A mi hermana.
No pudo evitar sonreír.
"¿Y bien?"- preguntó desde su caballo.
La niña sonrió
"Tienes un caballo muy bonito"
Hubo risas alrededor de ambas. La guerrera se volvió hacia sus hombres, y las
risas acabaron inmediatamente.
La guerrera volvió a mirar a la chica, suavizando su mirada.
"¿Te gustaría dar una vuelta en él?"
La chica dio un paso hacia atrás atemorizada.
"Es muy alto"- contestó con sólo un hilillo de voz.
La guerrera no pudo evitar reírse.
"No te dejaré caer"- dijo todavía riéndose.
La muchacha miró el caballo, y luego a la feroz guerrera, cuyos ojos azules eran más fríos que el mismo hielo.
"Promételo".
La guerrera asintió.
La muchacha sonrió
"Vale"
La guerrera se acercó hasta donde había un tronco caído y le indicó a la chica
que se acercase.
La muchacha se subió al tronco, y desde ahí fue izada a pulso por la guerrera.
La sentó delante suyo y la agarró fuerte por la cintura.
"Vamos Bucéfalo"
El negro caballo relinchó y la muchacha se puso tensa.
"Calma"- dijo suavemente la guerrera- "que no te vas a caer"
Los hombres comenzaron a murmurar entre ellos, pero fueron silenciados de nuevo por una severa mirada de su comandante.
La guerrera puso su caballo al galope suave, y notó como la chica la agarraba
fuerte de los brazos. Eso la hizo sonreír, pero no frenó el paso.
Le dio un corto paseo hasta el arroyo y volvió.
Los hombres descansaban cuando estuvieron de vuelta, y nadie se atrevió a articular
palabra.
La comandante era joven, no mas de 18 años, pero una palabra suya podía significar
la muerte.
Cuando pararon, la chica tenía todo el pelo revuelto, y en su rostro había
una mezcla de miedo y excitación.
"¿Te ha gustado?"- preguntó la guerrera.
"¡Si!"
La guerrera la ayudó a desmontar, y luego lo hizo ella.
"¿Cómo te llamas?"- le preguntó
"Gabrielle"- contestó la muchacha.
"Muy bien, Gabrielle, quiero que no le digas a nadie que nos has visto"
La muchacha asintió
"¿Lo prometes?"
"Claro"
La guerrera sonrió y montó a caballo. Con un silbido puso a todos sus hombres
en marcha, haciendo que todos se alejasen de allí.
La muchacha agitó su mano en señal de despedida, y recibió la respuesta de aquella guerrera, que también agitó la mano.
Gabrielle se encaminó a casa, mientras recordaba la fuerza de aquella guerrera,
que había hecho que no se moviera de la silla, incluso cuando el caballo se
movía tanto.
Lo cierto es que había tenido miedo al principio, pero después no. Es verdad
que el aspecto de la guerrera imponía, pero no era como la gente decía. No tenía
dos cabezas ni ocho brazos, no era como una arpía, ni nada de eso. Era guapa,
y había sido amable con ella.
Gabielle pensó para sí misma que ojalá tuviera una amiga así.
Opiniones bienvenidas a mi correo .
Página Principal