Parte 2


 

CAPÍTULO IV

 

¡Estás loca!!!!!!!!! – gritó Gabrielle, cavilando frente al fuego.

 

Xena estaba sentada en la cama, observando a la bardo crear un sendero en la alfombra que yacía frente a la chimenea. No decía nada, por que sabía que no importaría lo que dijera en ese momento. La bardo estaba renegando y ella decidió esperar a que acabara. Observaba con algo de humor, mientras los brazos de Gabrielle se balanceaban en el aire frenéticamente. Se veía tan linda cuando estaba molesta.

 

 

Gabrielle se detuvo y volteó para observarla.

 

¡¡Xena!! – casi ladró – Por que siempre te debes encargar de los problemas de otros.

 

La guerrera sólo la miraba atenta. La bardo empezó a caminar de un lado a otro, de nuevo. Se detuvo y volteó para mirarla otra vez.

 

Mira, …esta cosa…lo que sea que sea, suena aterradora… tu no puedes simplemente salir y ………

 

Su voz se entrecortó al notar una pequeña sonrisa apenas contenida en la esquina de la boca de Xena.

 

Xena – dijo severa, sus ojos intentaban darle a la guerrera una de sus miradas, pero perdía el punto. Empezaba a molestarse. - ¿Que es tan gracioso? ¿Te puedo preguntar? ¿Hmmmm?

 

Miró furiosamente a su guerrera sentada en la cama y luciendo tan bien como para comérsela. Maldita sea por lucir tan bella, pensó. Maldita sea por …… perdió el hilo de sus pensamientos al ver a Xena palmear la cama, a lado de ella, haciéndole una seña para que se siente. La bardo se quedo allí, atravesada por la sensación de empezar otra frenética cavilada o de soltarse y sumergirse en la suavidad de su guerrera. Levitó en la indecisión por un breve momento.

 

 

Xena observaba a la bardo dudar, y sabía que estaba muy cerca de atrapar a su presa. Le sonrió a su amante, y le disparó a Gabrielle con las mejores de sus suaves miradas que pudiera dibujar. Los ojos de Gabrielle se derritieron y supo que la tenía.

 

El corazón de la bardo se contrajo ante la visión de Xena luciendo tan melancólica y de inmediato fue a su lado. Se acercó y se sentó de lleno en la cama, al lado de su orgullosa guerrera, con lágrimas formándose en sus ojos. Xena pasó su brazo alrededor de la bardo y la acercó más.

 

Shhhhh – susurró Xena, mientras jalaba a la bardo hacia ella, con su cabeza descansando en la de Gabrielle, ahora acunada en sus hombros.

 

Oh, Xena… - susurró Gabrielleestoy asustada.

 

Lo sé – dijo, abrazándola más fuerte. Permanecieron allí, sentadas y entrelazadas, observando el fuego por un rato, antes de que el toque de la puerta las interrumpiera.

 

Xena se levantó y fue hacia la puerta, irritada ante esta intrusión en este momento privado.

 

¿Quién es? – gritó

 

Soy yo, Lucinda.. - habló tras la puerta cerrada, algo dudosa – les traje el agua para el baño.

 

La ceja de Xena se arqueó y una sonrisa juguetona cruzó su rostro. Abrió la puerta con un gesto de bienvenida.

 

Pasa por favor.

 

Lucinda terminó de llenar la tina, y caminó hacia la puerta para salir

 

Si hay lago más que necesiten…

 

Te avisaremos…. – terminó Xena, con su brazo descansando en el marco de la puerta. Miró a Lucinda, quien lucia algo evasiva. – ¿Pasa algo raro?

 

No, nada. Sólo quería agradecerles por lo que están haciendo ……… nosotros.. – empezó Lucinda.

 

Ya lo hicieron. – Xena la interrumpió una vez más, impaciente. Observó a la mujer y notó que no se veía bien. – ahora deja de preocuparte y descansa un poco. Todo estará bien. – Le calmó.

 

Entonces advirtió, con ligera irritación, que la mujer no le estaba escuchando. Estaba como mirando a través de ella, hacia la ventana. Xena volteó para mirar también. La luna se veía desde la ventana abierta, estaba ahora en lo alto de la noche. Lucia incluso más grande de lo normal, pero Xena estaba segura que era su imaginación lo que le hizo pensar así.

Me voy…… - dijo Lucinda con rapidez y antes de que Xena pudiera decir adiós, desapareció por el pasadizo, en la oscuridad.

 

Xena quedose parada con la puerta abierta, preguntándose que acababa de pasar.

 

¿Xena? – la llamó Gabrielleel agua se enfriara si te quedas en la puerta mucho rato.

 

Xena volteó, para ver a la bardo deshacer los lazos de su top, y olvidó con rapidez todo lo que le incomodaba. Cerró la puerta y caminó hacia Gabrielle, mientras retiraba su peto con calma.

 

 

CAPÍTULO V

 

Me duele la cabeza – gruñó Tennus, uno de los hombres de Keltore.

 

El grupo estaba caminando por la carretera, hacia el bosque que bordeaba el valle. Algunos estaban cojeando, con hombros desencajados y todos estaban mascullando obscenidades entre dientes.

 

Cállate o en verdad haré que te duela. – gritó Keltore, con dientes tambaleantes.

 

Su cabeza palpitaba más con cada paso que daba, pero no lo decía abiertamente para no ser criticado. Su odio por aquella mujer crecía más con cada daga punzante que se estrellaba en su cabeza. Estaba ciego ante todo lo que le rodeaba, a excepción del azul helado de su mirada que no podía borrar de su mente.

¿Ahora que hacemos Keltore?. – se quejó Stanton tras de él.

 

Dejen de auto compadecerse y déjenme pensar, maldita sea. - gritó Keltore, encogiéndose, cuando una nueva ola de dolor atravesó su cabeza bajó el tono de su voz considerablemente. – caminamos un poco más y acampamos. Luego haremos un plan de ataque. Quiero a esa guerrera muerta. – profirió la última línea cual veneno.

 

Tennus se rió tras de él – Debes estar loco. – los otros se le unieron.

 

Keltore quedose tieso y giró hacia sus hombres. Las risas murieron en sus labios

 

Si ninguno de ustedes es lo suficiente hombre para seguirme, hablen ahora. – gritó, con ojos delirantes de furia.

 

Yo …sólo dije que….. – la voz de Tennus vaciló. Miró nervioso a los otros – Quiero decir, ella es….

 

Keltore inclinó sus ojos irados hacia el rostro de Tennus – ¿Ella es qué?!!

 

Tennus se encogió perceptiblemente, luego recuperó fuerza interna para decir su parte

 

¡Ella es una guerrera por demás increíble de lo que puedas esperar!! - , inclinándose sobre Keltore, con su propia furia reemplazando el miedo inicial a su líder.

 

El rostro de Keltore se sacudió ante la furia difícilmente contenida, su rostro se tornó en carmesí profundo. Observó a sus otros hombres y su furia se incremento al ver en sus ojos concordancia con los sentimientos de Tennus. Cerró sus ojos para ganar algo de control y respiró con profundidad. Los hombres contuvieron su respiración en temor de lo que estuviera por venir en este mortal intercambio de verdades.

 

Hubo una extensa pausa en la que ningún hombre se movió. Entonces, de repente, sin ceremonia alguna, Keltore volteó sobre sus talones y se alejó, hacia el bosque.

 

¡¡Entonces están por su cuenta ahora!! – dijo, mientras desaparecía entre las sombras de los arboles. – ¡La sangre de Xena será sólo mía! – y con eso último se fue.

 

¡Keltore! – Tennus lo llamó, pero sabia que era inútil. No lo volvería a ver. – Maldito bastardo. – masculló entre dientes.

 

Volteó para mirar a los otros tres hombres, con rostros tiesos, esperando como perros falderos, y con la habilidad de pensar por ellos mismos hace mucho perdida.

 

Larguémonos de aquí. Quiero poner la mayor distancia posible entre nosotros y esta ladea.

 

Y con esa frase fue aceptado por unanimidad que Tennus sería su nuevo líder. Se encaminó hacia la carretera y los otros lo siguieron con torpeza.

 

 

CAPÍTULO VI

 

Xena…..- Gabrielle dijo distraídamente – es increíble…oh sí….por los dioses……

 

Ah –ja - respondió Xena, hablando con suavidad en la oreja de la bardo

 

Sí, Xena, eso es, Oh sí……justo ahí…ese es el punto……ah ja….Gabrielle se encogió, al tiempo que se recostaba sobre la guerrera. El vapor de la tina se alzaba por su rostro. La luz del fuego bailaba a través de su brillante piel.

 

Xena masajeaba el nudo en el hombro de Gabrielle, sintiendo al fin ceder el apretado músculo y sucumbir ante su contacto.

 

Bueno, ¡si no te hubieras escabullido así por detrás de mí, no hubieras tenido que deslizar tu báculo con tanta rudeza!.

 

¿Hummmmm? …… - Gabrielle murmuró desde algún lado, muy lejos, sus ojos entrecerrados, sumergiéndose en las fuertes manos de la guerrera, en su espalda.

 

De hecho, - continuó Xena - Tal como yo lo veo, tu deberías estar masajeando *mi* espalda…… después de todo, fue a mí a quien casi se le sale el brazo tratando de contener el embate de mi espada.

 

¿Humm? ….. seguro Xena……eso es,…… más a la derecha……oooh, ahí está……… sí, eso es,.. – suspiró Gabrielle, su voz más tranquila ahora, mientras luchaba con Morfeo para permanecer despierta y disfrutar este placer. La bardo no pudo sostener más su cabeza, deslizándose hasta descansar en el hombro de Xena. Perdía la lucha, pero ya no parecía importarle.

 

En realidad, el hombro me duele como el Hades, y no me molestaría si tu …… - la voz de Xena se apagó mientras sentía que el cuerpo de la bardo se aflojaba sobre ella – ¿Gabrielle? – dijo en su oreja. Movió sus hombros ligeramente – ¿Gabrielle?

 

¡Genial! – se dijo.

 

Dejó de masajear los hombros de Gabrielle, y se sumergió más en la tina, llevándose a la bardo con ella. Se maldijo en silencio ante el error fatal de darle a la bardo el masaje primero. Era nueva ante estos intercambios, pero debió haber supuesto. Suspiró, mientras envolvió sus brazos con fuerza alrededor de Gabrielle y se preguntó que iba a hacer ahora que estaba despierta por completo y sexualmente cargada. Observó a su durmiente compañera y una calidez invadió su corazón. Se veía tan inocente cuando dormía. El fuego relucía a través del cabello de la bardo, Xena levantó una mano para juguetear con los largos mechones húmedos. Por los dioses que era perfecta. Su mano se deslizó distraídamente para coger los pechos de Gabrielle, sonriendo al ver el pezón endurecido, incluso mientras dormía. Gabrielle gimió con suavidad y acunó más su cabeza en el cuello de Xena. Una cálida descarga atravesó la ingle de la guerrera cuando ajustó su abrazo en la bardo. - Detente Xena, - se reprendió, - si sigues con esto vas a salir mal. – Retiró su mano del pecho de Gabrielle con renuencia y la envolvió alrededor de su cintura, donde esperó estuviera a salvo.

 

Alejó su mirada de la bardo, ya que resultaba muy tormentoso continuar y volteó su cabeza hacia la ventana. Yacía allí, en la tina, abrazando a la mujer de sus sueños, y observó con cuidado la luna, la cual, a su vez, la escudriñaba a ella desde el cielo distante

 

 

 

 

CAPÍTULO VII

 

¿Crees que este bien, Tennus? - Stanton dijo con fuerza, rompiendo el silencio que se había impuesto entre la banda de hombres desde que se apartaron de Keltore.

 

Vivirá. – respondió Tennus distraído.

 

Estaba más preocupado con su repentino liderazgo. Cuando chico había dirigido un pequeño grupo de niños, pero sólo había sido un juego. Nunca había tenido que comandar, liderar en verdad. Se estremeció con la aprehensión que venia ante esta nueva responsabilidad, caminaron por la carretera, flanqueada en ambos lados por el espeso bosque. La luz de la luna iluminaba el sendero, permitiéndoles que la caminata se realizara con poco esfuerzo.

 

¿Vaya que era increíble, no es así Tennus? ¿Eh? – Stanton lo empujaba.

 

¡Te quieres callar! – gruñó Tennus – ¡No puedo escuchar mis pensamientos!. Cómo se supone que yo…… - su voz se detuvo de repente cuando sus oídos escucharon el inconfundible sonido del crujir de una rama al borde del claro siguiente, estaba bastante seguro, justo allá arriba, a su derecha. Cogió el brazo de Stanton. Sus ojos se entrecerraban en dirección proveniente del sonido– ¿Alguien escuchó eso? – preguntó al grupo.

 

Todos se detuvieron. – ¿Escuchar qué?. – preguntó Stanton.

 

Nadie respiró, quedándose congelados en el camino, escuchando cualquier señal de ruido. Sólo los usuales sonidos de la noche recibieron el esfuerzo de sus oídos.

 

Tennus se relajó un poco y suspiró. Estaba asustado. Necesitaba descansar. Volteó para ver a todos los ojos sobre él, esperando por órdenes. Un ligero temor se esparció desde el fondo de su corazón.

 

Nada, creo…, vámonos.

 

Caminaron algo más, con un poco de aprehensión en sus pasos. Los pensamientos de Tennus se remontaron otra vez a sus inseguridades, mientras sus hombros se endurecían en respuesta. Casi no notó el segundo sonido que vino de más adelante y a su izquierda de nuevo. Se detuvo en seco, los bellos de los brazos y espalda se erizaron instintivamente.

 

Los otros hombres se detuvieron todos. También escucharon el inconfundible sonido de una rama crujiendo y todos los ojos voltearon en tal dirección.

 

 

¿Escucharon ahora eso?? – preguntó Tennus, mirando de nuevo a sus hombres.

 

 

Todos asintieron y sacaron sus espadas. Tennus también, respirando profundo. Algo los estaba siguiendo y estaba en algún lado, al borde del bosque. Se dio cuenta que con esto del liderazgo venían ciertas desagradables responsabilidades ………… como ir primero.

 

Titubeó.

 

¿Keltore? – llamó a tientas.

 

¿Eres tu, Keltore? – no había respuesta

 

Pasó saliva con fuerza, dándose cuenta, de repente, que su boca estaba muy seca. Esto es una locura, pensó, sólo fue una maldita rama rompiéndose. Pero su corazón había empezado a latir con vigor en su pecho, y sintió el inconfundible sentimiento de unos ojos sobre él.

 

Se esforzó por ver las formas en el borde los árboles, pero sólo había oscuridad allí. Reunió sus fuerzas y se encaminó hacia la oscuridad del bosque, en dirección del sonido. Nadie lo siguió.

 

Escucha Keltore…… - continuó – Podemos arreglar esto…… mira, ni siquiera quiero este trabajo……… por Hades, puedes quedártelo……… - hablaba, mientras sus ojos se agudizaban en todas direcciones, buscando al líder caído.

 

Se detuvo otra vez, y escuchó. Pensó notar los débiles sonidos de respiración. Volteó para preguntarle a los otros si podían escuchar eso, pero se sorprendió al no ver a nadie tras él. ¡¡Esos bastardos!!. Esos malditos apestosos cobardes……, pero el hilo de sus pensamientos fue cortado por el sonido de hojas crujientes. Su mente calculó con rapidez la dirección del sonido, un miedo aterrador apretó su corazón, mientras alzaba la vista con lentitud. El último pensamiento que cruzó su aterrada mente cuando la bestia saltó desde el árbol y le arrancó la cabeza del cuerpo, no era el de su muerte inminente, no, fue la repentina comprensión de cuan sobrestimada era el liderazgo, en verdad.

 

¿¿Escucharon eso???? – preguntó Stanton a los otros dos hombres. Alzó su espada frente a él, sus brazos temblaban. Volteó hacia los dos hombres, para ver el pánico en sus ojos. Ellos asintieron torpemente.

 

Stanton tragó saliva y se dirigió hacia el bosque, en la misma dirección de Tennus. Giró y vio que los otros dos estaban parados.

 

¡Muévanse!!. – les ordenó. Los dos despertaron y lo siguieron.

 

Dio unos pasos hacia el bosque, dejando que sus ojos se ajustaran a la oscuridad.

 

¿Keltore? ¿Tennus? ¿Alguien?? – llamó con nerviosismo.

Nada.

 

Dio unos pasos más, pero casi pierde el balance cuando tropezó con un objeto en el suelo del bosque. Se recompuso y profirió algunas maldiciones. Miró hacia abajo, esforzándose por ver con lo que había tropezado. Sus ojos se abrieron con espanto al ver en los vidriosos ojos de la cabeza que una vez fuera de Tennus. Gritó fuertemente y los otros saltaron. Stanton siguió gritando mientras atravesó corriendo a los otros dos aturdidos hombres, encaminándose hacia la carretera. Lo siguieron presas del pánico.

 

Los tres corrían veloces de regreso a la aldea. Stanton todavía seguía gritando, y los otros junto con él. Stanton volteaba la vista hacia atrás mientras corría, tambaleándose con desesperación a lo largo del camino. Los otros sentían el terror de él como el suyo propio, todos, como ganado aceleraron, con sus corazones en las gargantas, y las espadas girando delirantemente en el aire.

 

Stanton escuchaba las hojas moverse y las ramas quebrarse ha su izquierda, mientras corría. Ajusto más la carrera, mientras una nueva onda de terror apretaba su corazón. Lo que sea que haya matado a Tennus venia por ellos, e igualaba el paso de ellos con facilidad. Los otros oían también esto, por lo que corrieron más rápido de lo que podían.

 

 

**********

 

Keltore se sentó con torpeza en el suelo del bosque. Estaba contemplando su futuro y reciente pasado. ¿Cuándo fue con exactitud que todo salió mal cuando parecía ser un buen día?. Nunca antes se había sentido tan sólo. Traspasó este dolor al de su cabeza, añadiéndolo a su odio por la guerrera. Ella había arruinado todo, Ah, las va a pagar, va a …. Sus pensamientos fueron interrumpidos por gritos lejanos, Keltore supo instintivamente que provenían de sus hombres. Saltó, sacó su espada y se lanzó en dirección de aquellos gritos.

 

**********

 

Había un peso terrible en su pecho. No podía levantarse, aunque ella tratara con desesperación de hacerlo. Pudo oír su respirar, abrió los ojos para verla agazapada sobre ella. La bestia tenía ojos de fuego. Sus colmillos eran largos y cortantes, y le sonreía salvajemente, mientras se inclinaba sobre su cuerpo caído y le desgarraba la garganta….

 

Xena se despertó con un sobresalto, el agua salpicó sobre su rostro cuando una de sus manos se deslizó y cayó en un lado de la tina.

 

Miró a su alrededor con cautela, sus instintos guerreros estaban en alerta completa. Su respirar estaba acelerado, sofocado. Observó a la durmiente bardo, y levantó espontáneamente su mano hacia el cuello de Gabrielle, para saber si aún estaba con ella. Estaba soñando, pero parecía tan real.

 

Sintió en el aire la misma electricidad que sintiera antes.

 

¡Gabrielle!! – movió a la bardo – despierta.

 

¿Qué??Gabrielle masculló. Xena la estaba sacudiendo con fuerza – Hey – gruñó – estoy despierta.

 

Xena se salió de la tina, dejando a una aturdida bardo mirándola con ojos temerosos.

 

¿Qué pasa Xena?.–preguntó Gabrielle, ahora despierta por completo.

 

Xena corrió hacia la ventana, con el agua escurriéndosele, desnuda. Se quedo inmóvil y afinó su oído.

 

Gabrielle se atragantó y observó a la guerrera con preocupación creciente. La bardo se levantó de la tina, temblando, el calor del agua ya había desaparecido hace mucho.

 

Xena escuchó el débil, pero inconfundible sonido de gritos y su cuerpo se tensó. Corrió hacia su ropa y se la puso de un tiro.

 

¡Xena! – gritó la bardo – ¿Qué ocurre? ¿Qué haces? – vio a la guerrera recoger su espada y chakram. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. - ¿Adónde vas??.

 

No hubo tiempo para recoger su armadura. Corrió hacia la puerta y volteó para ver a su sobresaltada amante, aún parada, asustada y con el agua escurriéndosele.

 

Afuera. ¡Quédate aquí!. ¡NO TE MUEVAS!!. – le ordenó, tratando de ocultar el miedo que iba creciendo dentro de ella.

 

Cerró la puerta de un golpe, y cruzó el pasadizo corriendo, con el cabello empapado, ojos abiertos por demás, sus pies desnudos dejando una huella de agua a su paso. Escuchó a Gabrielle llamarle una última vez, pero casi no la percibió, presto aún menos atención a unos sobresaltados clientes que aún quedaban, con sus bocas abiertas, mientras miraban a la guerrera pasar de largo por ellos, hacia la noche.

 

*********

Los tres hombres corrían desesperados, pero era una carrera que no ganarían, y este punto empezaba a serle muy claro a Stanton. Su aliento salía en jadeos al trabajar sus pulmones fervientemente en un intento desquiciado por bombear el oxigeno necesitado para que siga adelante. Era inútil. Pero aún así corría, con los otros cerca a él. Escuchó el primer grito de dolor que provino tras él. Sintió el porrazo de uno de sus compañeros cayendo al suelo, escuchando el nauseabundo desgarre de lo que sólo pudo haber sido carne humana. La bestia aulló, atravesando el aire nocturno, Stanton aceleró. No podía mirar hacia atrás, por que sabía que lo único que vería, lo que sólo pudo haber venido del Tártaro mismo, lo atraparía para matarlo.

 

*********

Xena corrió hacia la carretera, en dirección hacia los gritos, maldiciendo internamente por no haber ubicado el lugar del establo en donde estaba Argo. Corrió veloz, ya que sabía que el tiempo no estaba de su lado. Estaba inconsciente de las piedras y escombros que cortaban sus pies descalzos. Una fría corriente recorrió su espalda al escuchar el aullido de la bestia resonar por el sendero, por lo que apresuró su paso, un temor la embarcaba, como nunca antes había sentido.

 

********

Los ojos de Stanton ahora estaban saliéndose de sus cuentas mientras corría empapado en sudor y jadeando con dificultad. Escuchó a su otro compañero gritar y luego el sonido de su cuerpo estrellarse al suelo. Más ruidos desgarrantes llenaron el aire de la noche, el seguía escapando enloquecido de pánico, su cerebro ahora se conectaba con sus ancestros de muchas lunas atrás, ya olvidados hace tiempo, cuando ellos eran los cazadores, pero en ese entonces habían diferentes bestias.

 

*********

Keltore había escuchado el grito antinatural de la bestia, pero siguió avanzando. Luego vio a Stanton corriendo hacia él, enloquecido. Se detuvo para hacerle una señal a Stanton con la mano e iba a llamarlo por su nombre, pero las palabras nunca salieron. Vio algo moverse tras Stanton, y sus ojos se abrieron desmesuradamente.

 

Stanton vio a Keltore parado en el camino, su corazón se alivió ligeramente, pero duro poco. Sintió el jalón y las garras poderosas de la bestia hundirse en su espalda. Aterrizó sobre él, y su mundo se oscureció.

 

Keltore quedó congelado en el camino. Vio a la bestia descender sobre Stanton, con sus colmillos destrozándolo desquiciadamente. Estaba furiosa. Volteó hacia la luna y dio un bestial aullido que debilitó las piernas de Keltore, quien en un acto involuntario se arrodilló en el sendero, sucumbiendo ante el espanto y el horror. La espada cayó de sus manos, colisionando contra el polvo del camino.

 

La bestia alzó la vista cuando oyó el sonido. Sus rojos ojos se entrecerraron y su hocico se arrugó con un gruñido, revelando sus mortales colmillos destrozando la carne en tiras. Tiró a un lado a su presa y se encaminó hacia la figura arrodillada.

 

Keltore vio a la bestia dirigirse hacia él, veloz y con intenciones mortales. No podía mover sus miembros. La vio acercársele, escuchando el silencioso eco de sus patas sobre el polvo del camino. Había una ensordecedora ausencia de los sonidos de la noche que notó con extraño desapego. Su mente se esforzaba por liberarse de la prisión de este cuerpo que había quedado en el claro. La bestia se acercó, su cálido aliento estaba sobre su cuello, pero aún así no se movió. Sus ojos observaron la locura contenida en los ojos de la propia bestia, pero aún así, no se movió.

 

La bestia lo estudió por un leve segundo, como preguntándose por esta extraña señal de sumisión. La espuma de sus labios chorreaba sobre el cuello del hombre. Olfateó el olor de la sangre que corría a través de las venas de él, y mordió su carne para beber el cálido líquido, de la única manera que sabía, para apaciguar su sed de sangre.

 

AYYYYIIIIIIII - el grito de guerra de Xena perforó el aire nocturno, rompiendo el mortal silencio. Dio un salto al aire, girando, y aterrizó a diez pasos de donde se alimentaba la bestia.

 

Empinó su cabeza en sorpresa y antes de que pudiera saltar hacia adelante, un objeto de origen desconocido llegó volando a través de la oscuridad de la noche. Una ligera mirada de sorpresa surgió en ella, seguida de inmediato por un aullido de dolor, cuando el objeto hizo contacto directo con su pata delantera levantada. Olió su propia sangre y vaciló, sus ojos miraron con cuidado a la nueva presa que se encontraba orgullosamente de pie en el camino. Olas de dolor atravesaron a la bestia. Aúllo llena de furia una vez más, con sus poderosos colmillos alzados hacia la luna, y saltó hacia la oscuridad del bosque, lejos del objeto de su agonía.

 

Keltore observaba arrodillado, el dolor pulsaba en su cuello. Vio a la bestia desaparecer en el bosque, él volvió a tomar conciencia de su cuerpo. Se puso de pie, y se encaminó hacia el bosque también, en dirección opuesta, desquiciado del pánico y atravesado por el dolor, apretando su cuello, mientras la sangre fluía a través de sus manos.

 

¡Espera!!!!Xena le gritó.

 

La guerrera corrió hacia el borde del camino por donde desapareció el hombre. La luna no iluminaba en la densidad del bosque, y ella sabía que seria inútil seguirlo. Regresó hacia donde la bestia había huido, pero abandonó cualquier pensamiento de capturarla. Caminó hacia la luz de la luna, su pecho agitándose con rapidez mientras luchaba por recuperar su aliento. Se inclinó y recogió su chakram, examinando la sangre derramada en ella. Desde una rendija de sus ojos vio el primero de los cuerpos iluminado por la luna, y un sentimiento repugnante apretó su corazón. Caminó hacia él, y lentamente empezó a recorrer el rastro de destrucción.

 

 

CAPÍTULO VIII

 

¿Creeshh que la matsee?? – preguntó Solston, balbuceando notablemente.

 

Bajo circunstancias normales no bebía mucho, pero ahora todo era bastante distinto. Había decidido, apenas comenzada la noche, que no dejaría este aposento hasta que el sol salga. De esto estaba seguro.

 

Nuktimos no lo escuchó. Estaba de pie, tras el bar, limpiando copas distraídamente, sus pensamientos corrían veloces en temor de lo que estuviera pasando mientras ellos estaban sentados al calor de la posada. Para ahora ya había secado la copa que tenía en manos como diez veces. La dejó y la volvió a coger, empezando el ritual de nuevo.

 

Yo digo que la atrapó – dijo otro cliente, algo más lejos, en el bar – Quiero decir, ¡Qué puede hacer una sola mujer en contra de un demonio enviado desde el mismo Hades!

 

Cinco dinares a que regresa - una voz exclamó desde una mesa trasera.

 

Diez dinares a que no – alguien retó. Más clientes bebidos se unieron, y las apuestas se fijaron.

 

La puerta de la posada se abrió de par en par y todos se congelaron, todos los ojos voltearon. La guerrera entró, su cabello revuelto, aún húmedo, adherido a los lados de su cabeza, y notaron con repugnante fascinación que parecía estar cubierta de la cabeza a los pies con sangre y polvo. No reconoció a nadie, mas miró de frente y caminó hacia el pasadizo que conducía directamente a los cuartos. Se detuvo a la entrada del pasadizo y dijo:

 

No se olviden de recoger las ganancias. – y dejó el cuarto.

 

Las mandíbulas cayeron al unísono y luego, como por una indicación tácita, todos sacudieron sus cabezas, y se alejaron de la barra, los dinares quedáronse allí, sin ser tocados, como símbolo de su vergüenza colectiva.

 

Gabrielle caminaba de un lado a otro, frente al fuego, otra vez, ahora vestida del todo. Estaba fuera de si por la preocupación. Cogió su báculo y se dirigió a la puerta. Se detuvo y lo dejó otra vez. Había hecho una promesa. Empezó su desquiciado caminar de nuevo.

 

La puerta del cuarto se abrió, y Xena entró. Gabrielle volteó a verla, un gemido escapó de sus labios.

Oh, Xena…- susurró, sus manos cubrieron instintivamente su boca.

 

Xena cerró la puerta y se reclinó sobre ella. Su cabeza se ladeó hacia atrás y cerró los ojos con la esperanza de que esto desvaneciera las horribles visiones aún frescas en su mente.

 

Gabrielle estaba sobre ella, buscando desesperada cualquier signo de heridas ya que había tanta sangre.

 

¿Estás herida Xena??

 

Xena movió su cabeza en negativa, mientras luchaba por contener las lágrimas, y sus ojos cerrados con firmeza todavía. Gabrielle limpió una lágrima que se había escapado y guío a Xena con suavidad hacia la silla, cerca al fuego, y la sentó.

 

Xena se sentó en un silencio inmutable. Sus helados ojos azules, ahora abiertos, estaban fijos no en el fuego sino en una serie de visiones que se repetían en su cabeza, del descubrimiento y de la cremación subsecuente de los cuerpos. Dejó que la bardo lavara la sangre y el polvo de su piel.

 

Gabrielle articulaba palabras calmantes a su guerrera mientras la limpiaba. La desvistió y la llevó a la cama. Se quitó sus ropas y se echó a lado ella, que ahora temblaba de frío, y también del impacto. Gabrielle no estaba segura de quien era la más fuerte. Abrazó a Xena con fuerza, envolviendo su cuerpo alrededor de su forma temblorosa. Los ojos de Xena permanecieron abiertos.

 

Por fin, después de algún rato, Xena dejó de temblar y sus ojos se cerraron. Gabrielle esperó hasta que la respiración de Xena se volviera normal y estuviera segura de que estaba dormida. Sólo entonces se permitió relajarse, pero pasó mucho tiempo antes que Morfeo la visitara esa noche.

 

 

CAPÍTULO IX

 

Estaba sola en el redil de las ovejas, paralizada de miedo. Su aliento salía en pesados sofocamientos, mientras giraba de un lado a otro en forma desenfrenada. Estaba allí, pero no podía verla. Entonces la escuchó venir por ella desde atrás y volteó en esa dirección. Se alistó en posición de batalla. Apareció de pronto por la entrada y saltó hacia su garganta. Giró su báculo alto en el aire, haciendo contacto con sus terribles garras. Aúllo de dolor y rodó por el piso. Lanzo su báculo y lo estrelló en su cabeza. El crujir de los huesos resonó en la noche. Levantó su báculo una vez más y golpeó otra vez. Estaba desesperada, mientras golpeaba una y otra vez, el crujir del báculo sonaba estruendosamente. Pero la bestia no moría, se levantó del polvo y saltó hacia ella. ¡Xena!!!!!!!.

 

Gabrielle se levantó gritando. Sus ojos estaban abiertos en pánico al sentarse en la cama. Estaba jadeando, y lágrimas salían de sus ojos. Escuchó el resonar de su báculo, y miró sus manos. Pero estaba en la cama y su báculo lejos de ella. Se dio cuenta que había sido sólo un sueño, volteó a la ventana para ver el resplandor del amanecer desplegándose, el sol estaba ahora en lo alto del cielo. Los fuertes resonares, de lo que sólo podía ser martillos, hacían eco a través del cuarto. El ruido venia de afuera. Suspiró con amplitud y cerró sus ojos, mientras su respiración se calmaba.

Un ruido vino de la puerta. Se quedo inmóvil en la cama.

 

¿Hola? – dijo una voz –¿Está todo bien allí?

 

Le llevó a Gabrielle unos segundos para reconocer la voz. Era Lucinda.

Estoy bien…yo… - su voz se entrecortó. No estaba bien.- espera un segundo.

 

Se levantó y fue hacia la puerta, cuando se dio cuenta de que no tenía nada puesto. Regresó, cogió su top y su falda, poniéndoselos mientras se dirigía a la puerta, notando que tomaría algo de tiempo acostumbrarse a esto de dormir desnudas.

 

Abrió la puerta, para ver a Lucinda allí, con el cabello desordenado, ojos hundidos y visiblemente preocupada.

 

Por los dioses Lucinda, ¿estás bien?

 

Lucinda miró a Gabrielle, quien estaba con el cabello desmarañado, los lazos de su top atados en desorden y su falda alrevés, y se preguntó lo mismo acerca de ella.

 

Luces como el Hades – dijo al fin.

 

Tu también – replicó Gabrielle.

 

Ambas mujeres quedaronse en una pausa, en el umbral de la puerta por un leve segundo, observándose la una a la otra, y luego rompiendo en risas.

 

Vamos, entra. - dijo por fin Gabrielle.

 

Lucinda siguió a Gabrielle, y ambas se sentaron en la cama, frente a frente, sonriendo todavía.

 

Escuché tu grito. Me levantó, y vine corriendo. Pense que algunas arpías te habían atrapado, me asustó tanto.

 

Tuve una horrible pesadilla - explicó GabrielleEsta bestia estaba tras de mí. La golpeé con mi báculo…pero…simplemente no……. moría… - su voz se silenció ante la repentina comprensión de que había estado tratando de matar algo, aunque sólo en sus sueños.

 

¡Yo también tenía pesadillas! – respondió Lucinda algo agitada – no las recuerdo con exactitud. Creo que estaba corriendo………corriendo a través del bosque. No estoy segura……… Es este demonio. Nos tiene a todos en el borde. Siento como si no hubiera dormido ni un rato.

 

Gabrielle bajó la mirada hacia la cama, al tiempo que un silencioso temor se esparcía. Podría matar si llegase el momento. Y qué si Xena hubiera estado yaciendo allí………… . Sus sentimientos protectores se detuvieron al notar las primeras gotas rojas derramarse en las sabanas. Siguió el rastro, hasta que se detuvo en el brazo de Lucinda.

 

¡Lucinda!!! – gritó – ¡estas sangrando!.

 

Lucinda miró su brazo y sus ojos se abrieron completamente. Sólo entonces sintió el dolor.

 

¿Qué paso? .- preguntó Gabrielle mientras inspeccionaba la herida. No era tan grave, pero parecía tener ya algunas horas.

 

No sé……… - Lucinda balbuceó. Miraba hacia otro lado, y un color enfermizo venía a su rostro. No podía mirar, la sangre le enfermaba. – Quizás me golpeé con algo cuando dormía……… ¿Está muy mal?

 

No, no en realidad ……… aunque parece hecho por algo muy afilado… - Gabrielle meditó sobre esto – Siéntate aquí. Tendré que darle algunas puntadas.

 

¡Puntadas!! – gritó Lucinda, con algo de pánico. Su vista se nubló. Cerró sus ojos, y se afianzó más a la cama.

 

Oh, no te preocupes – dijo Gabrielle, mientras se levantaba y rebuscaba entre sus bolsas de viaje. – Tengo mucha experiencia. Xena me ha enseñado muy bien. – regresó con los implementos necesarios y se sentó en la cama.

 

¿Dolerá?. – preguntó Lucinda con algo de aprehensión.

 

Sólo un pocoGabrielle vio la angustia en los ojos de Lucinda, y se esforzó muchísimo en ser lo más delicada posible mientras empezaba a limpiar la herida.

 

Lucinda estaba mirando fijamente por la ventana, no podía soportar ver.

 

Xena es muy especial para ti – dijo

 

Gabrielle suspiró, - Si, así es. Ella es … - una ola de emoción la invadió ante el recuerdo de la noche pasada. - … muy especial – Terminó.

 

Sólo espero que yo pueda encontrar a alguien así de especial algún día. – dijo Lucinda tranquila. Volteando su cabeza para mirar a los ojos de del la bardo.

 

Gabrielle miró a Lucinda. Ni una palabra se dijo, pero vio el entendimiento y la aceptación en sus profundos ojos verdes. Sonrió.

 

Así será Lucinda. Yo creo que todos tienen su alma gemela en algún lado. Tú la encontraras ………… algún día.

 

Lucinda le sonrió también. – Ese será un día grandioso – de alguna forma, muy dentro de ella, sabía que esto no ocurriría.

 

De pronto aquel momento se volvió incómodo, Gabrielle sacudió su cabeza, como para remover el hechizo, y empezó a coser el brazo de Lucinda.

 

No soy conocida por muy buena cosedora, pero no te preocupes, en realidad no estoy tan mal. – rió

 

Lucinda rió con ella. El buen humor de Gabrielle era contagioso, y muy pronto después estaban conversando. Gabrielle terminó de curar el brazo de Lucinda, y de repente se dio cuenta cuan hambrienta estaba. También se preguntó en silencio que estaría haciendo Xena, o mejor dicho, como le iba.

 

¿Que tienen para comer Lucinda? – preguntó mientras caminaban hacia la puerta.

 

Gabrielle, estamos en una posada, tenemos de todo. – vio los ojos de la bardo brillar, pero la detuvo en la puerta. – Ah…. Gabrielle……

 

¿Qué?

 

Arréglate la falda.

 

Gabrielle examinó su ropa, y sus mejillas se sonrojaron.

 

Claro – respondió – Hmmm

 

Y salieron a almorzar.

 

 

CAPÍTULO X

 

Quiero esa pieza pesada por aquí – ordenaba Xena, mientras señalaba la base de una estructura de madera que estaban ocupadamente ensamblando al lado de la carretera, en donde tan sólo la noche pasada cuatro hombres habían perecido.

 

Dos hombres cargaron la enorme pieza de roble hacia el sitio, esforzándose claramente. Otros dos empezaron a fijarla en el sitio con pesados mazos. El pequeño grupo de hombres trabajó sin parar bajo las ordenes de Xena, con las espaldas sudorosas, a la luz del sol de medio día.

 

Xena inspeccionaba la obra. Se estaba desarrollando bien. La estructura era de diez pies de diámetro, franqueada por troncos de roble de un pie de espesor. Habían pesadas barras de madera, de seis pies de grosor, que iban vertical y horizontalmente alrededor de la entrada. Las puntas de las barras que atravesaban del marco inferior estaban afiladas, lo que permitían una mejor penetración en el suelo. Para cuando estuviera completa, era probable que la jaula pesara una tonelada. Xena se preguntó en silencio si esto sería suficiente para sostenerla.

 

Solston se sentó meditativo en un tronco cortado, a unos pasos. Bebía vino y ya entrado en su camino hacia la inconsciencia. Miró hacia Xena.

 

Eres más tonta que yo, si piensas en intentar atrapar a ese demonio. Sólo lograrás que te mate.

 

Es sólo un lobo – respondió Xena sin atención.

 

No volteó para ver a Solston. Aunque es un lobo como nunca antes había visto, claro, pero no quería aumentar el pánico que ya había entre esta gente.

 

¡Un lobo!! – Solston rompió en una serie de risas histéricas. Casi se cae del tronco, por lo que tuvo que afirmarse. – Un lobo del mismo Hades – y tomó otro trago.

 

Tranquilízate Solston – respondió Xena distraída.

 

Había visto su tamaño a la luz de la luna y juzgó que era enorme. Y por el rastro de destrucción ……… bueno, tenía que ser poderoso y rabioso, sin duda …… pero aún así era, sin embargo, un lobo. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de unos pasos acercándose. Afinó su oído y sonrió. Era Gabrielle.

 

¡Xena!!! – vino Gabrielle tras ella.

 

Tenía ganas de abrazar a su guerrera con firmeza, allí, en medio del claro, pero sabía que esto no era posible. Suspiró, y a cambio colocó su mano con suavidad en la espalda de Xena. Sintió a la guerrera derretirse ante su contacto, y sonrió por dentro.

 

Xena volteó, para ver que su bardo había traído tanto su cálido corazón, así como comida para ella.

 

Debiste haberme despertado …… - le susurró Gabrielle. Observó alrededor a los hombres trabajando en lo que parecía ser una enorme jaula.

 

Pense que sería mejor que los golpes de los mazos lo hicieran por mí…… es mucho más fácil que tratar de despertarte por mi cuenta. – le dijo sonriendo.

 

Bueno, extrañe tu ……… - la voz de Gabrielle se entrecortó.

 

Tan sólo una semana que habían estado compartiendo la cama, pero ya se había acostumbrado a tenerla allí. Ya no podía imaginar dormir sin ella otra vez. Ahora había un vacío cuando la guerrera no estaba a lado suyo. Se encogió ante estos nuevos sentimientos. Miró con atención los ojos de Xena, y vio el dolor de la noche pasada escondida muy en lo profundo de ellos.

 

¿Cómo estas?

 

Estoy bien. – le aseguró Xena. Pero aún no había sido capaz de apartar las imágenes de su mente. Además, estaba segura de no tener hambre. – Gracias por la comida … la tomaré después.

 

Gabrielle asintió entendiendo. – Así que, ¿Cuál es el plan?

 

Colgaremos la jaula de este árbol, aquí, y amarraremos la cuerda a este otro, por aquí. – Xena señaló dos enormes arboles, bordeando ambos lados de la carretera. – Lo engañaremos hasta este lugar, con alguna carnada, y luego cortaremos la soga. El patrón que utiliza es el de regresar a la misma área de su última matanza, así que habrá de tomar precauciones para traerlo hasta aquí. Y, con algo de optimismo, si los dioses están de nuestro lado, lo atraparemos.

 

Gabrielle escuchó a Xena explicar el plan. Parecía bastante simple, y ya sentía lástima por el pobre cordero que sea el desafortunado cebo.

 

Es una lástima que le dejemos matar otra oveja – suspiró

 

Oh, no será necesario – respondió Xena.

Entonces ¿Qué utilizaran como carnada?

 

A mí.

 


Continúa en la 3ra parte

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