es mío. Y así lo será.

 

En tierra, Xena aun abraza a Gabrielle y recuerda otra vez la rara visita de Ares. Todo empieza a tener sentido, la tardanza de Gabrielle, las palabras del Dios, sus propios sentimientos hacia el bardo.

-Gabrielle-

-Si Xena-

-Te amo.-

Gabrielle se abraza más fuerte hacia ella y en voz muy baja, apenas audible le responde: -y yo te amo a ti, princesa guerrera-.

Se quedan dormidas.

 

Al otro día, Xena se siente optimista. Despierta temprano y luego de hacer unas cosas despierta al bardo con un beso de buenos días. Gabrielle le responde el beso y la mira intrigada. Ella usualmente no es así.

Hay fuego y un par de aves en una vara. Xena la acerca a la fogata y le da una parte del ave.

Gabrielle come mientras la sigue viendo con curiosidad.

-Debemos pensar en un nombre-, dice al fin Xena.

Gabrielle deja de lado su comida y abraza a la guerrera. -¡Por todos los dioses mi amada guerrera! Si tiene que llevar un nombre será el tuyo.-

Xena ríe divertida. –No, ya se llama así el hijo de Epinhy-.

-Y qué, ¿mi hijo no puede llevar el nombre de su padre?-

-Sí, claro, pero deberíamos averiguar su nombre primero- dice Xena con más risas.

Gabrielle le da un golpe suave con su mano, pero también ríe con ella.

 

Unos meses después, Xena lleva a Gabrielle a una posada, esta a punto de dar a luz y necesita atención. Llegan y se instalan, de inmediato Xena da ordenes: agua caliente, toallas limpias y la gente fuera de la habitación.

Gabrielle esta un poco asustada, pero viendo a Xena junto a ella se siente mejor, más segura y confiada. Los dolores son intensos, grita y puja, Xena esta muy nerviosa, pero lo hace muy bien.

Momentos después se escucha el llanto de un bebé. Xena esta loca de contento. ¡Es una niña Gabrielle!, ¡una niña!.

Gabrielle la pide con ella. Xena se la entrega. La pequeña es una réplica exacta de Xena, una mata de cabello negro sobre piel morena. Llora fuerte exigiendo atención. Gabrielle llora de alegría, y cuando la pequeña abre sus ojitos hinchados aparece un verde fulgurante, herencia de su mamá.

Todos están muy felices.

Xena al lado de Gabrielle mirando a sus dos bellas mujeres. Gabrielle tomando de la mano a Xena y abrazando a la pequeña. Se escucha un trueno y luego una luz deslumbrante. Juno se presenta. La esposa de Zeus en persona.

-¡Hola señoras!

Gabrielle en un gesto instintivo protege a la pequeña y Xena se levanta, avanza y se interpone entre Gabrielle y la diosa.

-No te molestes Xena, he venido por mi hija.

-¿Qué?, ¿Cuál hija?

Juno suspira. –Bien, esta es la historia. Ares, Afrodita y yo tuvimos un juego, y una apuesta. Obviamente el premio eras tu, princesa guerrera. Si Ares podía separarte de la rubia regresabas a él. Evidentemente perdió. Si tu te separabas de Gabrielle Afrodita perdía. Pero gané yo y mi premio fue un hijo producto de ustedes dos. Ese, que tiene Gabrielle en sus brazos. Así que, vengo por mi bebé.

Gabrielle llora y le pide a Xena: -No dejes que me la quite, no quiero que se la lleve-

-Ya oíste Juno, ese bebé es nuestro y aquí lo queremos.-

-Xena entiende algo. Esa pequeña no es normal, ningún hombre intervino en su procreación. Es un semidios y pertenece al Olimpo. Estará bien, pero no sabrá nunca quien fue su madre.

-Olvídalo Juno, esa pequeña se queda.

-Xena, una vez más, entiende esto, esa pequeña es mía, y si no me la das ahora, tendré que llevarte a ti los dioses están de acuerdo.

-No, no,- grita Gabrielle, no te la lleves.

-¡Gabrielle!- responde Xena dándose cuenta de cuan profundamente la ama Gabrielle.

-Que lindo, bueno, asunto arreglado, me llevo a mi pequeña y todos contentos.

-No, dice Xena otra vez –no te la llevarás-

-Lo siento, la madre ya dio su permiso. ¡adiós! Y desapareció como había llegado, llevándose a la pequeña.

Gabrielle llora inconsolablemente mientras Xena se siente impotente y herida.

 

Afrodita desde arriba no soporta ver ese llanto. Así que hace una pequeña trampa con el tiempo.

 

-Xena, mmmh. Xena, escúchame.

-No

-Xena, tenemos que hablar

-Después

-No, ahora, escúchame- Gabrielle se aparta del abrazo de la guerrera y Xena se dispone a oír lo que ya sabe.

-En cuatro días será el cumpleaños de mi padre.

-Lo sé Gabrielle

-Y quiero estar ahí.

-También lo se- dice Xena sabiendo lo que eso significa.

-Gabrielle, tu sabes que quiero estar contigo, que no me importa lo que piense de mi tu padre o el pueblo entero. Pero me importas tú.

Gabrielle permanece callada.

-Ve, yo te llevaré y te esperaré en la posada del pueblo, te pormeto no meterme en problemas y estar ahí cuando tu regreses…

 

 FIN