Luna de miel
El camino que recorriste era espinoso, aunque no por tu culpa.
Pero mientras la lluvia penetre la tierra, el río se junte con el mar,
Así las lágrimas correrán hacia el final predestinado.
Tu sufrimiento ha cesado, y ahora encuentras la paz para siempre.
Maleva, 1941
CAPÍTULO I
Habían estado montando por casi medio día sin parar. Ni Xena, ni Gabrielle deseaban detener la cabalgata por temor a que este nuevo hechizo que las mantenía cerca se rompiera. Gabrielle estaba reclinada en la calidez del cuerpo de Xena, sus ojos se cerraron mientras una profunda satisfacción se había esparcido por todo su ser en las últimas horas. Eso y la resaca hacían que el sol brillara demasiado sobre sus sensitivos ojos. Hizo un voto en silencio de no ser tan ligera con el vino si alguna vez se le presenta otra oportunidad. Sonrió ante el recuerdo de la fiesta amazona y de la especial, no, de aquella increíble noche que las dos acababan de pasar.
Xena tenía una mano en las riendas de Argo y la otra envuelta delicadamente en la cintura de Gabrielle. Desde hace hora y media que había tenido la urgencia de sumergir su cabeza en los hombros de la bardo y desaparecer en aquella calidez. Se había recuperado un poco de aquel escape del castillo de Helcus pero aún se agotaba rápido. Con algo de reticencia decidió que deberían hacer una parada y descansar, aunque odió romper el encanto de paz que había sobrevenido en ella desde que abandonaron el campamento amazona. Se sentía como en casa en los caminos y su inquietud lentamente se desvanecía con cada milla que recorrían. Pero ahora era algo más que eso. Ya habían montado juntas en Argo antes, pero esta era la primera vez que habían compartido esta cabalgata como amantes y aquella experiencia estaba tomando un profundo significado. Pero este era sólo la primera de muchas cabalgatas que disfrutarían en su nueva cercanía encontrada. Xena suspiró mirando a Gabrielle, y con desgano inició su final
Gabrielle - susurró en la oreja de la bardo, aprovechando el momento y robándose un gemido. es hora de detenernos para descansar y para comer.
¿Hummm?. respondió Gabrielle entre sueños.
Había estado muy alejada, recordando con vividos detalles aquella noche juntas. Esta sería una gran historia para sus pergaminos, pero aún no estaba muy segura todavía de cómo habría de escribirla. Quizás esta nunca llegará a los pergaminos.
¿Gabrielle?.- preguntó otra vez. Se inclinó y la besó en la frente. Si esto no atraía su atención utilizaría medidas más agresivas.
Xena - respondió la bardo al fin. Abrió sus ojos y una cegadora daga de luz solar atravesó su cabeza. ¡¡¡Ouuu!!.- gritó e instintivamente los volvió a cerrar.
Xena sintió que la bardo se encogía y en silencio rió entre dientes.
¿Quieres algo que acompañe esa resaca?.
Que chistosa. ...pero estoy bien, gracias mientras mantenga mis ojos cerrados.
Xena suspiró y le sonrió a su amor. Se estaba sintiendo demasiado sentimental estos días (para su propio bien). Se dejó llevar un poco y le dio a la bardo un gran apretón. Tendría que recuperar algo de auto control o su reputación estaría arruinada. Xena, Princesa Guerrera, Cachorrito Enfermizamente Enamorado. Repasó esto en su mente, y decidió de inmediato que no sería tan bueno.
Vamos - Xena gruñó mientras desmontaba la yegua. ¡¡para abajo!! - cogió entonces a Gabrielle y la jaló del caballo.
Gabrielle aterrizó de pie pero no estaba lista. Sus ojos se abrieron, sus piernas cedieron y colapsó jalando a la guerrera con ella
¡¡Uooou!! gritó Gabrielle.
Argo dio un relincho, riendo en silencio mientras observaba a su ama perder el balance y aterrizar con tan poca gracia sobre la bardo. Este era un comportamiento inusual para su dueña y no pasó desapercibido ante el ojo entrenado de su caballo de guerra. Clavó su pata sobre el piso para hacerlo notar y esperó para ver que nuevos eventos se desarrollarían. También se preguntaba cuanto más duraría este asunto de montar las dos juntas. El peso extra no era del todo bienvenido, pero, después de todo, la compañera rubia pelirroja de su ama no estaba tan mal. Y además olía bien. Al principio fue como una peste, pero a través de los últimos años aprendió a gustarle casi tanto como a su misma dueña, aunque nunca lo admitiría en público.
Gabrielle yacía allí, sonriendo, mirando los ojos de Xena, los cuales trataban con poco éxito de lucir enojados.
No te molestes Xena, puedo ver justo a través de esa mirada y decir que te estás sintiendo un tanto sentimental
No es así - respondió Xena, pero sabía que sus palabras fallaban, y una sonrisa se le escapó, esparciéndose por todo su rostro. ¡¡Hades, estoy perdiendo el toque!!.-
Sí, así es, ¡¡¡No es grandioso!!!. Exclamó la bardo. Se estiró y besó a la guerrera juguetonamente.
Sí, grandioso. respondió Xena Horrible. se levantó, jalando a Gabrielle con ella. Estaban de pie en medio de un hermoso claro.
Finalmente Gabrielle observó a su alrededor. Estaban al borde de un increíble prado lleno de flores amarillas. El sol había encendido el abundante y variado verde del pasto a una intensidad casi cegadora. El cielo estaba de un azul claro, sin una sola nube que oscureciera su belleza. La brisa era cálida y juguetona sobre su piel. Se aferró a la mujer de sus sueños y se sumergió en la vista y sonidos del día. Se apartó de Xena, caminó hacia el prado y empezó a recoger flores para su amada.
Oh Xena, no es acaso hermoso
Xena asintió en un silencioso acuerdo. Tenía que admitir que era un hermoso día. En verdad que ahora empezaba a preocupase por ella misma. ¿Acaso en verdad se había deslizado hacia el mundo de la bardo?. Tenía la esperanza de que no fuese así, ya que estaba segura que de lo contrario, Zeus mismo le enviaría un rayo justo en donde estaba parada. Era verdad que Gabrielle la había derretido, en más de una forma. Este nuevo fluir de emociones era desconocido para ella. La hacía sentir mucho muy vulnerable, ya que no había armas que pudiese utilizar en contra de esto, y eso aunque quisiese. Necesitaba un buen combate para recuperar su estilo. ¿En donde están los villanos cuando los necesitas?. Quizás pueda encontrar algún problema en el próximo poblado. Karyaes, una pequeña aldea agrícola, estaba a sólo medio día de cabalgata y siempre había algunos de mala sangre que pasen por allí. Dioses, eso fue patético, pensó. Ahora estoy buscando problemas como si no hubiese suficiente en este mundo.
Gabrielle regresó con un ramo de hermosas flores amarillas y se las extendió a la guerrera como regalo. Con algo de decepción vio que Xena las recibía distraída y con sus pensamientos bastante lejos.
¿Xena?. ¿En que piensas?.
Observó inquisitivamente en los brillantes ojos azules de la guerrera, que lucían aún más hermosos con el sol brillando sobre ellos. Por los dioses, estaba más increíble con el paso de los días, sus oscuros cabellos fluían con delicadeza sobre sus hombros y su armadura protectora brillaba en el sol. Y el cuero bueno
De nada dijo Gabrielle y colocó sus brazos alrededor de Xena, jalándola para besarla. Quedáronse así por un tiempo, enlazadas en un cálido abrazo.
¡Una posada suena perfecto Xena!. Podría ser como una luna de miel. ¡Sólo nosotras dos!. exclamó Gabrielle, entonces dio una mirada más profunda en los cautelosos ojos de Xena. - mientras te mantengas fuera de problemas. Acabo de regresarte de la muerte, y luego te capturaron ¡Sería bueno relajarse para variar!.
Xena le sonrió Seré buena chica, ¡Lo prometo!.
No tengo duda de que lo seas Xena, es cómo te comportes lo que más me preocupa. -dijo Gabrielle con ligera inquietud.
¿Almorzamos entonces?. dijo Xena inocentemente, cambiando el tema con una de las más poderosas armas que tenía en contra de la bardo .comida.
¡Sí! , Había olvidado cuan hambrienta estaba.
Xena fue por la comida que las amazonas muy gentilmente les suministraron para su viaje. Podrían haber cargado un vagón entero pero aún así no sería suficiente para satisfacer el hambre de esta mujer. También se estaba dando cuenta muy rápido que el apetito insaciable de Gabrielle no sólo se limitaba a la comida. Sonrió para sus adentros ya que disfrutaba profundamente con este nuevo descubrimiento. Miró las flores en su mano y su corazón se derritió. Las metió en su alforja. Las guardaría ya que eran las primeras flores que Gabrielle le había dado. También las escondería muy en el fondo del bolso ya que - por Tártaro - que no había forma que dejase que alguien viera ese lado de ella. Cogió la comida y regresó hacia la bardo, sacudiendo la cabeza. -Flores,- pensó,- me dio flores.
CAPÍTULO II
El sol estaba bajo en el cielo para cuando llegaron a las afueras de Karyaes. Este estaba centrado en un exuberante valle al pie del monte Liceos y había brindado excelentes cosechas año tras año. Esto hacia del lugar tanto próspero como peligroso. Los pobladores estaban continuamente defendiéndose de aquellos que deseaban tomar lo que no les pertenecía. Las dos observaron la aldea desde lo alto de la colina que envolvía la villa. El olor de la cocina y el humo de la chimenea se entremezclaban para crear un aroma delicioso y reconfortante al mismo tiempo. Un Largo grupo de construcciones yacía al centro de la villa y la tierra dividida de los granjeros lo circulaba. Había grandes porciones de tierra dedicadas a la cosecha de trigo al igual que áreas en donde las ovejas y el ganado se criaban para lana y comida. Desde la distancia, los patrones de la tierra creaban unos maravillosos diseños acolchados, los cuales se entretejían hacia el centro que era el corazón de la bulliciosa cuidad.
Gabrielle respiró profundamente y suspiró.
Es un lugar tan hermoso. ¿Alguna vez has estado aquí Xena?. - Preguntó inquieta.
Sí, pero sólo de paso, nunca como mercenaria.
Gracias a los dioses por eso. Su ejercito había planeado tomar esta aldea pero no llegaron a hacerlo ya que antes Xena fue traicionada por Darfus y retirada del cargo. Felizmente, pensó para si. Entonces miró a Gabrielle, sentada frente a ella, y pensó ser en verdad la persona más afortunada.
¡Perfecto Xena!. exclamó Gabrielle pero estoy segura que han escuchado acerca de ti, y de todo lo bueno que has hecho. Y lo que no, quizás yo pueda informarles. Y con algo de suerte ganarnos algunos dinares al mismo tiempo. ¡Quiero el mejor cuarto de la posada ¡. !Uno con fuego, y un buen baño termal.!
No te preocupes , sólo lo mejor para mi querida bardo.
Mientras recorrían su camino hacia la aldea, la luna se erigió por la colina y compartió el cielo con el sol por breves momento, intercambiando miradas y suplantando lugares en ciclos diarios que se extendían por milenios.
¡¡La luna Xena!! gritó Gabrielle, señalándola en el crepúsculo del cielo nocturno. mira lo grande que está. ¿No es hermosa?.
Xena suspiró y asintió. Gabrielle siempre encontraba maravillas y bellezas en las cosas diarias. Esa era una de las razones por la que la amaba tanto. Observaba a la luna creciente, acercándose a su ciclo completo, y se maravilló ante su magnificencia. La había visto muchas veces antes pero Gabrielle hizo que la contemplara por primera vez. El admirar de la luna, pensó, increíble, Xena, Princesa Guerrera, Romántica sin esperanza. Eso si que implicaba algo muy comprometedor. Por los dioses, sálvenme.
Se encaminaron hacia las calles de la aldea. Todos los aldeanos habían desaparecido en sus casas y las calles estaban vacías. Mientras cabalgaban por la calle principal hacia la posada sintieron miradas sobre ellas a través de oscuras ventanas y puertas ensombrecidas. La exuberancia inicial de Xena fue reemplazada por un agudo sentido del presentimiento. El tan familiar olor a temor colgaba con pesadez en el aire, como tantas veces antes, cuando su ejercito cabalgaba a través de una aldea conquistada para tomar lo que quedaba de ella. Aminoró el paso de Argo, preparándose para una posible emboscada.
Argo relinchó nerviosamente en advertencia y se tensó contra las riendas con fuerza. Su ama la aguijoneó con suavidad, y continuó renuente.
¿Ahh, Xena?. susurró Gabrielle Estás segura que nunca atacaste esta aldea -
Muy segura respondió llanamente.
Estaba sentada en el caballo en una posición lista, sus ojos examinaban la calle por cualquier señal de peligro. Argo estaba asustada, no había duda. Bueno, ella lo había pedido, ¿no fue así?.
Encontró la posada, unas cuantas casas más adelante y con calma guió a Argo hacia aquella. Tenía una mano en las riendas mientras que la otra había liberado el agarre de la cintura de Gabrielle y se movió para descansar sobre su chakram. Sus sentidos guerreros estaban en alerta completa, pero aún le quedaba por localizar el lugar de esta evasiva amenaza. Su corazón empezó a latir en sus oídos con tanta fuerza que hasta temió que se le escapara. ¿Pero de qué?. ¿Y desde cuando con exactitud habían empezado sus manos a transpirar?. Esto era ridículo. Pero sus instintos nunca mentían.
Xena - susurró Gabrielle con los dientes apretados de repente no estoy tan interesada en una posada cálida quizás deberíamos ..
Shhhhh - susurró Xena, mientras se esforzaba por escuchar cualquier sonido que le indicase por donde se acercaría la amenaza.
La posada estaba a sólo una casa ahora, pero tendrían que pasar por un oscurecido callejón para llegar allí. El cuerpo de Xena tenía todos los vellos erizados ante un miedo instintivo que no tenía causa visible. Muchas veces antes había cazado y había sido la presa también, pero nunca antes había sentido una cualidad antinatural en el aire. Nunca antes había sentido tantas ganas de rezar. Definitivamente esta no era una buena señal. Detuvo a Argo, y tan rápido como una serpiente se deslizó de ella, aterrizando con suavidad sobre sus pies. Observó a Gabrielle, quien ahora tenía los ojos inmensos por el miedo y confusión, y con una señal de su mano en sus labios le dijo que permaneciera en silencio.
Gabrielle miró a Xena con ojos desmesurados, los cuales empeoraban mientras observaba los propios ojos temerosos de su compañera. Si Xena estaba nerviosa, entonces, por los dioses, ¿Qué se hallaba allá afuera?. Xena le señaló que estuviera en silencio. Esto no constituía problema ya que no creía que tendría voz aunque la necesitara con desesperación. Xena tomó su chakram y lo mantuvo en una posición lista para lanzar. Gabrielle observó a la guerrera dirigirse hacia el oscuro callejón que rodeaba la posada y desapareció. - Oh no, claro que no. No me voy a quedar aquí por mi cuenta Gabrielle se deslizó de Argo, cogió su báculo y se encaminó hacia el manto de oscuridad, para seguir a Xena.
La guerrera escudriñó la oscuridad del pasaje. La luna estaba brillando esta noche, pero la cubierta del techo de la posada hacia la visibilidad casi nula en los pequeños confines del callejón. Pero entonces, mientras sus ojos se ajustaban a la oscuridad, pudo ver una figura moviéndose cerca a la parte trasera del recinto. No podía distinguir la figura y se esforzó por escuchar algunos signos indicatorios de quién o qué podría ser. Cada fibra de su ser gritaba por alejarse, regresar al caballo y poner toda distancia entre esta extraña aldea y ella misma y Gabrielle. Esto era una locura. Xena, Princesa Guerrera. ¡Paranoica!. Su espalda se entumeció, se deshizo de su miedo infundado y en silencio se arrastró hacia la oscura forma de la que ahora estaba segura era la fuente de su pánico sin precedente. Limpió distraídamente el sudor de la palma de la mano que tenía libre, la levantó y desenvainó su espada. No estaba segura que arma necesitaría así que alisto ambas. Nunca había huido de nada en su vida, y no lo iba a hacer ahora.
De repente, Xena sintió una presencia tras ella. Instintivamente giró, agitando su espada.
¡¡Xena!! gimió Gabrielle. Dio un salto hacia atrás, levantando su báculo para defenderse de la espada que se dirigía hacia su cabeza.
El corazón de Xena saltó hasta su garganta y sus ojos se abrieron ante la sorpresa, seguida por el miedo, y la furia rápidamente.
¡¡Gabrielle!!- gritó la guerrera, el corazón latía salvajemente en su pecho, Por poco decapita a su amada. ¡¡¡Nunca, JAMÁS, te escurras tras de mi así otra vez!!!.
El pecho de Gabrielle se hinchó y terminó en rápidos gemidos mientras asentía. Sus nudillos estaban blancos de apretar con tanta fuerza su báculo. Observó el marcado rasguño que la espada de Xena había dejado en su báculo como un recordatorio de su indiscreción casi fatal.
¡¡Uhhh!!, lo siento Xena, pero no había forma de que me quedara at
¡Shhh! - Xena susurró, cogiendo a la bardo por el brazo y señalando a la figura moviéndose en la oscuridad. Los ojos de Gabrielle se abrieron con renovado miedo.
Quédate aquí Xena le ordenó.
De ninguna manera
Xena hizo una mueca con sus ojos y volteó hacia la bardo Mira no quiero empezar con esto no ahora
Estaré justo atrás de ti Xena respondió Gabrielle con terquedad no hay otro lugar más seguro, ehh, bueno, al menos, la mayor parte del tiempo.
Bueno, la bardo era muy persistente, y no había tiempo para discutir al respecto. Le hizo una seña con los ojos a Gabrielle para que la siguiera y se dirigió hacia la ensombrecida figura que en silencio se movía cerca de la pared de la posada.
Las dos mujeres se arrastraron hacia la figura. El miedo, el de ellas mismas, penetraba el recinto ahora. Xena estaba segura de que la figura era de una naturaleza predadora, e igual estaba segura que olería su miedo así como el de Gabrielle. Sus incomparables habilidades le permitieron tales visiones conclusivas que un humano normal no hubiera siquiera empezado a percibir. Esto era tanto una bendición como una maldición, ya que el conocimiento era una llave, pero la ignorancia era a veces salvación.
La distancia que separaba a la figura y a ellas se cerraba a diez pasos. El cuerpo de Xena se tensó en anticipación de la confrontación que de seguro se desarrollaría. Sólo podía percibir vagamente la forma de la bestia. Estaba demasiado oscuro para permitirse algo más pero podía sentir la inmensidad de su presencia. Olió el inconfundible olor de la muerte y saboreó la esencia de animal salvaje en el aire. No, esta no era una verdadera descripción, ya que quedaba demasiado corta para lo que ella percibía. Era algo más, algo que bordeaba en la locura y en furia apenas contenida que rodeaba el hasta ahora inmencionado objeto de su increíble miedo. Su corazón latía salvajemente en sus oídos, o quizás era el corazón frenético de la bardo el que escuchaba. Gabrielle estaba ahora prácticamente pegada a su espalda. No se podría ni siquiera introducir un pedazo de pergamino entre las dos aunque fuera para salvar sus vidas. Era hora de hacer un movimiento.
¡¡AIIYAIIYAIIYYYYY!! Xena dejó escapar su grito de batalla, saltó en el aire, dando un giro y aterrizó a dos pies de la forma amontonada, con la espada alargada y lista.
¡¡AAAHHHHHH!!! una voz femenina gritó, desgarrando el aire de la noche y resonando a través de la niebla del miedo y anticipación.
Entonces Gabrielle gritó por detrás de ella y los ojos de Xena se abrieron en terror cuando la bestia volteó para revelarse.
La figura encubierta levantó sus manos en defensa de la espada de la guerrera y se encogió hacia el piso en señal de sumisión.
Espera por favor - la pequeña voz rogaba temblorosamente.
Xena retrocedió unos cuantos pasos inseguros y tropezó contra Gabrielle. Ambas mujeres saltaron.
La figura, sintiendo su miedo se paró y levantando su capucha reveló a la más hermosa joven que alguna vez hayan contemplando. A excepción de ellas mismas, por supuesto.
Lo siento tartamudeó. Recorrió distraídamente sus dedos por su Largo y abundante cabello castaño rojizo. Miró a las dos mujeres con cautela. ¿Las asuste?. Estaba sacando la basura Yo ustedes son ..- su voz se desvaneció mientras señalaba la espada de Xena.
La boca de la guerrera permanecía abierta, quizás un poco más que la de la bardo. Eran como estatuas congeladas en el pasaje, incapaces de moverse o de hablar. Lo único que daba pruebas evidentes de que no estaban hechas de piedra era el rápido subir y bajar de sus pechos al respirar.
¿Están bien? preguntó tentativamente.
Una expresión de extrañeza se esparció por su rostro, mientras el miedo hacia ellas era ahora reemplazado por asombro y ligera preocupación por aquellas dos mujeres frente a ella. Era como si acabasen de ver a un fantasma. Pero no había nada allí, sólo las ratas, la basura y ella misma. Miró tras ella para asegurarse de algún monstruo que quizás no halla visto. Satisfecha de que no hubiese nada regresó la vista para ver a las dos mujeres ante ella. La más alta de ellas, vestida en lo que parecía las ropas de un guerrero, estaba visiblemente perturbada y era aspecto oscuro, pudo ver que había palidecido. La más pequeña estaba igual congelada, cogía con fiereza una vara, y sus ojos temerosos estaban enlazados con los suyos ahora.
Al fin Xena logró decir palabra.
Lo siento, te confundí con .
¿Exactamente que?, No estaba segura. La mano que sujetaba la espada estaba temblando, y apretó el puño para ocultar cualquier signo revelador.
Yo, nosotras
La voz de Xena se desvaneció mientras observaba su amenazadora espada y EN silencio se preguntó que en Hades le había pasado. La guardó con prontitud en la funda y retrocedió aún más y sin advertirlo piso el pie de Gabrielle.
¡¡Oouuwww!! gritó la bardo, rompiendo de inmediato su estado inmóvil. Tiró su báculo y cogió su pie, empezando a dar saltos y maldiciendo.
Una sonrisa nació a través del rostro de la enmantada mujer y estalló en risas, ahora se había disipado el momento tan tenso.
¡Por los dioses! ¡Me asustaron casi a morir!- Exclamó la mujer entre risas. Ahora estaba segura de que no intentaban dañarla.
La risa de la mujer era contagiosa y Gabrielle se le unió, a pesar del dolor. Xena se relajó un poco y se permitió una ligera sonrisa.
Gabrielle miró a la guerrera y decidió que una bardo manejaría mejor esta situación. Extendió una mano a la mujer.
Lo siento, no hemos sido propiamente presentadas. Yo soy Gabrielle, y ella es mi " la voz de Gabrielle vaciló. ¿Qué eran ambas con exactitud a decir verdad?. Mi mejor amiga, Xena terminó.
Es un placer conocerte cogió la mano de Gabrielle entre las de ella Yo soy Lucinda. Mi padre es el dueño de la posada. Yo le ayudo a administrarla. Estaba sacando la basura cuando - no terminó.
Cuando casi te matamos - Xena lo hizo por ella Lo siento. Estaba segura de que había un terrible - la guerrera estaba luchando por encontrar las palabras.
Gabrielle la salvó, una vez más Sólo estamos un poquito asustadas pensamos haber escuchado algo y las calles estaban tan vacías, y, bueno Xena exagera mucho. Nunca te haría daño. ¿No es cierto Xena?. Gabrielle miró hacia su apesadumbrada compañera. Su rostro estaba perdido en sus propios pensamientos. Le hizo una seña con la ceja discretamente.
Oh, sí. saltó Xena Lo siento, si es cierto - asintió en consentimiento, esperando que sea la respuesta correcta. No había estado escuchando. Su mente estaba acelerada. Y ella estaba trabajando en los últimos minutos en contra de su mente.
Son nuevas en el pueblo. Eso lo explica todo suspiró Lucinda.
¿Explicar qué?. de repente Xena estaba muy interesada
El por qué están en la calle en la noche, por su puesto respondió Lucinda han estado ocurriendo cosas extrañas recientemente y es más seguro estando en casa.
Qué tipo de cosas con exactitud preguntó Xena.
Mira, por qué no mejor entramos. Deben estar cansadas y con hambre. Allí podremos hablar. ¿Supongo que están buscando un cuarto?. preguntó Lucinda. No se sentía segura fuera de la posada, en especial ahora que el sol había desaparecido por completo y la luna llena se alzaba.
Esa es una maravillosa idea saltó la bardo Estamos buscando un cuarto y por su puesto, ¡¡comida!! - Gabrielle le sonrió a Lucinda. La mujer le había agradado de inmediato. muéstranos el camino.
Lucinda caminó hacia la salida del callejón y Gabrielle le siguió.
Soy bardo, pense que quizás pueda contar algunas historias - caminaron hacia la calle principal.
¡Oh una bardo, maravilloso! , Seguro que nos vendrá bien algo de entretenimiento.
Ambas fueron conversando, dejando a Xena de pie, aún en el callejón. Gabrielle notó al final que no las había seguido.
¡¡Xena!!, ¿Vienes con nosotras? ¿Qué haces allí? - Gabrielle volteó hacia Lucinda susurrando Puede parecer un poco dura, pero una vez que la conozcas veras que tan sólo es un gatito en serio.
Seguro pero si que luce amenazadora, y esa es una tremenda espada la que tiene. Nunca antes había visto a una mujer guerrera. Pero creo que su nombre me suena familiar.
¡Debería!. Ha salvado a mucha gente. Solía ser algo villana, pero ahora lucha por la verdad. ambas esperaron a que Xena se les uniera. La bardo observaba a la guerrera caminar hacia ella. ¡¡No es magnifica!!.
En verdad que sí. Lucinda sonrió y miró a la pequeña llamada Gabrielle.
Mucha gente había pasado a través de su aldea. Vio la mirada de admiración en el rostro de la mujer y supo de inmediato que sólo necesitarían un cuarto con una sola cama. Bonita pareja, pensó. La noche estaba pareciendo volverse muy interesante después de todo. Esta no era la visita acostumbrada que se quedaba en la posada. Seria refrescante tener a mujeres inusuales con quienes hablar. Había hecho ya una anotación mental de darles la habitación más romántica disponible. ¡Ah! Enamorarse, suspiró por dentro. No era de ese tipo, pero tenía que admitir que admiraba la belleza y la cualidad majestuosa de la alta guerrera de cabellos negros. A medida que se le acercaba, tuvo una vista más cercana de sus facciones y lucia aún más hermosa a la luz de la luna, ahora que expresaba una sonrisa.
Haré que el muchacho del establo se encargue de tu caballo dijo Lucinda Por aquí señoritas - y las condujo a la posada.
Xena dio una última mirada cautelosa al oscuro pasaje, moviendo su cabeza con incredulidad, y siguió a las mujeres por la puerta.
CAPÍTULO III
La calidez de la posada las recibió mientras pasaban por la puerta, contrastando enormemente con la fría humedad que se había desplegado por el valle tras el ocaso. El calor estaba mezclado con un suculento aroma de buena comida y fuerte oporto. Era un establecimiento bastante bueno, aunque simple en su amueblado. Había un bar a la derecha, cerca a la puerta, y varios hombres sentados en una larga banca, bebiendo oporto y mirando de soslayo a los extraños con gran interés. A la izquierda había mesas con sillas, las cuales eran utilizadas para cenar y para reuniones grandes. Lucinda llevó a Gabrielle y a Xena a una esquina retirada, iluminada por un candelabro.
Xena examinó a la clientela con precaución. Siempre estaba alerta en caso de que alguien la reconociera de sus antiguos días de mercenaria, esto se había vuelto un peso que tenía que llevar. Esta noche no era ella misma y no estaba en humor para alguna confrontación, un severo contraste con sus tempranas fantasías sobre una vigorizante lucha. Aunque las miradas estaban sobre ellas, nadie les dio problemas esa noche. Era como si los aldeanos estuvieran tan asustados como la misma guerrera.
Xena y Gabrielle se sentaron y Lucinda fue a buscarles la cena y ver lo del cuarto. Estaban solas al fin. La guerrera se sentó con una silenciosa y tiesa mirada que atravesaba a la bardo.
Xena dijo Gabrielle no había respuesta..
Xena - la voz de la bardo se levantó ligeramente, moviendo su mano frente al rostro de la guerrera.
Por los dioses, odiaba que Xena se pusiera así, silenciosa y distante. Sabia que aún estaba mal por lo que casi ocurre en el callejón. Pero nada había pasado y todo estaba bien, y tenía hambre ahora
¿Puedo quitarme le top y bailar sobre la mesa?.
¿Hmmmmm? respondió Xena, sus pensamientos a millas de distancia seguro Gabrielle. Uno también para mí.
¡Xena! gritó Gabrielle bajo una voz apagada, cogiendo a la guerrera por el brazo, tratando arduamente de no hacer una escena. ¡Háblame! unos cuantos clientes observaron a la pequeña pelirroja coger del brazo a la guerrera y apartaron con rapidez la vista vaya geniesito que tenía.
Xena miró a los ojos de Gabrielle. Por fin logró su atención. La bardo suspiró con algo de alivio.
Entonces ¿Cuántos dinares debo cobrar por bailar en la mesa?
¿Que?! preguntó al fin la guerrera, escuchando a su implacable interlocutora ¿De qué hablas? - observó a la bardo, quien le estaba sonriendo. Lucia tan hermosa a la luz de las velas, en especial cuando sonreía traviesamente.
Bueno, al fin tengo tu atención masculló Gabrielle ¡un poco más y me quitaba el top y cumplía mi promesa!
Lo siento Gabrielle aún pienso en lo que acaba de pasar, o mejor dicho en lo que no pasó dijo, con la frente arrugada de preocupación.
Nos asustamos, quizás lo que sea que está manteniendo a la gente dentro de sus casas estaba arrastrándose por ahí y nosotras simplemente no lo vimos
Xena se inclinó acercándose a la bardo pero "eso" es el punto Gabrielle "estaba" allí y yo lo sentí, y eso es lo que en verdad me confunde
Pero ..- Gabrielle fue interrumpida mientras Lucinda colocó dos copas frente a ellas. Una era de un fuerte oporto, adivinando que a la guerrera le gustaría, y la otra de un buen vino de la bodega de su padre.
Gracias Lucinda dijo Xena, mirándola y notando por primera vez los profundos y atravesantes ojos verdes, muy parecidos a los de Gabrielle - ahora, ¿Nos puedes contar acerca de este problema que tienen?
Tengo algunos clientes esperando - Lucinda le sonrió también les conseguí una habitación y la cena está siendo preparada. En cuanto pueda trataré de robarme un momento para sentarme a conversar un poco. Por que no se relajan y disfrutan, están a salvo aquí y con eso se fue para atender el servicio de más oporto y cenas.
Xena suspiró. Seguras aquí, ¿Qué en Hades quiso decir?, Se preguntó. Seguras era un término relativo, seguras era algo
¡Xena! - gritó la bardo - toma un trago. ¡Te relajará un poco!
Pudo ver a la guerrera desvanecerse en sus pensamientos otra vez. Gabrielle había jurado sobre esto del vino tan sólo hace unas horas atrás, pero bajo las circunstancias pensó que no haría daño el tomar sólo esta. Tomo un pequeño trago tentativo del veneno que casi la mató la noche pasada.
Un trago, pensó Xena, creo que en verdad necesito uno. Tomó la copa y tragó de un sólo tiró todo el contenido.
Gabrielle se quedó con la boca abierta. Le hizo una seña a Lucinda por otra.
Habían terminado ya un tazón de deliciosa sopa y unas tajadas de pan horneado. Bueno, en realidad la bardo había comido la mayor parte. Siempre estaba dispuesta a comer, no había temor de lo contrario. Gabrielle se recostó sobre su silla, llena al fin. Observó a Xena, quien parecía impacientarse en espera de Lucinda. Ya había vaciado cuatro copas esperando a la mujer y Gabrielle estaba preocupada de que guerrera no estuviera en condiciones más tarde si seguía con este proceder destructivo. Tenía planes para ella esta noche. Pero mientras repasaba esto en su mente vio los ojos de Xena encenderse y volteó para ver a Lucinda dirigirse a su mesa con una nueva ronda de oportos que incluía una para ella también.
Disculpen por la espera usualmente nunca estamos así de ocupados con todos así de temerosos de andar por las calles nunca habíamos tenido tantas ganancias. Lucinda sonrió mientras servía un trago para cada una y se sentaba Es gracioso como suceden las cosas ¿no es así? suspiró. Miró a la mujer guerrera y sus ojos vagaron hacia una pequeña mancha morada en su cuello. Se sonrojó ligeramente y trató de no mirar.
Gracioso no seria la palabra dijo Xena. Se dio cuenta de que Lucinda estaba mirando su cuello. Hizo una nota mental de buscar en el primer espejo que encontrase en la posada ahora dime todo lo que pasa se inclinó hacia la mujer, con la copa en la mano, en un ademan casi amenazador.
¡Xena! gritó Gabrielle mientras volteaba hacia Lucinda le gusta ir al punto, pero por favor, tomate tu tiempo - la bardo le sonrió a Lucinda y le dio una mirada a la guerrera quien por fin entendió el mensaje, retrocediendo un poco en su amenazadora pose.
Si, bueno comenzó Lucinda en realidad no hay mucho que decir. Empezó sólo hace unos meses atrás. Lo recuerdo bien. Era mi cumpleaños veintiuno aquella noche. Mi padre hizo una pequeña celebración en la posada para mí. Fue esa noche cuando los problemas empezaron. Solston, un granjero de la aldea, tenía un gran rebaño de ovejas. Esa mañana descubrió varias de sus ovejas muertas en su granja. - dijo mientras tomaba un gran sorbo de su copa.
¿Cómo murieron? masculló Xena mientras se inclinaba hacia la mujer otra vez. Ignoró el pie de Gabrielle pateándole con fuerza bajo la mesa.
Bueno. Las mató un animal salvaje, algunos dicen que fue algo más, así que creo que fueron
De repente Lucinda sintió como si estuviera siendo interrogada. Las palabras le fallaban mientras observaba los azules y atravesantes ojos de la guerrera. Empezó a sentir los primeros espasmos de temor aunque sabía que eran infundados y un sudor frío empezó a escurrirse. Entendía que Xena sólo trataba de ayudar pero aún así tenía una increíble urgencia de escapar de la posada. Sus pensamientos de pánico fueron interrumpidos por una voz tras ella.
Fueron mutiladas - sonó una voz tras ellas de miembro a miembro como nada antes visto.
Las tres mujeres voltearon para ver a un hombre parado unas mesas atrás, empuñando una copa y moviéndola ligeramente, casi como en trance. Era algo fornido pero lucia pequeño por sus espaldas caídas en derrota, y su voz era obsesionada y distante. Ahora todos los ojos en la posada voltearon para ver al solitario hombre, cuyo nombre la mayoría sabían que era Solston. Pero era ahora una sombra de lo que fue y su rostro tenía esa palidez enfermiza de aquel que estuvo cerca a la muerte o bebido de su oscuridad.
Toda conversación había cesado mientras la gente esperaba a que Solston continuase. Los aldeanos habían escuchado la mayor parte de lo que sabía, pero la manera escalofriante en que narraba su historia seguía aún enterrando una daga de terror en sus huesos, una que estaban tratando de disipar con el licor esa noche. Una vez más fueron hipnotizados por sus palabras.
Solston empezó a hablar, sus ojos descansaban sobre nadie en la posada, mas muy lejos sobre la bestia que aún no había nombrado.
Encontré la primera oveja muerta esa mañana. Ya había visto la obra de otras bestias en mi granja. Las trampas que había puesto usualmente las había mantenido a raya, a la mayor parte, eso, y mi confiable can Tapper. su voz titubeó al mencionar a su fiel compañera. Hizo una pausa para beber de su copa de cerveza, espesa y amarga, y continuó. Tapper siempre fue una orgullosa sabueso, nunca se escapaba de una pelea, sin embargo, cuando salí al campo aquella mañana no la pude encontrar en ningún lado. Pero eso no fue todo. Las ovejas habitualmente están pastando tranquilas por la cerca en la mañana, pero en vez de eso, el rebaño entero estaba apretado en un círculo, como si estuvieran consolándose entre ellas, y con un miedo aterrador en sus ojos. Yo he sido un granjero de ovejas toda mi vida y nunca he visto comportamiento que se compare a este antes. Nunca.
Gabrielle miró a Xena y luego al público en la posada. Como bardo, nunca había llegado así de cerca de capturar la atención de la gente, tal como este hombre lo estaba haciendo ahora. Sintió una ligera envidia, a pesar de las circunstancias. Volteó para escuchar sus palabras.
Y entonces avisté los despojos por la colina. Podía verlas brillar en la luz del sol de la mañana. Me acerqué para investigar, maldiciendo a mi confiable can en el camino. Cuando llegue al área, me hizo retroceder un hedor tan fuerte que casi regreso mi desayuno. Aún así, estaba impresionado por la visión ante mí, y no tenía otra opción más que mirar a los restos de lo que una vez fueron mis ovejas. Había miembros y entrañas esparcidas por todo el pasto, en un patrón no descifrable. No podía discernir en donde terminada una oveja y donde empezaba la otra. Sólo eran grisáceos pedazos de cuerpos mezclados con la teñida lana roja de su pelaje.
Xena lanzó una mirada a Gabrielle y notó que un ligero color verdáceo cubrió su rostro. Vio a la bardo tomar un profundo trago, y luego volteó rápida hacia el hombre.
Era un enredo sangriento sí, pero no era la sangre lo que me molestaba hizo una pausa para tomar otro trago era el hecho de que haya tal desorden. No podía saber cuantas ovejas habían sido atacadas, pero debieron haber sido al menos cuatro o cinco, ya que los restos de al menos dos aún estaban allí. Conté rápido a mis ovejas, y luego, pensando haberme confundido, las conté otra vez. Sólo me faltaban dos, lo cual significaba que la bestia que las destruyó nunca se las comió - se detuvo para repasar esto por un momento, ya que lo había estado persiguiendo por algún tiempo. Y si no mató para alimentarse de mis ovejas, entonces ¿Para qué las mató?.
¿Estás seguro de que no había señales de dagas? preguntó Xena, rompiendo el hechizo en la gente. Todos voltearon para ver a la guerrera, y rápidamente a Solston de nuevo para escuchar su respuesta.
El hombre no se dio visualmente cuenta de ella, ya que aún tenía la mirada fija en un espacio vacío, muy lejos aún, en aquella colina de tal mañana soleada. Empezó otra vez
No había marcas humanas en esas ovejas, sólo colmillos poderosos y enormes garras pudieron haber causado tal destrucción. Oh no, he visto muchas muertes, por muchos depredadores en mis tiempos, pero, por Zeus como testigo, nunca había visto nada tan extraño como esto, tan violento, tan sin sentido, tan enloquecido - la voz del hombre perdió entonación, mientras levantaba su puño en el aire, temblando ante demonios invisibles y fantasmas sin nombre. Levantó su copa, pero estaba vacía. Un aldeano le alcanzo rápido su propia copa de cerveza, para que pudiera proseguir.
Dijiste " eso" declaró Xena, interrumpiendo una vez más la historia de Solston - ¿Cómo puedes estar seguro de que no era una jauría de lobos o cerdos salvajes? - la multitud volteó al unísono hacia la guerrera y luego otra vez hacia Solston.
Solston tomó un buen trago de su nueva copa y dijo Por que he visto a la bestia con mis propios ojos la misma noche siguiente.
Uno podría haber atravesado el aire en la posada con una daga, estaba tan espesa de la tensión. La gente pendía de cada palabra de Solston. Y con esa última declaración un pequeño grito entrecortado y colectivo escapó de los clientes atrapados en el hechizo la bardo.
Gabrielle observó alrededor del cuarto. Suspiró por dentro. Sabía que nunca sería capaz de trabajar en esta aldea. ¿Cómo podría competir con esto?. Una ligera envidia se mezclaba con un miedo mayor evocados de las profundas palabras del hombre, y rezó en silencio por que estuviera exagerando. Seguro que si lo estaba, ¿o no? . Tomó un gran sorbo de vino, y volteó para escuchar el resto de su tormentosa historia. Al Hades con la resaca, necesitaba otro trago.
Tienen que entender esto, yo estaba más frenético que el Hades en ese entonces. Y más aterrado como nunca antes me han visto. Y no había nadie en quien verter mi furia. Me fui hacia la granja, a buscar a Tapper. ¿Por qué ese maldito animal nunca me advirtió?. Ni un sólo aullido cruzó sus labios aquella noche mientras dormía. Parte de mí temía encontrarla muerta, la otra parte la iba a matar si no era así. Cerca de una hora me la pasé buscándola, llamándola, pero no la veía. Mi frustración crecía y agité mis puños al cielo, ordenando a los mismos dioses a que terminasen esta locura que me había sobrevenido. Estaba punto de darla por muerta, cuando me percaté de un movimiento desde la esquina de mi ojo. Vi, con algo de estupefacción, como Tapper se deslizaba lentamente por debajo de mi pórtico, su barriga arrastrándose por el polvo, sus ojos desquiciados de pánico y terror. Toda la furia se desvaneció de mí entonces, y una pena lastimera me invadió. Ya que sólo la presencia del demonio pudo haber provocado tal reacción en lo que fuera antes una orgullosa y leal amiga. Solston hizo una pausa, para alejar una lágrima que amenazaba cruzar su mejilla.
Xena dio una mirada a Gabrielle, a quien notó, con ligera sorpresa, tener lágrimas en sus ojos también. Tal criatura sensible era su Gabrielle. La vio levantar la copa hacia sus labios, su mano temblando ligeramente. Y notó otra vez, con más interés, que estaba tomando de nuevo, y su temprana súplica ya olvidada. Volteó hacia el aldeano de nuevo, sorprendida cuan envuelta se encontraba ella también con sus palabras. Sólo la bardo la había conmovido así. Pero tenía que permanecer separada del éxtasis de la historia y desgranar los hechos si iba a resolver este problema.
¿Dijiste que vistes a la bestia? Xena preguntó directamente, esperando que llegue al punto rápido.
Una vez más la gente volteó hacia Xena, esta vez con ligera irritación. Encogió los hombros con inocencia y la multitud volteó hacia la historia de Solston, algunos mascullos de desapruebo se oyeron a través del cuarto.
Traté de reanimar a mi perra, pero no había nada que pudiera hacer. Ella yacía allí, inconsciente de todo su alrededor, y ya no me reconocía como su amo. Esto, más que cualquier crueldad que se me haya infligido a mí o a mi granja, era lo más doloroso. Juré en todos lados que mataría lo que había matado el alma de mi fiel amiga y pasé el resto del día poniendo trampas y afilando mis armas. En mi ansia por venganza tomé en cuenta toda precaución racional y me senté a esperar en la entrada, a lado del despojo viviente de lo que una vez fue Tapper. Vi el sol ponerse en el horizonte, y me quedé allí, con la esperanza de que la bestia regresase a mí Solston hizo una pausa.
Y - Xena insistió desde el fondo del cuarto, impacientándose. Gabrielle le dio una suave patada con el talón de su bota y le lanzó una mirada.
Esta vez la muchedumbre ignoró su interrupción en una decisión colectiva y tácita. Todos los ojos estaban sobre Solston.
El sol ya se había puesto hace mucho, y la luna, ahora por completo llena, colgaba en el oscurecido cielo iluminando mi valle con un brillo plateado, todos los colores se habían desvanecido del paisaje. Mantuve mi confiable espada en alerta, pero estaba cansado, y mis ojos estaban perdiendo la batalla con morfeo. Me esforcé por mantenerlos abiertos pero sucumbí con rapidez ante las pesadillas de mis sueños.
Xena sacudió los ojos con impaciencia. Confiable espada, pensó, es probable que nunca haya usado una. Y quedarse dormido mientras vigilaba, bueno, no estaba sorprendida para nada. Pero se mordió la lengua y siguió escuchando, temiendo hacer otro comentario, por que entonces empezaría un motín.
No sé por cuanto tiempo dormí pero de repente desperté con inquietud y salté de mi silla. Las ovejas estaban de nuevo apretadas entre ellas y arrastraban sus patas con nerviosismo. Había una electricidad en el aire que hacia que se erizase los bellos de mis brazos y espalda. Me esforcé por escuchar cualquier señal de la bestia, que seguro estaba cerca. Sentí ojos inhumanos sobre mí y sabía que estaba siendo observado y mis propios ojos se movieron con rapidez alrededor, fervientemente, buscando la dirección de la espectral mirada. Mi fiel perra yacía en le suelo, temblando a mis pies. Estaba aterrado, me alejé de la entrada, hasta donde se encontraban las ovejas, ya que estaba seguro que eran el objetivo de la bestia. Pero me estaba auto engañando, por que sabía que yo era la presa y cobardemente me moví hasta mi rebaño, con la esperanza de que la bestia encontrara interés en una caza diferente aquella noche Solston dejó caer su cabeza, en un ademán de vergüenza ante esta admisión.
El auditorio dio un suspiro al unísono, sintiendo la vergüenza de Solston como la propia. Todos tomaron un trago de su respectiva copa.
Me quede allí, entre mis ovejas, en medio del círculo protector, y me volví uno con la manada y su terror. Esperé, tal como las ovejas, con tan sólo la esperanza de no ser el escogido en esta oscura noche. Escuché un estrepitoso rugido detrás de mi casa. No se parecía a ninguno que haya escuchado antes, como si viniera del mismo Hades. Un calambre cruzó mi espalda, y mis piernas amenazaban con ceder. Estaba lleno de pánico, cada fibra de mi cuerpo me gritaba que huyera, pero estaba congelado allí, en el círculo, mi cuerpo ya no obedecía a mi mente. Una sombra cruzó sobre nosotros, y alcé la vista para ver que una nube cubría la inmensa luna que colgaba sobre mí, tal como destino espectral. La oscuridad descendió sobre nosotros como un manto ensombrecido, y sólo me pude esforzar por ver la forma que ahora se arrastraba hacia mí, en sus cuatro patas. Solston dio una pausa, pasando saliva con fuerza.
El gentío imitó su proceder. Gabrielle tomó la copa de Lucinda y bebió de ella. Xena se inclinó un poco hacia atrás con la esperanza de que "finalmente" revele la identidad de la bestia.
Pude ver que su forma era inmensa, mientras mis ojos se ajustaban a la oscuridad. Mi cuerpo tembló ante el terror de ver que se acercaba al círculo. Entonces lo olí. Era el olor de la muerte, de furia apenas contenida, de locura. Sus ojos entrecerrados brillaban con un rojo de ira, parpadeando ante mí, y revelando enormes y agudos colmillos. Podía escuchar su respirar áspero, y al acercarse a mí, vi que su forma estaba cubierta de pelaje, pero no de un animal terrenal, de esto estaba seguro. Levanté mi espada, mis manos temblaban, y la bestia se levantó en sus patas traseras en respuesta. Se erigió sobre mí, mientras yo me hundía en la tierra, mis piernas cedieron finalmente, mi espada se resbaló de mi mano, ya olvidada. Me arrodillé allí, con la mirada fija en los fieros ojos de la bestia, y espere mi final. Solston hizo otra pausa, haciéndosele difícil terminar.
El público en general contuvo el aliento.
Entonces la escuché. Su rugido era estrepitoso y lleno de ira. La bestia se detuvo y volteó hacia el pórtico. Tapper rompió a correr y se lanzó hacia el asombroso demonio. La bestia la atrapó con sus patas delanteras alzadas, y escuché el crujir de la espina de mi leal compañera, cuando las poderosas garras la destrozó instantáneamente. Miré en los ojos de mi fiel amiga, quien, una vez más me reconoció en su último acto de sacrificio. Vi que la luz desaparecía de sus ojos, y entonces mis piernas encontraron su fuerza. Volteé y corrí del redil, tan rápido como pude. No miré hacia atrás, por temor a que la bestia estuviera sobre mí, con sus poderosas mandíbulas envolviéndome en una baile mortal. Corrí hasta que las piernas se me entumecieron y por último colapsé como una ferviente pila, lejos de mi casa y del horror que allí sucedió. pausa Debí haberme desmayado, por que cuando desperté era de día otra vez. Estaba por completo entumecido al regresar a mi granja. Llegué a la entrada de mi corral y examiné los despojos de las ovejas que una vez más me habían sido arrebatadas, y allí, entre ellas, yacía el cuerpo de mi perra Tapper.- terminó. Las lágrimas corrían de sus ojos. Se sentó y cubrió su cabeza con sus manos, sollozando en silencio, en memoria de su confiable amiga.
No había ni un sólo rostro sin lágrimas en el establecimiento. Las lágrimas se resbalaban por el rostro de Gabrielle, quien le dio una mirada a Xena, notando que una pequeña lágrima se escapaba, escurriéndose por sus estoicas facciones.
¿¿Xena?? le susurró
Xena miró a su compañera No se que puede ser - sabiendo instintivamente la pregunta de la bardo. Necesito más información.
Xena volteó mirando a Lucinda ¿ Han visto otras veces a la bestia?
Lucinda salió de su aturdimiento, lejana aún en el pesar de Solston y se dio cuenta de que la guerrera le estaba hablando.
Yo ¿Qué?
Xena suspiró impaciente. - ¿Han visto otras veces a la bestia?
No. No con exactitud. Todos los aldeanos se juntaron y formaron un grupo de cacería. Pero no había huellas de la bestia que Solston describió. Las semanas pasaron, y la aldea volvió a su cause normal, y tales acontecimientos parecían menos reales con el pasar del tiempo. Incluso, algunos comenzaron a pensar que fue pura imaginación de Solston. hizo una pausa. Pero entonces regresó.
Xena y Gabrielle se inclinaron, escuchando atentas las palabras de la hermosa mujer.
El ganado de la granja de Heninson fue encontrado mutilado, de la misma forma anterior. Casi nada había sido consumido. No tenía sentido en lo más mínimo. Y en las dos noches siguientes, más ganado fue perdido de la misma forma inicua, sin sentido. sacudió su cabeza.
¿Y cuando fue eso? preguntó Xena atenta.
Fue hace un mes, exactamente. Cuando la luna estaba brillante, llena. Y otra vez, la bestia no dejó rastro, y no se le ha visto desde entonces. La única conclusión que hemos hecho es
La fase final de la luna creciente terminó Xena por ella la cual empieza esta noche. Y eso explica por que todos están en sus casas, ¿no es verdad?
Si, hay algunos entre nosotros que temen que Zeus haya maldecido nuestra aldea. Algunos dicen que ha enviado un demonio desde el monte Lyceus. Hay un antiguo templo allí, del cual se dice que es visitado por los espíritus de los muertos. Algunos dicen que un tiempo hubo horribles sacrificios allí sacrificios humanos. Se dice que un malvado rey de Arcadia sacrificó a un bebe en el altar, derramando la sangre de un inocente. Cuentan que Zeus lo convirtió en lobo.
¡Que terrible!- gritó Gabrielle
Lucinda asintió. Hemos postrado algunas ofrendas en las ruinas del templo, pero no sabemos si esto lo apaciguará. suspiró.
¿Y tu que piensas?. preguntó Gabrielle
Yo creo que regresará, y ninguna ofrenda en el templo detendrá su maligno descenso en nuestra villa. dijo Lucinda, atragantándose pero estamos seguros aquí. Y esta vez, los granjeros han cercado su ganado lo mejor que han podido. También hemos atado una oveja cerca a los limites de la ciudad, con la esperanza de que si viene, irá directo hacia allá, en vez de atacar la aldea. Sólo podemos esperar y rezar para que este demonio pase por sobre nosotros.
Así que sólo van a sentarse aquí, tal como corderos ante la matanza, y esperar - comenzó a hablar Xena, pero fue interrumpida cuando la puerta de la posada se abrió en par.
El cuarto entero saltó al unísono, y volteó aterrado hacia al puerta. Un guerrero de aspecto tosco y sus compinches entraron y se encaminaron hacia el bar. Suspiros de alivios fueron rápidamente reemplazados por cautela, mientras la banda de hombres, bastante armados, sacaban a empellones de sus bancas a clientes y se sentaban.
Los ojos de Xena se estrechaban mientras veía que los vagos se abrían paso a empujones para llegar hasta los tragos.
El que parecía el líder cogió hoscamente por la camisa al padre de Lucinda.
Quiero cerveza para mis hombres y rápido gritó.
Lucinda se estaba levantando, pero la mano de Xena la cogió del brazo, mientras le hacia una seña para que se quedara sentada. Pareciera que después de todo si iba a tener esa lucha relajante que necesitaba. Xena se levantó y se dirigió al bar.
El líder volteó, encarando a los clientes, cerveza en mano. Era un hombre grande, sus oscura y estropeada cabellera colgaba a través de sus hombros. Empujó la cerveza por su garganta, derramando la mitad de su contenido por su quijada partida. Secó su cara con la mano alzada, y una sonrisa amarillenta cruzó su rostro. Todos sus hombres bebían de sus copas, ruidosa y groseramente, golpeándolas en la mesa, y reclamando el servicio.
¡Ustedes parecieran que han visto un fantasma! masculló el líder hacia los clientes sentados ¿Dije algo malo?! rió y le dio un pequeño golpe a su compañero más cercano, volteó hacia el bar y fijó su mirada en el dueño.
Escuché que el negocio ha estado muy bueno estos días ¿es verdad?? se inclinó amenazante, extendiéndose por sobre el bar.
¿Cuál es tu interés? una mujer dijo tras él.
Giró con incredulidad. Sus ojos se abrieron más, algo sorprendido, al voltear para ver a una hermosa mujer de cabellos negros, que parecía vestir atuendos de guerrero. ¡Y estaba armada, por los dioses!. Pero, ¿Qué era esa cosa redonda de metal que colgaba de su cintura?. Entonces sus ojos viajaron por sus musculosos muslos y regresaron hacia su peto de bronce. Su mandíbula cedió cuando finalmente fijó la vista en esos fríos ojos azules de la mujer.
¿Acaso tu madre nunca te dijo que era grosero mirar así? Xena giró su puño y lo aterrizó directo en su rostro, soltando las palabras y el golpe en simultáneo. La cabeza del hombre voló golpeando el bar.
Se recuperó con prontitud y saltó hacia Xena. Ella se hizo a un lado con calma, viéndolo perder el balance y aterrizar sobre una mesa llena de clientes. Uno de ellos estrelló su copa en su cabeza, como aditivo mientras se levantaban y se alejaban de la mesa. Gruñó de furia y rodó.
Sus hombres habían desenvainado sus espadas y se lanzaron también hacia la mujer. La mayoría de los aldeanos permanecieron sentados y observaron con incredulidad y fascinación creciente. Dos de los hombres más cercanos giraron sus espadas hacia el centro de la mujer, pero hicieron contacto con el aire, mientras ella dio un salto hacia arriba, girando en medio del aire y aterrizando en la mesa, sobre el líder, quien todavía estaba reclinado sobre la misma. Este observó sus caderas, ahora al nivel de su cabeza y se congeló. Ella estrelló sus piernas dolorosamente contra su cráneo. Lo liberó y vio como se sumergía en el piso, en un silencio pétreo.
Sus compañeros, cuatro en total, observaron atónitos. Rodearon a la guerrera con algo de inquietud y las espadas alargadas. Xena se encontraba ahora sonriendo visiblemente, lo cual enervaba aún más a los hombres. Dos se lanzaron hacia adelante con sus espadas, pero Xena ya estaba en movimiento. Dio un salto vertical en el aire y al mismo tiempo pateó con ambas botas, haciendo contacto con los dos hombres que se lanzaron. Dos sonidos fuertes y crujientes resonaron por toda la posada, y ambos hombres se deslizaron por el piso, medio inconscientes. Miraron hacia ella, con ojos empañados, mientras esta aterrizaba en sus pies.
Los otros dos hombres lanzaron sus espadas a sus piernas, pero ella estaba por demás adelantada a ellos. Saltó hacia atrás, aterrizando en la mesa adyacente, para sorpresa de los inmóviles clientes sentados allí. Pateó la espalda del más cercano de los dos hombres, tumbándolo hacia una mesa vacía, golpeando a su compañero en el camino. Aterrizaron como algo amontonado y mezclado en el piso, retorciéndose de dolor y sorpresa, pero más que nada, de vergüenza.
Xena bajó de un salto y aterrizó sobre el líder. Se arrodilló en su pecho, mirando con furia a su forma temblorosa. Él la miró visiblemente asustado.
Mi nombre es Xena. le dijo mientras le sonreía creo que no nos han presentado apropiadamente.
Él yacía ahí, petrificado, hasta que se dio cuenta de que ella estaba esperando una respuesta
Yo yo.. soy Keltore - tartamudeó. Su voz era apenas un susurro.
Bueno, recuerda esto Keltore le espetó si alguna vez veo tu miserable despojo de nuevo, será tu último día en esta tierra.- se inclinó aún más ¿Me hice entender?
Keltore asintió con torpeza y gotas de sudor formándose en su frente.
¡¡Ahora largo de aquí!! le advirtió, al tiempo que se levantaba y se hacia a un lado.
Se alistó velozmente, al igual que los otros, tropezando como rebaño tras su salida de la posada. Keltore dio una última mirada mientras salía del local. Sus ojos se estrecharon llenos de odio por esta mujer y juró que la mataría, pero en algún otro momento , pensó. Él y los otros dejaron la posada, y escapando hacia la noche, con la cola entre las piernas.
La puerta de la taberna se cerró y el público estalló en aplausos continuos. Este espectáculo de admiración avergonzó a la guerrera, quien volteó y regresó hacia la mesa y la seguridad de la esquina. El dueño la detuvo.
No se como agradecerte empezó
No te molestes dijo Xena
Es lo menos que puedo hacer por favor mirándola a los ojos
Bueno, gracias. aceptó y le regresó la mirada con ojos sonrientes. ¿Quizás pueda ayudarles con su problema?
¡¡No!! gritó, temblado visiblemente no quiero que nadie salga herido o que se arriesgue - su voz se desvaneció.- ¡Deben partir mañana!. Este lugar no es seguro. No mientras la luna este llena.
Mientras ustedes permanezcan aquí temerosos - le dijo, pero también volteó hacia la multitud y hablo más alto seguirán siendo presa para este demonio. miró a su alrededor, a través de la habitación. tienen que levantarse y enfrentarlo. O por siempre serán perseguidos por esta bestia, y por sus propios miedos.
La habitación se quedó en silencio. Nadie podía verla a los ojos. Necesitaré algo de tiempo para formular un plan, pero yo capturaré a su bestia. le hizo la promesa a los aldeanos.
Gabrielle se encogió con claridad en la esquina. No Xena, rogó por dentro, por favor no.
Es muy tarde para hacer algo esta noche. Primero veamos si regresa. Luego construiremos una trampa para atraparla. - terminó, y con ese último pensamiento, que dejó para que se estableciera entre los aldeanos, se encaminó hacia Gabrielle. Vio la mirada en el rostro de la bardo y supo que no estaba complacida.
¿Dijiste que tenias un cuarto?. - Dijo Xena cuando se acercó a Lucinda y a Gabrielle.
Lucinda asintió, y condujo a las dos mujeres por el pasadizo, hacia el interior de la posada, en dirección al mejor cuarto de la casa. Xena evitó los ojos de la bardo, pero los sentía tras de si, ardiendo en su espalda mientras cruzaba el pasadizo, hacia la privacidad, y quizás, hacia su primera pelea.