DISCLAIMERS:  LOS PERSONAJES DE CECILIA Y MICHELLE SON ¡¡¡¡MIOSSS!!!! JAJA AHHHH COMO ME LIBERA DECIR ESO JAJA, PERO BUENO NO PUEDO NEGAR QUE ESTAN BASADOS EN MIS CHICAS FAVORITAS

 

DEDICATORIA: Esta historia esta super dedicada a mi Amiga Cecilia por tener grandiosos sueños y un MUY bonito nombre que por lo menos a mí si me suena a guerrera. Y como no, también esta DEDICADISIMO a Persefone por ser una GRAN amiga y soportarme horas de platica, contarme la quinta, ayudarme en horas de desgracia, preguntarme si esta bien que me platique cosas fuertes y sobre todo por ser ella, (* paola * rogue, rogueee, disculpa que te interrumpa pero ¿que no son la misma?, * rogue * claro que no pero que reloka hasta yo sé eso, * paola * bueno, si tú lo dices...)

 

QUIERO AGRADECER DE MANERA MUY ESPECIAL A GLECCY POR SER MI PRIMERA EDITORA Y A CALLISTO (PATIVOLA) POR AYUDARME MUCHISIMO CON ESTE FANFIC ESCUCHANDO MIS IDEAS Y DÁNDOME SUS CONSEJOS Y OPINIONES.  POR ULTIMO QUIERO MANDARLE TODO MI CARIÑO Y MI AGRADECIMIENTO A JESS QUIEN SIEMPRE SE TOMA EL TIEMPO DE REVISAR MI FATIDICA ORTOGRAFÍA Y PERMITE QUE LA GENTE QUE ME LEE NO SE TRAUME CON MIS ERRORES.

 

 

CRONICAS DE UN SUEÑO PARTE 2

 

En la esquina del iluminado cuarto podía verse la figura de Michelle recargada sobre sus rodillas. La joven estaba deshecha. ¿Qué le costaba darle la fotografía? A ella no iba a servirle, ¿para qué la iba a usar?. Para separar las hojas de un libro o para tirar dardos cuando mucho.

La rubia comenzó a llorar, sus lágrimas resbalaban por sus mejillas y se dispersaban en la tela de sus pantalones, la joven abrazo sus piernas con más fuerza, se sentía sola y desamparada. Antes de la muerte de su madre todo había sido tan fácil. Seguir tus ideales en un lugar donde todos están desacuerdo contigo no tenía ciencia. Hablar de libertad era natural y todos sus preceptos y estudios parecían ser lo mejor, prometían acabar con todas las barreras. Pero ahora, rodeada de gente que no estaba de acuerdo con ella se sentía sin fuerzas y sus sueños comenzaban a parecerle absurdos e inútiles. En teoría todo le había sonado tan fácil... Un sonido fuera del cuarto interrumpió sus pensamientos, ¡por ningún motivo iba a mostrarse débil ante sus captores!

 

Alberto mostró sus credenciales al celador y caminó por el pasillo, la curiosidad acerca de la chica lo estaba matando, tenía que conocerla, hablar con ella, preguntarle porqué se había arriesgado de esa manera, al llegar al cuarto respiró profundo y empujó la pesada puerta.

 

Michelle se limpió las lágrimas y observó al pequeño que entraba con rapidez. ¡En qué demonios había pensado antes!. No podía rendirse, no cuando allá afuera había locos que encerraban niños en un cuarto. ¡Pelearía!, defendería sus principios con todas sus fuerzas y moriría con dignidad, pero antes se encargaría de que la organización siguiera, como lo habría querido su madre....

 

"Buenas tardes" comenzó Alberto con formalidad "soy el juez Alberto, estoy aquí para entrevistarla"

 

Michelle levantó una ceja con sorpresa, definitivamente tenía que controlar su desbordada imaginación, bueno, siquiera le había levantado el ánimo.

 

Alberto suspiró y tomó aire para empezar la retahíla de preguntas, pero antes de que pudiera hablar la rubia lo interrumpió.

 

"Michelle, sí, a secas, no, no voy a delatar a nadie, sí, creo en la libertad de decidir, no, no me importa morir tan joven y sí, conocía a Patricia Evans"

 

Alberto no pudo reprimir una carcajada, esta chica era fenomenal, cualquier otro ya estaría soltando nombres y lloriqueando.

 

"Creo que deberías respirar mientras hablas"

 

"gracias por preocuparse por mí, pero supongo que unos días de diferencia no afectarán mucho mi muerte"

 

Alberto volvió a sonreír y prosiguió, definitivamente la chica le caía bien.

 

"Estoy aquí de manera extraoficial"

 

"Si claro y mi madre es Patricia Evans" Replico Michelle, le encantaba la ironía de engañar con la verdad.

 

"no lo dudaría por un minuto, tienes sus mismos ojos verdes"

 

La sonrisa se borro del rostro de Michelle, pero el pequeño pareció no notarlo.

 

"Solo quiero saber si conociste a David y Martha Rosales"

 

"¿Para que quieres saberlo?"

 

Alberto imaginó las mil y un excusas que podría poner, pero algo en su interior le dijo que lo mejor sería la verdad. "Eran mis padres"

 

"Eso no puede ser" dijo Michelle con incredulidad, pero después de darle otra mirada al niño añadió "¡¡no puedo creerlo!! ¿mardo?"

 

Alberto reconoció el apodo, "¿cómo sabes eso"

 

"por Dios, yo te conocí cuando eras una mini bola, fui yo quien te apodó

mardo para molestar a tu mamá"

 

El recuerdo de sus padres cambió el ceño de Alberto, "Entonces tal vez tú puedas responderme, ¿por qué fueron unos traidores?"

 

A Michelle le entristeció escuchar el tono de voz agrio en el niño. Por un momento llegó a pensar que el pequeño era parte de su mundo, que era quien ella recordaba, pero ahora notaba que no era así. El niño que ella conocía ya no existía, ahora era Alberto, un juez con ínfulas de saberlo todo igual que la extraña de ojos azules.

 

"David y Martha fueron excelentes personas que no tenían miedo de defender sus ideas, ante todo eran mis amigos y como veo que tú no vas a cambiar tu opinión mejor me guardo lo que pienso"

 

"Háblame de esos traidores, ¡merezco saber por qué!"

 

"¡No! Tu ya has juzgado sin conocer, no sabes nada de ellos. Te mereces el no saber nada" Michelle se volteó hacia la pared dándole la espalda al niño que se había quedado sin nada que decir. Alberto entendió que para la joven la conversación había terminado y se salió del cuarto, ya habría otra oportunidad...

 

 

 

 

Laila miraba por la ventana las estrellas que iluminaban la noche. Aspiró una vez más el aire fresco y trató de no preocuparse más por Selene. Ya llegará, pensó, siempre llega... La noche comenzaba a refrescar y Laila decidió cerrar la ventana antes de pescar un resfriado. Con flojera se tiró en la cama y cerró los ojos. Estos días habían sido muy estresantes para todos.

 

Con una sonrisa observó la foto recargada en su buró. Un día de campo al que Selene y ella habían asistido juntas. A Laila le dio un poco de risa la diferencia de altura. Selene medía casi 1.80 metros. Era una mujer muy atlética, siempre se había preocupado por su físico, ese día vestía pantalones deportivos y un top corto que le permitía mostrar su trabajado abdomen. ¡Es una lucida! ,pensó Laila con una risita mientras miraba el contraste que hacía el rojizo cabello de Selene con su larga y oscura cabellera. Laila con trabajos había podido llegar al metro con cincuenta y tres centímetros y aunque no tenía la detallada complexión de su compañera se preciaba de tener un buen físico. Sin embargo, lo que más llamaba la atención y hacía voltear dos veces a un par de extraños al caminar era su porte. Esa aura de misterio que la rodea al caminar y la hace verse a un nivel superior al resto de los mortales.

 

El sonido de la llave en la cerradura devolvió la tranquilidad a la joven.

 

"Laila, ya llegue"

 

"Selene, te tardaste horrores, me tenías muy preocupada"

 

"Lo siento, es que me quedé con los otros revisando papelería para tratar de encontrar una manera de sacar a Michelle"

 

"¿No tenemos oportunidad con la juez?, ¿Qué han averiguado?"

 

"El informe del cine es correcto, la juez, una tal Cecilia es la típica joven estrella del régimen, no hay manera de pasarla a nuestro bando"

 

"¡Maldición! ¡Tenemos que sacarla!, no podemos permitir que se pudra en un CCS"

 

"Mira, si todo falla he estado pensando que...que puedo arriesgarme a sacarla por la fuerza"

 

"¡No! Selene ni lo pienses"

 

"Puedo hacerlo, estoy segura. Probablemente alcancen a ficharme pero Krimkie estará a salvo"

 

"No puedes hacerlo, ¡Entiende!"

 

"Escucha, sé que si me fichan es probable que lleguen a ti también, pero si Patricia logró vivir abajo, tú y yo podremos, no debes tener miedo."

 

"¡Eres estúpida o te estoy hablando en chino! Selene me vale un cacahuate el que me descubran, incluso el perder la vida. Es un riesgo que decidí correr al unirme. Pero la organización hay que mantenerla a flote y definitivamente me importas tú. No voy a permitir que te arriesgues de esa manera"

 

La mujer más alta miro con cariño a su compañera y se encogió de hombros.

 

"Selene prométeme que no vas a hacerlo" Presiono Laila

 

"Lo consultaremos más tarde ¿sí?" ofreció como respuesta Selene

 

"Promételo" insistió una vez más.

 

"¡Está bien, Esta bien! Prometo olvidar mi fabulosa idea..." Replicó Selene mientras se dirigía a la cocina renegando y le gritaba desde la puerta "¿estás contenta ya?"

 

Laila sonrió para sus adentros, sí estaba feliz, Selene nunca le había roto una promesa.

 

 

 

 

Cecilia miro la pose pensativa de Alberto, desde hacía diez minutos estaba perdido en su mente.

 

"Niño" dijo Cecilia, "¡Niño!" Subió un poco su tono de voz "¡Alberto!", gritó metiéndole un buen susto al pequeño. "’¿Qué té pasa? ¿Por qué estás tan pensativo?"

 

"Nada, no es nada"

 

Cecilia hizo un gesto de exasperación ante la respuesta, lo conocía lo suficiente para saber que algo lo estaba molestando.

 

"Y ¿exactamente qué clase de nada es la que te tiene así?"

 

El niño estiró sus cortas piernas y pensó un poco su respuesta, al final como siempre decidió que podía confiar en Cecilia y respondió.

 

"Fui a ver a la joven que encontraron con Patricia Evans y me dijo unas cosas que me dejaron pensando"

 

Vaya, pensó Cecilia, así que no soy la única que ha quedado impresionada por la pequeña rubia.

 

"Y ¿qué te dijo que te tiene así?"

 

"Que no tenía derecho a juzgar a mis padres"

 

"Hay Alberto, ¿qué querías que te dijera? Ella misma es una traidora, le conviene hacerte dudar"

 

"Lo extraño es que la sentí sincera, no intentó convencerme de nada. De hecho se negó a hablarme y...He estado pensando que tiene razón, ni siquiera sé en que contexto vivieron mis padres. Los rechacé antes de intentar conocerlos"

 

"oye niño no te juzgues tan duro has vivido en 9 años una cantidad de cosas que seguramente muchos no vamos a vivir"

"¿Te puedo pedir un favor?"

 

"Claro que si" respondió con convicción Cecilia

 

"Quiero estar presente en la próxima entrevista"

 

 

 

 

Los guardias levantaron a Michelle. ¡Genial! Pensó la chica. El día que puedo concebir el sueño estos estúpidos me despiertan para interrogatorios. Todavía semidormida caminó rodeada de guardias por los estrechos pasillos del lugar. Le molestaba mucho esta procesión, todos los trabajadores la volteaban a ver con curiosidad y a ella le chocaba ser el centro de atención. Se había acostumbrado a ser casi invisible para la sociedad y las miradas constantes sobre ella la hacían sentirse vulnerable.

 

Estaba también un poco mareada, no había tenido mucha hambre estos últimos días... Sin embargo se sintió un poco aliviada al notar que la llevaban a la misma oficina de la vez anterior. Por alguna extraña razón se sentía mejor al saber que estaría otra vez con la extraña de ojos azules...

 

Cecilia se asombró al ver de nuevo a la joven, estaba ojerosa y se veía cansada. Sus hombros se inclinaban hacia abajo. Una imagen muy diferente a la que mostraba la primera vez que la vió. La juez se sintió asqueada de ser en parte culpable del cambio en la muchacha. ¿Quién era ella para arrebatarle la alegría a la chica?. Cecilia se sentía confundida, ¿por qué se estaba sintiendo culpable?, ¿Por qué no quería hacer su trabajo?, ¿Qué tenía esta joven que no tenían los demás?.

 

Michelle contuvo las ganas de vomitar y paso a la oficina. Empezaba a sentirse muy mal y necesitaba sentarse. Si hubiera tenido la suficiente energía habría saltado de alegría cuando la morena le indicio con un gesto que tomara asiento.

 

"Veo que tienes una actitud más sumisa, me alegra"

 

Michelle levanto su cara hasta encontrarse con los fríos ojos de la juez. Cualquier otro día hubiera contestado algo mordaz. Pero se detuvo y le hizo caso a su sexto sentido. NO solía fallarle, al menos no demasiado y ahora le decía que la mujer enfrente fingía ser dura, pero que había algo mas detrás.

 

"¿Puedo al menos saber su nombre?"

 

Era algo justo, pensó la juez, yo sé el suyo

 

"Cecilia, pero llámame juez"

 

A la rubia le dolió el tono hiriente de la morena. Estaba harta de ser pasiva, estaba enferma, cansada y con ganas de mandar todo por un cuerno.

 

"no voy a decirle de ninguna manera, simplemente quería ponerle un nombre a la imagen de mi odio"

 

"Deberías moderar tu lenguaje" apunto Alberto que estaba escuchando todo desde una esquina.

 

Michelle decidió no seguir el juego, no cuando su cabeza estaba apunto de estallar.

 

"Solo dígame que quiere y yo le haré saber si puedo contestar"

 

Cecilia suspiro y abrió el expediente, tal vez no la habían cambiado tanto.

 

"¿Por qué no estas registrada?"

 

"Nací en la organización, por obvias razones no estoy en el registro"

 

"¿Quieres decir que tus padres están fichados?"

 

La joven asintió y miró hacia otro lado. El recuerdo de su madre le dolía demasiado y no iba a llorar enfrente de ellos.

 

"¿Cómo se llaman tus padres?"

 

" no voy a contestar eso"

 

"¿Qué cargo ocupan?"

 

Michelle sonrió, la mujer no se daba por vencida, con lo fácil que hubiera sido simplemente condenarla.

 

"Supongo que tampoco vas a responderme. Bien pasemos a otros asuntos ¿qué relación sostenías con David y Martha Rosales"

 

"Eran muy buenos amigos, los conocí desde pequeña"

 

"¿Qué me puedes decir de ellos?"

 

"¿Por qué no me lo preguntas tú?" Dijo Michelle dirigiéndose a Alberto "podría contarte cosas personales" siguió mientras se paraba y se acercaba más a él "podría hablarte de cuando mi mamá me tenía que dejar sola y Martha y David me dejaban dormir con ellos. O quizá podría cantarte la canción que Marta me cantaba cuando tenía miedo" La rubia se detuvo en ese momento. Ella también podía ser ruda. "Pero no lo haré, y de detalles técnicos tu sabrás más que yo. Ambos fueron capturados y condenados a un CCS y como la mayoría de los jóvenes de la organización que entran ahí sufrieron un accidente" Michelle comenzó a hablar para sí misma, su mirada fija en algún punto de la habitación. Su mente llena de recuerdos. "Martha se cayó de las escaleras y se descalabró y David... bueno él estaba limpiando el techo y se resbalo. Cosas del destino ¿saben?...igual que Patricia Evans, estaba esposada de manos y pies y trato de escapar ¿ven?, esas cosas pasan"

 

 

Tanto Cecilia como Alberto permanecían callados. Ambos sabían lo acontecido a los jóvenes. Habían notado lo extraño de los casos, simplemente no les importó. Ahora por primera vez Cecilia pensó en lo ridículo que sonaba el intento de escape de la líder de la organización.

 

"¿Puedo marcharme?" Michelle se sentía muy mal, su cabeza daba vueltas y sentía que iba a desmayarse en cualquier momento. Cecilia asintió y llamó a los guardias. Tenía cosas en que pensar.

 

"Toma esto" La morena le paso un sobre amarillo a la mujer más joven, "son papeles sobre tu situación, léelos"

 

 

Michelle tomó el sobre y salió rodeada de guardias. Cecilia se sentía hecha un enredo. Necesitaba calmarse. Por algún motivo todo acerca de esta joven era demasiado complicado.

 

 

 

 

Michelle entró de nuevo en el cuarto y rápidamente se sentó. Todo le daba vueltas. Con curiosidad observó el sobre que tenía entre las manos. Empezaba a sentir mucho frío y su cuerpo temblaba. Sin embargo su curiosidad era más grande que su falta de fuerzas, así que con dedos temblorosos rasgo el sobre. La rubia se sorprendió ante el contenido. ¿Desde cuando hacía tanto frió en la habitación?.

 

"¿qué te parece Krimkie?, la juez no es como nos la imaginábamos"

 

 

Nunca nos falla el sexto sentido ¿verdad Michelle?

 

"No, nunca nos falla y en este momento me está diciendo que me voy a vomitar"

 

 

Ya deja de hacerte la sufrida Michelle, no te va el papelito...

 

"Si bueno, tienes algo de razón, pero dame la oportunidad de quejarme si quiera contigo"

 

 

Arriba el animo que nada mas nos tenemos a nosotras mismas y yo no estoy como para oírte llorar, por si lo olvidas YO también me siento mal

 

"si bueno...te aseguro que no tan mal como yo...estoy hablando conmigo misma"

 

 

 

 

Con un último esfuerzo se acostó y acarició la foto de su madre, empezaba a serle difícil enfocar. La joven apretó la foto contra su pecho y trató de pedir ayuda a un guardia, pero su garganta no emitió ningún sonido. Todo comenzó a ponerse negro...

 

 

 

 

 

 

Cecilia bajó por el elevador hasta llegar a la planta baja, las palabras de la joven rubia resonaban en su cabeza una y otra vez.

 

 

Estaba esposada de manos y pies y trato de escapar ¿ven? Esas cosas pasan.

 

Algo en su interior le decía que Michelle no mentía. Necesitaba asegurarse, necesitaba tranquilizar su conciencia. Su vida tenía sentido y balance hasta conocer a esta joven. De repente todo comenzaba a tener fallos y Cecilia empezó a dudar acerca de sus acciones. Con todo esto en mente entró a la morgue. Tenía una buena amistad con Marisol, la encargada de los expedientes y registros de quienes fallecían. En realidad ninguna sabía demasiado de la otra. SU amistad era del tipo cómodo para el intercambió de información. A Cecilia la morgue le parecía un mundo aparte. Un lugar bizarro donde la muerte y la vida convivían con aparente equilibrio. Su mirada recorrió la oficina en búsqueda de su amiga, pero como no se veía decidió entrar al deposito de cuerpos.

 

Marisol se movía entre los muertos con la tranquilidad de la rutina. Tomando nota de las fichas de los cadáveres nuevos con rapidez y llenando formas de entrada. Cecilia hizo un saludo con la mano y se acercó.

 

"¿qué dices Marisol?"

 

La mujer dejó por un momento su trabajo para contestar a la juez.

 

"Aquí con mucho trabajo y ¿tú?"

 

"Estoy en las mismas" Replicó Cecilia con un fingido ademán de desaliento.

 

"Sí, pero ¿qué haríamos sin nuestro trabajo? Ambas sonrieron y Marisol le indicó con un gesto a Cecilia que la siguiera.

"¿qué te trae por los pisos de abajo?" Preguntó mientras avanzaba hacia el cuerpo de un hombre y copiaba la ficha a sus notas.

 

"Necesito un favor tuyo. Estoy investigando un caso relacionado con la muerte de Patricia Evans. ¿Sería mucho problema si me prestas el expediente?"

 

Marisol avanzó a otro cadáver y murmuró una maldición.

 

"No hay problema" dijo, mientras destapaba el cuerpo y anotaba las características del joven en su block. "Pero la necesito antes del sábado"

 

"El viernes a primera hora es tuyo" Contestó Cecilia tratando de calcular la edad del joven sobre la mesilla.

 

"¿qué le sucedió a este?"

 

Marisol volteó la cabeza del joven a un lado y le enseño el orificio que tenía en la parte posterior de la cabeza.

 

"UGH" Señalo con disgusto Cecilia.

 

"Así aparecieron este y otros dos" Dijo Marisol al tiempo que destapaba otro cuerpo.

 

"¡Caramba era apenas una niña!" Cecilia se asombro mucho y no pudo evitar el recordar a Michelle.

 

"Así es, seguro le crearon problemas a la organización y los mataron, porque ninguno estaba registrado"

Cecilia asintió asombrada ante el espectáculo que tenía ante sus ojos.

 

"qué desperdicio de vida ¿verdad?" apunto Marisol

 

"Sí" dijo tristemente Cecilia

 

"me pregunto porqué lo harán. ¿qué es lo que los impulsa a desperdiciar todo su tiempo, su vida, sus oportunidades por una causa completamente perdida y sobre todo sin sentido"

 

Cecilia miró a los ojos de su amiga y contesto reflexionando para sí misma.

 

"Yo también me lo pregunto. No entiendo que te puede llevar a tomar esa decisión. Pero supongo que no podemos saber porque no tenemos ni idea de cómo sea su vida"

 

"Si supongo que será eso"

 

"A veces me pongo a pensar en lo que me sucederá cuando cumpla los 56 años, probablemente entonces me suenen más congruentes sus razones" dijo Cecilia en tono de broma.

 

"Lo he pensado también, pero soy de la creencia de que todo lo que empieza tiene que terminar...y después de todo no sería tan malo tener un descanso" Bromeó también Mercedes.

 

Cecilia se encogió de hombros a pesar de sus dudas, la chica tendría la misma edad de Michelle, aunque su cabello era de un tono mas oscuro.

 

"Listo, Vamos a la oficina para darte el archivo" dijo Marisol mientras se dirigía a la puerta. Cecilia fue tras su amiga, pero se detuvo un instante al llegar a la puerta para ver el cadáver de la chica. Sería tan fácil cambiarlas...

 

 

 

 

 

Cecilia encendió su coche y lo sacó del gran estacionamiento. Se había quedado trabajando hasta tarde por lo que había muy pocas luces prendidas. Pero a pesar de la oscuridad reinante no tenía miedo. Se sentía cómoda con el silencio que reinaba a su alrededor. Tomó el rumbo de siempre con dirección al este de la ciudad. Lo único que se veía hacia delante era la carretera. La intensa línea que dividía los carriles.

 

Era muy tarde por lo que no había tráfico, aunque de vez en cuando las luces de algún otro automóvil iluminaban la noche. Cecilia gustaba de analizar su día mientras manejaba a casa. Por su mente pasaban mil cosas confusas. Alberto le había informado que Michelle estaba enferma y que había pasado la mayor parte del día dormida. Su mente volvió a barajar la idea de ayudar a la joven. Pero ¿cómo hacerlo? Lo que estaba pasando iba en contra de todos sus principios y creencias hasta entonces. Por alguna razón ella sabía que se estaba metiendo en algo de lo que ya no podría salir. Era un viaje sin retorno y Cecilia se preguntó si valía la pena traicionarse a sí misma por una desconocida. No necesitaba esa clase de problemas en su vida...

¿En qué clase de persona se estaba convirtiendo? ¿Dónde estaba su objetividad de juez?, ¿A dónde habían ido a parar tantos conceptos que ella había defendido?, Había refundido gente en un CCS por ir en contra de sus ideas. No podía estar pensando siquiera en ello...

Por si eso fuera poco cambiarlas no es tan fácil como suena Cecilia...no es como llegar y pasar como si nada. Si te descubren dile adiós a todo lo que tienes, más que eso, dile adiós a tu vida. Tú, mejor que nadie, sabes bien lo que les sucede a los traidores.

El sonido del claxon la sacó de su ensimismamiento y su instinto la hizo mover el volante a tiempo para no chocar. El carro pasó como ráfaga no sin antes dedicarle una canción nada amistosa a la juez. Cecilia se asustó mucho y sacó el carro al acotamiento mientras se tranquilizaba. Su pulso estaba bastante acelerado. Después de un par de respiraciones profundas decidió volver al camino. Pero sus ojos se toparon con el último retorno que quedaba. Era el momento de tomar una decisión, podía pasar de largo y vivir su tranquila vida. Su pasmada, segura, y bastante aburrida vida. O voltear y arriesgarse a ser descubierta y probablemente morir en el intento.

Vivir segura, o probablemente morir como aventurera...sus opciones no eran demasiado alentadoras. Cecilia volvió a prender las luces de su carro y lo encendió. Pisó el acelerador y siguió su destino. Ya sabría después si había tomado la decisión correcta.

SIGUIENTE...

 

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