DISCLAIMERS:  LOS PERSONAJES DE CECILIA Y MICHELLE SON ¡¡¡¡MIOSSS!!!! JAJA AHHHH COMO ME LIBERA DECIR ESO JAJA, PERO BUENO NO PUEDO NEGAR QUE ESTAN BASADOS EN MIS CHICAS FAVORITAS

DEDICATORIA: Esta historia esta super dedicada a mi Amiga Cecilia por tener grandiosos sueños y un MUY bonito nombre que por lo menos a mi si me suena a guerrera. Y como no, también esta DEDICADISIMO a Persefone por ser una GRAN amiga y soportarme horas de platica, contarme los capitulos de la quinta que no he visto, ayudarme en horas de desgracia, preguntarme si esta bien que me platique cosas fuertes y sobre todo por ser ella, (* paola * rogue, rogueee, disculpa que te interrumpa pero ¿que no son la misma?, * rogue * claro que no pero que reloka hasta yo se eso, * paola * bueno, si tu lo dices...)

 

CRONICAS DE UN SUEÑO PARTE 1

 

Cecilia se armo de valor y decidió que iría en contra de las reglas por una vez en su vida, de un golpe apago el estruendoso despertador y trato de volver a dormir, pero después de cinco insanos minutos de dar vueltas en la cama se dio por vencida, su cuerpo no permitía la libertad que su alma anhelaba.

Con gesto aburrido comenzó la rutina de siempre, levantarse, vestirse, café y un par de huevos para desayunar.

Desde que el mundo había adoptado el nuevo régimen la vida de todos los humanos estaba prácticamente planeada de principio a fin, Cecilia tenía apenas un vago recuerdo del mundo antes del régimen, en ese tiempo tenía tres años y en su mente quedo congelada la imagen de sus padres sentados sobre el pasto mientras reían divertidos. El ligero viento que movía de un lado a otro el cabello de su madre, los dientes blancos de su padre mientras sonreía, el azul del cielo. Había tanta libertad en sus movimientos que Cecilia guardaba ese vídeo mental como su más grande tesoro y anhelo. Le dolía sin embargo recordar a sus padres, por su edad ya eran inútiles para el régimen y estaban recluidos en un centro de concentración para la senectud, (CCS).

EL régimen dividía la existencia humana en tres fases, la fase "NECESIDAD", que iba del nacimiento hasta los trece años, en este tiempo el régimen te proveía de todo lo necesario para tu desarrollo y educación y era en esta etapa en la que se decidía que aptitudes tenías para servir a tus congéneres. La segunda etapa abarca de los catorce a los cincuenta y cinco años y es la frase "PRODUCTIVA", en este momento trabajas sin cesar para el régimen que de igual manera provee lo que necesitas y dependiendo de tu estatus te da ciertas compensaciones. La ultima etapa es llamada "DEPENDENCIA" y abarca de los 56 años hasta la muerte, en esta ultima fase tu productividad decae y ya no eres lo suficientemente valioso para mantenerte en la vida activa. A Cecilia le hubiese gustado poder visitarlos mas seguido, pero el dedicar tiempo a los improductivos era muy difícil, había que acumular 12,000 horas de trabajo y tener una producción sobresaliente.

Después de un sonoro suspiro Cecilia decidió que bastaba de autocompasión, ella menos que nadie podía quejarse del régimen, desde su etapa "necesidad" había sido privilegiada, sus dotes de mando aunados a su inteligencia y destreza física la habían situado en el casi inalcanzable grupo de los elegidos para trabajar mentalmente. Cecilia no podía decir que le gustaba su trabajo, pero lo prefería al aburrido e idiotizante trabajo manual, por lo menos ella tenía variedad.

Con pereza prendió su automóvil, este era uno de los innumerables beneficios que traía el ser un trabajador de estatus superior y en definitiva el carro era algo que Cecilia apreciaba de sobremanera, no es que los servicios de transporte comunitario fueran malos, de hecho estos eran bastante buenos, pero Cecilia disfrutaba mucho la sensación de poder y privacidad que le permitía manejar su coche.

Mientras transitaba por las calles del lugar comenzó a pensar en los últimos tres casos que tenía que resolver, el primero era un caso de rutina, un hombre que estaba a punto de llegar a la "dependencia" y era su deber elegir su campo de concentración basándose en su producción y estatus, un caso de rutina, en general fácil pero tedioso, demasiada papelería. El segundo era un poco más complicado una acusación de traición que le llevaría un buen de tiempo investigar y concluir, en este caso no solo iba en juego la vida del acusado sino la de sus posibles cómplices. Por último el caso que más intrigada la tenía, una adolescente con los suficientes cargos como para ser mandada a un CCS, en toda su vida Cecilia solo había sabido de otro caso como este y el cargo habían sido intento de homicidio contra un superior de alto estatus, esta mocosa debía ser un verdadero dolor en el trasero para haber llegado a sus manos, pero ya tendría el suficiente tiempo para arrepentirse. Con un poco de mas ánimo bajo de su carro y se dirigió a su oficina.

 

 

 

 

Alberto recorrio rápidamente los pasillos mientras recibía las usuales miradas minimizantes de sus compañeros de trabajo. A pesar de lo usual de la actitud Alberto comenzó a sentirse muy molesto, su físico no tenía nada que ver con su elevada capacidad mental, él era mucho más inteligente y capaz que la mayoría de los que trabajaban ahí, sin embargo sus congéneres lo seguían viendo para abajo y si no fuera por su alto estatus ni si quiera le hablarían.

 

"Alberto apúrate, no tenemos todo el día" La voz profunda de Cecilia saco de su ensimismamiento a Alberto.

 

"¿Cómo va tu día Cecy?"

 

"Todo bien, ¿qué tal el tuyo niño?" Alberto sonrío ante la pregunta, Cecilia era la única persona que conocía que hacia que la palabra niño sonara como un termino respetuoso y cariñoso a la vez.

 

"Bien, que tenemos para hoy"

 

"Una tercia de casos, pero tengo dos semi-resueltos, necesito que me ayudes con una acusación de traición"

 

"Muy bien ¿tienes los papeles?"

 

"Si, le puse algunas anotaciones mías a los márgenes, a ver si te son de ayuda"

"¿Tienes algún veredicto ya?"

 

"Me temo que culpable, pero no quiero mandar a nadie a un CCS sin revisar todo una vez mas"

 

"Bien ¿nos vemos a las 11:00 a.m. para revisar?"

 

"A las once esta bien, ahí te veo niño"

 

Aunque Alberto no lo aceptara, le gustaba que Cecilia le dijera niño, de cierta manera le hacía sentir querido y protegido, él estaba muy orgulloso de su independencia, pero había veces en que decidir mandar a un hombre a un CCS era demasiada presión para sus nueve años, había veces en que le hubiera gustado tirar el trabajo a la basura e irse a jugar a la pelota. Pero la mayor parte del tiempo se sentía agradecido de no tener que estar en algún aburrido instituto.

Con un poco de flojera empezó a revisar los papeles, la mayoría eran recibos de compras extras, a Alberto no le cabía en la cabeza que el hermano fuera tan tonto, todos los recibos eran de tiendas del sector tres y seguía un patrón de compras demasiado fácil de rastrear.

Todas las compras eran de artículos básicos como comida y jabón, cosa totalmente innecesarias puesto que el régimen proveía todo. En su mente comenzó a maquinar posibles salidas para esas compras, la regularidad era semanal así que Alberto abrigo la esperanza de que el acusado estuviera recibiendo una clase de visita de manera regular, lo que explicaría su necesidad de comida extra. Su corazón se acelero a medida que los minutos y las hojas pasaban, la información en contra, se basaba en la comida extra y Alberto comenzó a formar un caso base de defensa, pero el brillo de sus ojos se apago cuando leyó la primera nota de Cecilia:

"Patron de gas utilizado casi idéntico, ninguna alza significativa"

 

En la mente de Alberto se formo la imagen del ultimo condenado que vio, sus ojos tristes mientras los guardias lo tomaban preso, y se disponían a encerrarlo, por un momento los ojos del pequeño se pusieron vidriosos, pero se riñó a sí mismo y se dijo que no lloraría por un hombre que fue lo suficientemente tonto para traicionar a un sistema que lo proveía de todo. ¿Qué acaso esos estúpidos no pensaban en su familia?, ¿En sus hijos?. Alberto cerro el expediente con furia... sus padres no habían pensado en él.

 

 

 

 

 

El hombre de cabello obscuro caminaba a un paso rápido por las calles de la ciudad, se sabia seguro bajo su fachada de hombre de negocios, pero su nerviosismo le hacia voltear de vez en cuando en las esquinas. Con la aprehensión de quien esconde algo se cobijo detrás del ala de su sombrero y aceleró el paso un poco más, no podía comprenderse a sí mismo, había caminado por ese lugar cada jueves desde hace 10 años y siempre sentía la misma excitación mezclada con miedo que hacia que la adrenalina fluyera a chorros por su cuerpo. De repente un saludo lo saco de balance, un viejo conocido de su anterior trabajo, el hombre sentía su corazón latir más rápido de lo normal, pero con aparente tranquilidad monto una pequeña y cortes conversación con su conocido, no podía darse el lujo de verse apresurado y nervioso, cualquier pequeño error podía costarle los próximos años de su vida en un CCS. Cuándo por fin pudo retomar su camino el hombre se preguntó ¿qué seria de ellos cuando la noticia que llevaba se esparciera por el grupo?. Su excitación creció cuando el grande y luminoso anuncio apareció en el fondo, se metió la mano a la cazadora y saco unas monedas, la mujer de la caseta lo reconoció de inmediato y le pasó un boleto sin siquiera preguntar nada. El hombre tomó el papel y siguió su camino a la sala número 2 del cine, ni siquiera sabía que película iba a ver, pero siempre tenía la precaución de quedarse dos funciones, por si alguien le preguntaba algo del film. Rápidamente tomo asiento en la fila número cuatro, junto a la bella joven que le esperaba con una sonrisa de oreja a oreja, poco a poco la sala comenzó a llenarse y el bullicio se hizo mas fuerte, los clásicos sonidos de la gente haciendo comentarios mientras se acomodaban en sus butacas. El hombre se preparó y comenzó a jugar su papel.

 

"Hola mi amor, ¿hace mucho que esperabas?" la joven negó con la cabeza mientras añadía

 

"Apenas unos minutos" Con aparente alegría e inocencia fingida la joven pregunto "¿Cómo esta la pequeña Krimkie?" El hombre sonrió al escuchar el nombre clave con que la organización se refería a Michelle. Todos estaban muy preocupados por ella, Michelle era un tanto la hija de todos, trato de quitar toda emoción de su voz al responder

 

"Por desgracia esta muy enferma" El ceño de la joven cambió de inmediato y el hombre creyó por un momento que iban a descubrilos, pero la joven de inmediato se serenó y preguntó con preocupación que esta vez no era fingida

 

"¿Esta muy enferma?"

 

"Me temo que sí"

 

"Por favor dime que no la internaron" dijo la joven casi como un suspiro, los ojos del hombre se obscurecieron al responder

 

"Lamentablemente sí, y el problema es que el doctor no es muy paciente con los niños" la joven entonces perdió su valor y comenzó a sollozar suavemente.

 

"¿Puedes hacer algo? ¿Pueden cambiar de doctor?"

 

"No puedo hacer nada, es el mejor medico" la película comenzó a correr y ambos se vieron obligados a sentarse,

 

"Por favor avísale a la familia" La joven asintió con ojos tristes mientras volvía sus ojos ante la cinta que corría ante ella, este golpe iba a inpactar de formas inimaginables a la familia, ya la afectaba a ella, Michelle era el ultimo recuerdo de la autoridad que tenía Patricia. La muerte de Patricia había sacudido la organización desde sus cimientos, pero todos tenían la esperanza de que Michelle hubiera logrado escapar, ahora sabía que no era así, y que la posibilidad de salvarla era nula, la joven se sintió agradecida de que la cinta era un tanto triste, así podía llorar sin que los demás sospecharan o vieran mas allá de una tonta sentimental que lloraba con las películas. El hombre pasa su brazo sobre la joven que estaba a su lado, sabía por la confusión que estaba pasando, él mismo lo había sentido cuando se enteró, la sensación de zozobra y el desánimo. Pero Patricia hubiera deseado que siguieran adelante, Krimkie lo hubiera deseado también...

 

 

 

 

Michelle se sentía asfixiada en el cuarto que desde hacia tres días había sido su morada, el lugar no era ni siquiera pequeño, una habitación de unos cuatro por cuatro metros y no era un lugar obscuro, pero lo que realmente volvía loca a Michelle era sentirse encerrada, el saber que no podía hacer lo que deseaba, el hecho de que hubieran coartado su libertad.

Desde que Michelle había tenido uso de razón, su madre le había hablado del concepto "Ser libre", en un principio Michelle no entendía porque tenia que ser diferente de los demás niños, porque no podía ir a la escuela, y en cambio tenia que vivir escondida siempre. Pero en cuanto el velo de la niñez se corrió, Michelle comprendió que Patricia tenia razón, que era importante tener la opción de decidir aun si era para mal tuyo. Aveces se preguntaba como era posible que la gente no sintiera la necesidad de ser libre, pero siempre recordaba las palabras de Patricia "Nadie puede extrañar lo que no ha tenido".

El recordar a Patricia le trajo lágrimas a los ojos, el volver atrás la mirada y encontrarse rodeada de gente que no preguntó antes de jalar el gatillo. Patricia y Michelle habían hablado mucho sobre la posibilidad de que esto pasara, pero para Michelle todas esas palabras no habían sido suficientes, para superar el ver a tu madre morir frente a ti, para lidiar con la culpa de haber hecho caso a sus ojos suplicantes que le pedían que fingiera indiferencia al verla caer. No había servido de nada, igual estaba encerrada y sabía que iban a condenarla, Michelle deseo haberla abrazado y besado una ultima vez, pero por lo menos habían sido sus ojos los últimos que Patricia había visto.

Patricia había sido más que una madre para ella, fue su mentora, su amiga, incluso su cómplice, nunca la trató como a una niña, le hablaba como una persona y era cariñosa y comprensiva, le enseñó que había que luchar por los ideales a cualquier precio, incluso si este era la muerte.

Fue ella quien empezó a llamarla Krimkie, a Michelle le gusto el apodo, Patricia le había contado que Krimkie era un personaje animado para adultos que se caracterizaba por ser un pervertido y por su humor negro, en un principio ella se había visto fascinada por la idea de que su madre la comparara con semejante personaje, pero la alegría le duro hasta que alguien le explico que ella parecía todo lo contrario.

El aburrimiento amenazaba con matarla, así que decidió hacer un poco de ejercicio, después de todo no podía permitirse un mal físico al morir, por primera vez en tres días Michelle río de su propia broma, por lo menos no había perdido el buen humor.

 

 

 

 

 

Alberto se dirigió apresurado a la oficina de Cecilia, llevaba cinco minutos de retraso y odiaba de sobremanera el ser impuntual, en un instante llego a su destino y toco la puerta,

 

"Pasa niño, la puerta está abierta"

 

Alberto entró y se sentó frente a Cecilia, era una rutina que ambos tenían bastante ensayada, revisar una tercera vez un caso que les pareciera importante era costumbre para los dos. La mayoría de las veces ambos estaban de acuerdo y la junta solo servía para ampliar sus informes con la visión de algún detalle que uno de ellos hubiera pasado por alto. Pero a Alberto le gustaban estas reuniones por que al acabar el trabajo ambos se quedaban platicando acerca de cualquier cosa. Para Alberto Cecilia era de cierta manera su única familia, la única persona en quien podía confiar y darse el lujo de portarse infantil sin que se le perdiera el respeto.

 

"Odio interrumpir tus pensamientos niño, pero quiero empezar esto antes de que me gane la flojera y no hagamos nada"

 

"¿Algún día dejaras de decirme niño?" Pregunto Alberto con un fingido suspiro de exasperación.

 

"Si" respondió Cecilia mientras recibía la mirada de completo asombro de Alberto, "Cuando me vuelva una loca radical e intente acabar con el sistema" Ambos rieron mucho, la ultima persona en este mundo con vistas a ser traidora era Cecilia, su carrera era intachable y todo hacía suponer que llegaría muy alto, Alberto sabía que era todo un honor que ella le hubiera escogido como su pareja de trabajo a pesar de su edad e inexperiencia, pero también sabía que día a día él mejoraba su trabajo y por lo menos trataría de no decepcionarla nunca.

 

"Bien empecemos con esto, ¿encontraste algo nuevo?"

 

Alberto abrió su folder y procedió a mostrárselo a su compañera

 

"Acerca del sujeto en específico no, sólo acomodé la información de manera que sea más fácil de comparar, lo interesante está en esta belleza" dijo mientras le pasaba otra carpeta a Cecilia, "pedí los registros de todas las tiendas donde este hombre compró extras y encontré al menos tres patrones de igual regularidad, al parecer toman turnos"

 

Cecilia le hecho una hojeada a los archivos y apuntó "hiciste un muy buen trabajo niño, pero ¿por qué tanto interés en este caso?"

 

"Demasiado tiempo libre", Replico Alberto con una sonrisa "¿quién es esa mujer?" pregunto al ver la foto de una mujer alta de cabello castaño y ojos verdes,

 

"Esta" dijo Cecilia señalándola con su pluma "es la dama que nos ha hecho tener trabajo a diario" con voz burlona y ademanes exagerados prosiguió "Te presento a Patricia Evans" Alberto sintió un escalofrío al escuchar el nombre, Patricia Evans era quien había iniciado el movimiento en contra del sistema, el régimen la tenía fichada desde hacía veinte años, pero nunca habían conseguido una fotografía de ella, sus subalternos la protegían con su misma vida. Alberto la miro con admiración, incluso en la fotografía podían notarse sus dotes de mando, esta mujer a sus 18 años había conseguido organizar una rebelión en contra del régimen, muchas veces Alberto se pregunto como lo habría logrado, Pero ahora al ver su foto entendía muchas cosas, esa mujer tenía esa aura de poder que impulsa a la gente a confiar en ti, la mima energía que despide Cecilia al caminar.

 

"¿Cómo lograron esa foto?"

 

"La tomaron hace 3 días, antes de capturarla"

 

"¿Quieres decir que esta ya en manos del régimen?"

 

"Lo estuvo por menos de medio minuto, intento escapar y tuvieron que matarla"

 

"Entonces los rebeldes estarán acabados"

 

"Eso es lo extraño, parece que la influencia de esta bruja sigue funcionando aun después de muerta"

 

"¿Por qué estas tan molesta?"

 

Cecilia respiro profundo y volvió a sentarse "¿Se me nota tanto?, supongo que me molesta que gente sin escrúpulos como esta se lleve entre los dedos a los jóvenes"

 

"¿A qué te refieres?"

 

"A otro caso que tengo, encontraron a una mocosa de 17 años con * doña Patricia *, voy a mandarla a un CCS"

 

"¡Así nada mas!" Replico Alberto "¿ni siquiera vas a hacerle un juicio?"

 

"no lo amerita, nada más sería perder tiempo con un caso cuya solución no puede ser mas que culpable"

 

"Pero tiene 17 años" apunto Alberto

 

"Si, pero lo mismo hubiera hecho con alguien de 20 o de 3, no podemos permitirnos otra Patricia Evans"

 

"Menos mal que no fuiste tú quien juzgo a mis padres" añadió Alberto con tono amargo "o yo estaría desde los 2 años en un CCS por un crimen que no cometí"

 

Duro y al blanco penso Cecilia al ver al pequeño a los ojos "¡Dioses! Está bien, le concederé una audiencia"

 

El chico esbozó una sonrisa y Cecilia se regaño a sí misma por ser tan blanda "¡odio cuando te pones así" la sonrisa de Alberto acabo de florecer,

 

"No más de lo que yo odio que me llames niño"

 

 

 

 

Cecilia suspiró una vez más al ver la enorme carga de trabajo que tenía esta semana, una veintena de casos la traían vuelta loca, más que casos difíciles eran trabajo de mucha papelería y trámites tediosos, nada peor para Cecilia que adoraba la investigación. El intercomunicador sonó y Cecilia se apresuro a contestarlo con una maldición, justo ahora que estaba inundada de trabajo.

 

"¿Diga?"

 

"Señorita traemos a la chica del caso Evans"

 

¡Demonios! Se había olvidado de ella por completo, en mala hora sucumbió a los pucheros de Alberto.

 

"háganla pasar"

 

La puerta de su oficina se abre para dar paso a dos oficiales que guían a una joven, Cecilia tuvo que contenerse para no abrir la boca, la joven era todo menos la loca rebelde que creyó que iba a encontrarse, no parecía estar asustada, la miraba directo con sus profundos ojos verdes, con el cabello hasta los hombros de un intenso color que iba del rojo al rubio, Cecilia se preciaba de ser intimidante, pero esta chica no se dejaba guiar por su magnificente apariencia y hasta parecía sentirse cómoda con ella.

 

"Siéntante" dijo con la típica voz seca que usaba con los acusados, la muchacha siguió sus ordenes de manera que impresionó a Cecilia, no de forma sumisa como solían hacer los más cobardes, ni de manera rebelde como hacían los radicales, simplemente se sentó.

 

"¿Cuántos años tienes?"

 

Michelle miró a los hermosos ojos azules de la mujer que tenia enfrente y contesto con tranquilidad "diecisiete", durante toda su estancia en la especie de aislamiento en que la tuvieron desde la muerte de su madre había imaginado mil veces a su juez, había oído muchas historias acerca de viejos gordos y sosos acosándote mientras preguntaban o brujas que ni preguntas hacían, pero nunca de una joven alta y atlética de ojos azules que de no ser por su actitud altiva hubiera podido hasta caerle bien.

 

"¿Cómo te llamas?" La pregunta sacó a la pequeña rubia de balance, por un lado las ganas de gritar con orgullo su nombre, por otro la responsabilidad de no dejar caer la organización.

 

"Michelle" respondió sin vacilar.

 

"Michelle ¿qué?" Pregunto Cecilia impaciente

 

"Michelle a secas"

 

"no vas a ganar nada ocultándome tu nombre y encubriendo a tus cómplices"

 

"no es cuestión de cuanto voy a ganar sino de tratar de perder lo menos posible"

 

"Sí, sí cuéntame una de vaqueros, ¿qué relación sostenías con patricia Evans?"

 

"Eramos amigas" contesto la joven sin añadir más.

 

"¿Qué tan amigas?"

 

"¿Siempre eres así de seca?"

 

"No, solo cuando trabajo, ¿qué tanta relación tenias con Patricia Evans?"

 

"Era mi maestra"

 

"¡Por dios a otra con ese cuento! ¿Qué te puede enseñar esa bruja?" Apunto Cecilia perdiendo la calma, Michelle miro en la dirección que señalaba la mano de Cecilia sólo para ver la foto de su madre. Su enfado estuvo a punto de llegar al límite, ¿quién era esta estúpida cuya máxima aspiración era ser encerrada en algún lugar decente para hablar siquiera de su madre, la llama de la furia encendió el pozo de odio que Michelle llevaba por dentro, pero los ojos de Patricia la miraron desde la foto en la esquina recordándole sus palabras.

 

 

"Michelle, no puedes ir por la vida explotando contra quien no piensa como tú, tienes que calmarte, ponte a su nivel"

 

"Pero mamá, tu me has enseñado a defender lo que pienso"

 

"Defender no es sinónimo de pelear, los que gritan y vociferan generalmente defienden algo de lo que no están seguros, por eso alzan la voz, para no permitirle a sus oídos oír las razones del otro"

 

"A ser libre" Respondió Michelle

 

"Si, te enseñó muy bien, supongo que ahora te sientes libre como las palomas"

 

"Si" declaró la joven captando la atención de Cecilia

 

"Por dios niña, ¡te lavaron el cerebro! ¿Qué clase de libertad tienes aquí?"

 

"La libertad no tiene que ver solo con el cuerpo, sino con la mente, es tener opciones, poder decidir"

 

"Y ¿qué clase de decisión puedes tomar tú?" le grito Cecilia "Las decisiones las tomo yo, YO decido que pasa con tu vida apartir de aquí"

 

"Decido no lamerte las botas para tratar de salvarme, decido no ir en contra de lo que pienso y sobre todo decido NO ser una mujer que se cree lo suficientemente capaz de manejar la vida de los demás"

 

Las palabras golpearon como un balde de agua fría a Cecilia, ¿quién era esta joven que era capaz de hacerla dudar?, Cecilia no creía en sus razones, sin embargo y a pesar de sí misma la admiraba, le asombraba el hecho de que defendiera sus puntos de vista así. Después de un momento de quedarse sin replica Cecilia apunto, "por consideración a tu edad voy a darte el derecho a una segunda oportunidad de una entrevista, espero que para entonces hayas pensado más las cosas y te muestres más dispuesta"

 

"Espera demasiado de mí"

 

Cecilia tomo el intercomunicador y llamó a seguridad para que se llevaran a la joven, Michelle se levantó tranquilamente y se dirigió a la puerta donde la esperaban los guardias, "¿tengo derecho a un último deseo?"

 

"¿Qué quieres?"

 

"¿Podría quedarme con la foto?"

En un momento de consideración Cecilia tomo la foto y la acerco a las manos de la joven, una sonrisa ilumino el rostro de Michelle y extendió el brazo para tomarla, pero al momento de tratar de cogerla Cecilia encogió el brazo y sonrío con ironía "¡UPS! Mala suerte " La acción provocó la risa de los guardias y Cecilia esperó la reacción de coraje de la joven rubia, pero en su lugar recibió una mirada de completa desilusión y tristeza de parte de Michelle, la joven parecía estar a punto de llorar. Los guardias la apuraron a marcharse y Cecilia se quedó de nuevo sola en su oficina, volvió a su asiento y trató de retomar el trabajo, pero los ojos tristes de la chica la perseguían, Cecilia se preguntó porque le había dado una segunda cita a la chica, no había duda de que era culpable, le costaba aceptar que quería verla una ves más, en realidad se había dado a ella una segunda oportunidad de escuchar sus ideas de libertad, sonaban bien después de todo, Cecilia suspiró, la chica se veía tan frágil y desprotegida que ella había sentido la necesidad de cuidarla y hacerla reír de nuevo. ¡Demonios! Lo ultimo que necesitaba era sentir culpa.

 FIN DE LA PARTE 1

SIGUIENTE...

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