Parte 3


 

**********

Lucinda entró al bar, llevando un tonel de vino fresco. Su padre tenía algo entre manos, envuelto en telas, y dio un salto cuando esta ingresó. Lo colocó apresurado en el mostrador y le dio una sonrisa.

 

Buenos días padre. ¿Estás bien? . – le preguntó. Lucia turbado. Tampoco ha de estar durmiendo bien.

 Buenos días hija – dijo silenciosamente.

 ¿Qué están haciendo allá en la carretera?. – preguntó ella mientras colocaba el barril en el mostrador.

 Construyendo una jaula para atrapar a la bestia. – dijo quedamente.

 ¡No es Xena sorprendente padre!!. – dijo Lucinda. – Si ella logra atrapar a esa cosa, entonces podremos regresar a nuestras antiguas vidas. No más de este terrible miedo, estas horribles pesadillas….

 ¡No!! – gritó él.

 Lucinda fue sorprendida por su tono de voz.

– Padre, si alguien puede atrapar esta cosa es Xena. Tú la viste encargarse de esos hombres la otra noche... fue sorprendente.

No tiene nada que hacer aquí. Este no es su problema. Debe irse antes de que algo malo pase. – advirtió

Padre. Ella se ofreció a …… - su voz se entrecortó.

 

Por supuesto que él tenía razón. Xena se estaba arriesgando por un grupo de aldeanos que eran demasiado cobardes para resolver sus propios problemas. Pero ella sabía que ninguno de ellos estaba equipado o era lo suficientemente hábil, o valiente, para tal situación. No quería pensar al respecto. Parte de ella se sentía mal por poner a la guerrera en riesgo, pero la otra parte, que sobrepasaba a la primera, quería que mate a esta cosa, y termine con la oscura nube que había sobrevenido en su aldea, desde los primeros vistazos de la bestia.

 

Tengo que limpiar atrás. Estaré allí si me necesitas. – ella salió del cuarto, sin querer pensar más en cualquier cosa.

 

Nuktimos vio a su hija partir. Se inclinó para recuperar el objeto que tenía envuelto en finas sedas, polvorienta, de tantos años guardada. La colocó con cuidado en el mostrador. Levantó los dobleces de seda para revelar una hermosa daga finamente acabada, de plata. Un zafiro rojo en forma de corazón decoraba el mango, el cual terminaba con una hoja curva, como una S, aún filosa, aunque tenía muchas generaciones de antigüedad, y con mucho tiempo de no haber sido tocada por manos humanas. Dio un suspiro, mientras recorría sus dedos a lo largo del afilado borde de la hoja. Sacudió su cabeza, y volvió a doblar la seda con lentitud, cubriéndola. Se inclinó y la colocó de regreso bajo el bar, en su escondite secreto, y lejos de sus húmedos ojos.

 

 

*********

 

¡Qué!!! – gritó Gabrielle. – No hablas en serio Xena – estaba frenética – No te dejaré hacerlo …… debe haber otra forma …… - sacudía su cabeza en pánico.

 

Xena cogió a la bardo por los brazos. – cálmate Gabrielle. No hay OTRA manera. Ya ha probado la carne humana, y esa será su presa esta noche. No te preocupes. No planeo sacrificarme.

 

¡No planeas……!!!!! – gritó Gabrielle – ¡Por supuesto que no lo haces!!!. Pero…… Xena …… ¡NO!. Oh, esto no me gusta para nada……… - dijo Gabrielle fuera de si.

 

¿Dijiste humana?. – interrumpió Solston desde su asiento en el tronco. Todos los hombres dejaron de trabajar y fijaron las miradas en Xena.

 

Sí. – respondió. – tomó a esa banda de vagos anoche, aquí mismo en el claro. Y otro fue herido.

 

Frunció el ceño al decir sus últimas palabras. Había tratado de rastrear el herido, temprano en la mañana, pero no pudo encontrarlo. Quizás se fue hacia Arcadia, que no estaba lejos de allí. Tuvo la esperanza de que haya sucedido así.

 

El horror se esparció en los rostros de los hombres, y sus ojos se dispararon de un lado a otro, buscando evidencia en el camino. Había oscuras manchas teñidas a lo largo del polvo del camino, a los cuales no le pusieron atención en la mañana. De pronto se sentían muy incómodos en esos alrededores ……… de verdad muy incómodos. Hubo un intenso momento de silencio, el cual fue al final roto por el sonido de vagones acercándose hacia ellos.

 

Xena observó la carretera para ver quien venía. Volteó hacia los hombres.

 

Vamos, a trabajar. Necesito esto terminado antes del ocaso.

 

No hubo ningún argumento de parte de los hombres. Empezaron a trabajar otra vez, y al doble de velocidad entonces. Sólo pensaban en terminar esta maldita cosa y alejarse lo más posible de la misma.

 

Entonces déjame cortar la soga. – dijo Gabrielle.

Ese no es parte del plan. Ni en lo más mínimo. Así que ni lo pienses. Si te tengo que atar lo haré. – le advirtió.

 

No te atreverías. – gruñó Gabrielle.

 

¿En verdad quieres averiguarlo?.–le advirtió Xena, levantando una ceja traviesamente.

 

Mira. – empezó Gabrielle, señalando a la guerrera con un dedo. – Tu no vas a …… - su pelea fue interrumpida por la llegada de los vagones.

 

Vuestra pelea ha de ser algo como para contemplar – dijo la anciana mujer, al tiempo que se fijaba en la jaula desde su asiento sobre el vagón. Era el primero de los tres vagones que llevaba viajeros, los cuales ya habían parado entonces.

 

Ni siquiera sabe la mitad. – respondió Xena, caminando hacia la mujer, y usando esto como un conveniente escape de la furia de Gabrielle. – Me llamo Xena.

 

Yo soy Maleva. – dijo la anciana. – estamos de camino hacia Lycosura, para el festival de otoño de la luna. Esperamos conseguir algunos suplementos en Karyaes antes de continuar. Tenemos mucho camino que recorrer antes del ocaso. – le dijo afablemente a la guerrera.

 

Viajar en la noche por estos parajes no parece ser muy conveniente. – dijo Xena con calma, mirando a la mujer que le observaba atenta. No le gustaba la intensidad de su mirada. A cambio, la observó con minuciosidad. Vestía las ropas de un campesino, pero había un amuleto que pendía de su cuello, era el símbolo de un Pentalfa. Sólo una vez antes lo había visto, sobre el cuello de un místico, hace años atrás en una aldea. – ¿Entonces, siempre vienen al festival de la luna?.

 

Vengo de una línea de Místicos, si es lo que deseas saber. – respondió la anciana, notando una diminuta mirada de sorpresa escapar de las facciones de la guerrera. – Mi familia ha asistido a este festival de la Luna por muchas generaciones. Es como una Meca anual para mi gente.

 

Ya veo. – respondió observándola con cautela. Nunca se había sentido cómoda junto a alguien que pudiera ser capaz de meterse en su cabeza.

 

Pero me temo que estamos muy retrasados. Nos topamos con merodeadores en nuestro viaje y perdimos un día reparando nuestro vagón. El festival ya ha empezado.

 

Bueno, estoy segura que de todos modos llegaran a ver parte de este. – dijo Gabrielle, saliendo detrás de Xena. – Quiero decir, estas cosas siempre empiezan lento, y la mejor parte está siempre al final, ¿no es así?.

 

Xena suspiró por dentro. Si Gabrielle seguía, estarían atrapados allí todo el día. – Mi compañera, Gabrielle. – la presentó.

 

Maleva asintió – Es un placer.

 

Gabrielle sonrió a la mujer, pero sus pensamientos estaban aún en las palabras de Xena. ¿Compañera? Hummm, pensó. Compañera. Eso serviría. Pero todavía no encajaba. Sin embargo, era mucho mejor que "mejor amiga". Pero entonces, ella sí era su mejor amiga ……… hmmmm. ¿Por que tenía que ser esto tan complicado?.

 

Xena observó a la bardo, y no pudo creer su suerte, ¡No estaba hablando!.

 

Bueno, no queremos retrasarlos más. Deberían ……… - su voz se entrecortó cuando escuchó una voz venir cerca de la parte trasera del vagón. Sabía que la reconocía, pero no pudo recordar.

 

Sólo lo mejor, por supuesto. – dijo el hombre, mientras demostraba sus mercancías a uno de los hombres que había estado trabajando en la jaula. Tenía una copa en una mano y un plato en la otra. Brillaban con fuerza a la luz del sol diurno.

 

Xena volteó para ver, mirando de soslayo, y entonces sus ojos se entrecerraron.

 

Salmoneus. – susurró entre dientes, con ligera irritación.- Discúlpenme un momento.

 

Xena caminó hacia donde Salmoneus estaba ocupadamente exponiendo su mercadería. ¿Qué estará vendiendo ahora?, Pensó.

 

Salmoneus. – dijo Xena, mirando al mercader viajero, de corta estatura y cabellos grises. Su barba era marrón, a pesar del hecho de que su cabello era gris, algo que siempre irritó a Xena. O quizás eran sus ojos achicados, o su nariz picuda, o quizás la combinación de todo. Aún así, suspiró, era un amigo.

 

¡Xena!! – gritó Salmoneus. – ¡Estás viva!. ¡Escuché que habías muerto!

 

Bueno, como puedes ver, no es así– sonrió – Ahora, eres Salmoneus o vas bajo un diferente disfraz estos días.

 

Salmoneus rió con nerviosismo mientras veía que su presa, el aldeano, lo observaba cauteloso al igual que a la copa otra vez, y luego se fue.

 

¡Xena!. Acabas de arruinar una venta perfecta. Un hombre tiene que ganarse la vida.

 

Si, supongo que es así. – sonrió. – ¿Cómo has estado?. ¿Cansado de la hermosa búsqueda de la fama y fortuna?

 

Muy peligroso. He vuelto a la vajilla. Es más seguro. Conseguí un jalón al festival. La gente siempre se vuelve loca por mercancías, souveniers, cuando van de festival. ¿No crees?. – miró a Xena. – Bueno, por supuesto, aparte de ti, con todo respeto, tú eres la excepción, una mujer simple. Espera . . ., quise decir de placeres simples…… espera... – balbuceó nervioso.

 

No te preocupes Salmoneus. No me interesa escuchar en que andas. Es mejor así. ¿No crees?. – le sonrió.

 

Salmoneus asintió, avistó a Gabrielle, su ruta de escape, y se dirigió hacia ella.

 

¡Gabrielle!. – le llamó y corrió apurado hacia donde se encontraba.

 

Xena sacudió su cabeza sonriendo. Se encaminó hacia la anciana mística para apurar su partida. No quería retrasarlos más.

 

Bueno, será mejor que emprendan su camino.Xena le dijo a Maleva.

Esa jaula no la detendrá.- declaró Maleva.

 

¿Perdón?

 

Necesitaras más que eso para detener a un Lycantropus.

 

¿Un qué??

Un hombre lobo. – dijo la anciana, mirando a los ojos de la guerrera con preocupación.

 

¿Con seguridad que usted no cree en tal cosa?. - Dijo Xena con algo de inquietud.

 

Ya ha empezado. Lo puedo ver en tus ojos. Veo lo que has visto. La sangre de la inocencia ha sido sacrificada y ahora aquel inocente debe expiar esta maldad.

 

Xena no estaba segura de no creer esto como de que sí. Era cierto que no era un lobo normal. Ahora se preguntaba los motivos por los cuales construyó la jaula. Si era un lobo rabioso, ¿Por qué no simplemente matarlo?. ¿Por qué tenía la necesidad de atraparlo?. ¿Acaso había duda en su mente de que esto fuera verdad?.

 

Necesitarás de plata para matar a un Lycantropus. Tus armas podrán dañarlo, pero será necesario un arma hecha de plata para matarlo. Así es como siempre se ha dicho. – declaró.

 

¡Matarlo!. Pero acabas de mencionar la inocencia. ¿Acaso dices que esta cosa es inocente?

 

El hombre, mientras es lobo, no sabe de sus hechos – explicó – Es una maldición.

 

Maldición o no, no puedo matar algo, alguien, que no sabe que es …… eso sería asesinato.

 

Tal como fue un asesinato en el templo de Lyceus muchas lunas atrás. El circulo debe romperse aquí, o por siempre plagará muestras tierras.

 

La anciana atravesó con la mirada a la guerrera, sus ojos estaban en algún lugar, en sus ancestros. Volteó hacia Xena una vez más. Se quitó el amuleto del cuello y se lo dio.

 

Toma esto, te protegerá.

 

Volteó hacia el vagón, alistándose para partir.

 

Que los dioses estén contigo hija.

 

Xena permaneció allí, con el amuleto en la mano, recorriéndolo con sus dedos distraídamente, y contemplando las palabras de la mujer. Esperó que fuera pura superstición, pero muy en lo profundo sus palabras sonaban verdaderas y un sentimiento de temor cubrió su corazón.

 

¿Qué sucedió?.Gabrielle se le acercó a Xena

 

Nada. Toma. – dijo Xena, mientras colocaba el amuleto alrededor del cuello de Gabrielle.

 

¿Qué es esto? – Preguntó Gabrielle, examinando el patrón de cinco estrellas encerrado en un círculo. No reconoció el símbolo.

 

Es un Pentalfa.

 

¿Un qué?.

 

Considéralo un regalo de luna de miel. – dijo Xena mientras le sonreía.

 

Bueno es …… es …… gracias. – respondió Gabrielle, deseando en silencio haber estado allí para ayudar a Xena a escoger. Por los dioses, habrá que mejorar sus gustos. Pero aún así, le había dado un collar. Lo apreciaría siempre. Que romántico. Suspiró, miró fija y soñadoramente a Xena.

 

Salmoneus se montó en el último vagón - Las veo en la ciudad. Tengo algunas vajillas que vender.

 

 

Xena y los demás regresaron a trabajar en la jaula.

 

 

 

 

CAPÍTULO XI

 

Veinte dinares, y esa es mi última oferta. - Salmoneus le dijo a Nuktimos, mientras exponía a la luz la copa de plata. – prácticamente la estoy regalando …… en realidad estoy perdiendo dinares … pero para ti, amigo…

Lo siento – respondió Nuktimos por tercera vez. – en realidad no utilizo tan finas vajillas en una posada como esta.

 

Ahhh, pero tienes que pensar en el futuro hombre. Expansión. Atraer a la clientela apropiada. – Salmoneus hablaba entusiasmado al dueño de la posada. Era bueno en sus mañas. – Por ejemplo, mira estas sillas, quiero decir, estoy seguro que son buenas… pero sólo piensa, si las cubres con cuero, y quizás rellenarlas. Y estas paredes, bueno, definitivamente hay oportunidad allí … algunas telas en las mesas, candelabros reluciendo su grandiosa vajilla … bueno, ¡las posibilidades son incontables!!.

 

Dijo que no estaba interesado. – dijo Xena desde la puerta de la posada. Entró seguida por Gabrielle.

 

¡Xena!! – Gritó Salmoneus. Se dirigió hacia ella. – estás arruinando un perfecto trato aquí. – le susurró entre dientes, mientras le sonreía a su nueva presa.

 

¿Cuánto por todo? – le preguntó Xena.

 

Quiero decir, un hombre tiene que ... – de repente Salmoneus comprendió las palabras. – ¿TÚ quieres comprar el juego de vajilla?! – preguntó aturdido.

 

Gabrielle también estaba contemplando a Xena con algo más que un ligero aturdimiento. Xena nunca dejaba de sorprenderla, pero, ¿Vajilla de plata?. Bueno, esto si que era original.

 

¿Y qué si quiero? - lo miró feroz.

 

Bueno, es que justo… que… yo … Tú … yo … - tartamudeó con las palabras. Xena siempre lo ponía nervioso, pero ahora se estaba preguntando acerca de la sanidad mental de ella. Pero como comerciante, era un comerciante, y se recuperó con rapidez– Pero por supuesto … te daré un precio especial…

 

Sólo ponlo en mi cuenta - respondió Xena y se dirigió hacia la mercancía.

 

¿Ponerlo en tu cuenta? – gritó Salmoneus – ¿Qué cuenta?.

 

¿Hay algún problema?. – le miró Xena de nuevo con furia.

 

¿Problema? No Xena … No hay problema … Por supuesto… Tan sólo comeré de la basura esta noche … estoy seguro que hay algunos despojos

 

Xena empezaba a impacientarse. – No te morirás de hambre. La cena va por mi cuenta. – volteó hacia Gabrielle. – Vamos, necesito ayuda con estas cosas.

 

Bueno, gracias … creo … - respondió Salmoneus mientras veía a las dos mujeres tomar la caja y caminar hacia adentro. Volteó hacia Nuktimos una vez más. – ¿Ya te mencioné lo de las franquicias?

 

 

*********

 

Xena y Gabrielle se sentaron y observaban mientras el herrero local colocaba la vajilla de plata en el fundidor.

 

Así que, ¿Quieres explicarme, Xena, Qué es lo que estas haciendo con exactitud?. – preguntó frustrada Gabrielle ante el desperdicio de este perfecto juego de vajilla.

 

Derretir la plata hasta hacerla líquida Gabrielle.

 

Gabrielle suspiró. – Puedo ver eso Xena. ¿POR QUÉ la estas derritiendo?

 

Voy a bañar mi espada y chakram en ella.

 

Bueno, entonces eso tiene perfecto sentido. – la bardo se levantó y empezó a caminar de un lado para otro. Se detuvo frente a Xena y la miró furiosamente. – ¿Y esto es por que…..??????.

 

Estoy cambiando de look – respondió, mirándola inocentemente.

 

Claro, y yo estoy enamorada de Salmoneus. – Gabrielle trató de lucir seria – ¡La verdad Xena!

 

Xena cedió por fin. – Es sólo por precaución, en caso de lo que Maleva dijo sea verdad. Sólo la plata puede matar a un hombre lobo y, bueno…… - por los dioses, eso sonaba absurdo, en especial para ella misma.

 

¿Un hombre lobo?. ¿Quieres decir como en la leyenda de Lyceus?. Tu no creerás … que … - la voz de Gabrielle se desvaneció. Se atragantó un poco. – Regresó en un minuto – dijo y salió.

 

Xena observaba mientras Gabrielle salía, algo sorprendida. Se acercó al herrero, espada en mano.

 

¿Está listo?.

 

Xena se encontraba contemplando su espada con su nuevo look brillante, cuando Gabrielle regresó con su báculo en mano, y caminó hacia el fundidor. Empezó a hundir su báculo en la mezcla de plata.

 

¿Qué crees que estas haciendo?? – se acercó Xena desde atrás

 

¿Que parece que estoy haciendo??? – preguntó Gabrielle inocentemente. Sabía como Xena odiaba que le respondieran una pregunta con otra. Xena escasamente ganaba cuando se trataba de una guerra de palabras.

 

Gabrielle – gruñó XenaSaca ese báculo de allí.

 

Tan sólo estoy redecorando la punta. Un nuevo look, tu sabes – dijo casualmente.

 

Xena cogió el báculo y lo sacó de la caldera. – No necesitaras un "nuevo" look.

 

Gabrielle cogió el báculo de las manos de Xena, y se paró frente a ella, frente a su pecho, como en desafío. Le sonrió.

 

¡Creo que un nuevo look es exacto lo que quiero!.

 

Tu … sólo … - Xena dejó de pelear. Miró hacia los ojos de Gabrielle y vio el deseo arder en ellos. Sintió que sus hombros se apretaban – Escucha…… - empezó, pero perdía su concentración con rapidez. Sintió los pechos de Gabrielle rozar contra su cuero en un intercambio sutil. – Tu vas a ……… - su voz se entrecortó.

 

¿Yo qué Xena?. – preguntó Gabrielle con ingenuidad, mientras colocó su brazo, indiferentemente, sobre la cadera de Xena. Le dio una sonrisa juguetona, mientras sentía que la guerrera se encogía. - ¿Decías…?.

 

El herrero observaba con fascinación este intercambio. Había estado sumergiendo el chakram en la caldera, y estuvo tan descuidadamente cerca como para quemarse la mano. La retiró justo a tiempo.

 

Comida. – dijo Xena. Era todo en lo que pudo pensar, mientras una fresca ola de deseo la atravesaba de nuevo ante el contacto de la bardo.

 

¿Comida?? – preguntó Gabrielle. Subió su mano un poco más, hasta la cintura de Xena. Era un inocente juego para cualquier transeúnte, pero era una cruel tortura que la bardo estaba aplicando.

 

Estoy hambrienta – dijo Xena con torpeza. – Debemos … comer. – volteó hacia el herrero. – Sólo vamos a … - señaló la posada - Ya regreso … - Cogió a la bardo por el brazo y la jaló hacia la puerta. Volteó al último minuto hacia el impresionado herrero. – asegúrate de darle un doble baño a la espada – y se fue.

 

Él asintió, seco su frente y consideró cerrar temprano e ir a casa, con su esposa.

 

Xena entró de golpe a la posada, con Gabrielle a rastras. Salmoneus se levantó de su banca hacia el bar. Se estaba dirigiendo hacia ella, pero ella tan sólo pasó de frente.

 

¡Xena!! – Salmoneus la llamó, haciéndole una seña con la mano.

 

Xena se detuvo en la entrada del pasadizo que conducía a los cuartos. Volteó hacia él con una mirada impaciente. – ¡Qué!! – casi le ladró.

 

Tengo que hablarte de algo …… - su voz se desvaneció. Xena lo estaba poniendo nervioso otra vez.

 

"Ahora" no, Salmoneus – gritó Xena.

 

Pero si tan sólo pudiera rogar por un minuto de tu tiempo …… Oh, grandiosa guerrera. – Salmoneus rogó. Estaba moviendo sus manos con ligera ansiedad. Los ojos de Xena le dispararon dagas invisibles a su temblorosa figura. – Yo …. Uh …….. por supuesto …… después …… pero por supuesto…… - retrocedió, haciendo reverencias y se sentó de golpe en la banca del bar.

 

 

Vio a Xena jalar a Gabrielle hacia el pasadizo, un pequeño aullido salió de los labios de la bardo y en silencio se preguntó que estaría pasando con exactitud. Observó por un momento las implicaciones, y luego se rió entre dientes, riéndose de tales ridículas ideas. ¿En que estaría pensando, de todos modos? Sacudió su cabeza y se sentó otra vez en la banca.

 

Tomaré otro oporto … ah, y puedes ponerlo en la cuenta de Xena.

 

 

 

CAPÍTULO XII

 

Xena jaló a la bardo hacia el cuarto y cerró la puerta tras ella de un golpe. Entonces empujó a Gabrielle contra la puerta, capturando sus manos, mirándola con furia.

 

¿Estás tratando de matarme??

 

Quizás. – le respondió Gabrielle, sonriéndole a la aturdida guerrera.

 

Xena se inclinó hacia Gabrielle y colocó su cadera entre las piernas de la bardo.

 

Gabrielle temblaba ante su contacto, la sonrisa se desvaneció de su rostro.

 

Por supuesto, en realidad no estaba …… tratando…. – decía la bardo

 

Xena se inclinó más y beso el cuello de Gabrielle.

 

Tratando …… de ……. Yo …. –

 

Gabrielle cerró sus ojos y se sumergió en la sensación de los labios de Xena en su cuerpo. Una calidez se disparó a través de ella y empezó a temblar ligeramente. ¿Qué estaba diciendo?. De repente le estaba siendo difícil pensar. Trató de liberar sus brazos para acercar más a Xena, pero la tenía clavada en la puerta, y no aligeraba su presión.

 

…… ¿Qué estaba diciendo? – preguntó en voz alta.

 

Estabas respondiendo a mi pregunta … - respondía Xena entre besos. Corrió su lengua a través de la línea del cuello de Gabrielle, hasta que alcanzó su oreja, donde empezó succionar con delicadeza.

 

Gabrielle quedó atrapada en su propio aliento, gemidos escapaban de sus labios. Sentía un intenso tirón en la ingle cada vez que los labios de Xena jalaban del lóbulo de su oreja. Trató de concentrarse.

 

Yo … si… ¿Cuál era la pregunta? …

 

Xena sonrió y succionó más fuerte de su oreja, su lengua circulaba la parte más sensitiva. En verdad que empezaba a disfrutarlo. Sentía que Gabrielle se estremecía, se hundía, pero su cadera la mantenía justo en su lugar.

 

Ohhhh…. Xena… – gimió GabrielleMe estas torturando….. – dijo, su respirar se aceleraba, mientras su pecho se agitaba más. – No te detengas…. – añadió.

 

Pegó su cabeza contra la puerta de madera y dejó que las sensaciones de los labios de la guerrera sobre ella la invadieran. Apretó con fuerza sus piernas contra la cadera de Xena, otra placentera ola golpeó su cuerpo.

 

Eso está… bien…está… sí……eso…. Oh sí,…. – tartamudeaba.

 

Xena estaba ardiendo. Con cada contacto de sus labios sobre la piel de su amante su tensión sexual se incrementaba. Estaba determinada a no perder el control esta vez. Liberó una de las manos de Gabrielle, y empezó a desatar el top de la bardo. La Sintió gemir y debilitarse ante su contacto. La mano libre de Gabrielle se hundió en el cabello de la guerrera, cogiéndolos con fuerza. Terminó de desatar los lazos, y el top se abrió, liberando por completo los pechos de la bardo, sus pezones henchidos de deseo. Masajeó con delicadeza los pechos y jugueteó molestosamente con su endurecido pezón. Luego, se agachó levemente y tomó el otro pecho de Gabrielle con su boca. Sintió que la bardo empezaba a temblar, y sintió su mano en su cabeza, urgiéndole con delicadeza que succionara más fuerte su pezón. Esto envió una nueva ola a través de la ingle de Xena, y luchó con esfuerzo para no hundirse en el piso y tomar a la bardo consigo. Amaba la sensación de los dedos de Gabrielle en su cabello, por lo que liberó la otra mano de la bardo, con la esperanza de que la enterrara en los oscuros cabellos. Fue recompensada de inmediato, cuando Gabrielle movió su mano liberada, y recorrió sus cabellos con sus dedos, agarrándolos con firmeza. Provocaba que su cabeza sintiera un hormigueo ante su toque y tembló ante esto, un pequeño gemido escapó de sus labios.

 

Xena … - gimió Gabrielle.

 

Ya no podía soportar más. Necesitaba sentir los labios de Xena sobre los suyos. Alejó la cabeza de la guerrera de su pecho, y se inclinó, besándola con pasión. Se sumergió en el sabor de su amante, y dejó que su lengua explorara la de Xena. La guerrera gimió, devolviéndole aquel beso con otro más profundo, con sus lenguas entrelazadas, intensificando el ardor que crecía dentro de ellas.

 

Xena se separó de aquel beso, y mordió molestosamente el labio inferior de Gabrielle. Había descubierto que esta pequeña acción volvía loca a la bardo. Y no la decepcionó, ya que gemía suavemente con cada mordisco de sus dientes. Gabrielle le devolvió el favor, tirando con delicadeza de los labios de ella. Y está se derritió.

 

Gabrielle sintió que las piernas de Xena se debilitaban, lo cual le excitaba más. Recorrió con vigor sus dedos a través de los cabellos de la guerrera, jalándola para un beso más penetrante. Nunca tenía suficiente de ella. Su deseo crecía con más fuerza cada vez que hacían el amor. Se preguntaba en silencio cuando esto llegaría a la cima, por que no estaba segura de que pudiera manejar mucho más de esta intensidad. Sin embargo, lo anhelaba más que cualquier cosa. Se esforzaba en extremo por no devorar a Xena, allí, donde estaba parada. Cogió los cabellos de la guerrera, y la alejó de su boca, tomando el aire que tanto necesitaba. Fijó sus ojos en los de Xena, los cuales estaban ahora oscuros de la necesidad creciente.

 

Te amo tanto que duele Xena... – dijo la bardo, con sus labios rozando los de la guerrera.

 

Te amo también – susurró Xena, y cubrió los labios de la bardo con los suyos.

 

Bajó su brazo y lo envolvió alrededor de la cintura de Gabrielle para sostenerla, y removió su cadera con renuencia. Deslizó su mano entre las piernas de Gabrielle, y se estremeció cuando sintió la humedad destinada para ella solamente. Se afirmó y trató de permanecer calmada, pero el calor en su ingle estaba nublando sus pensamientos, preguntándose cuanto podría aguantar antes de que su propia necesidad fuera demasiada grande. Recorrió sus dedos con lentitud a través del henchido centro de Gabrielle. La bardo empezó a gemir suavemente, Xena, con dificultad, trató de concentrarse.

 

¡Oh! Por los dioses Xena, aahhhhh…… - Gabrielle jadeaba en silencio, mientras se separaba de su beso, para poder respirar. – Es increíble …… no te detengas …… - se mordió el labio inferior para evitar gritar y que toda la posada la oyera.

 

Acomodó su cabeza sobre el hombro de Xena, dejando que todo su peso recayera sobre los brazos de la guerrera. Su respirar se aceleraba con cada ataque de la mano de la guerrera en ella. Sus piernas temblaban y un calor intenso se acrecentaba en su centro. Esperaba por aquella tan ansiada llegada. Mordió con fuerza el hombro de la guerrera para acallar un grito.

 

Xena maniobró más rápido sus manos al sentir llegar a su punto la necesidad de la bardo. Sintió los dientes de Gabrielle hundirse en su hombro, escapándosele a ella misma un gemido, al tiempo que una ola de placer doloroso la atravesaba. La sostuvo firmemente.

 

Gabrielle sintió llegar al borde y cedió. Una ola intensa de calor y placer se esparció desde su centro a través de ella, hasta su cabeza, y de vuelta hasta sus piernas. Se aferró con firmeza a Xena, mientras temblaba sin control. La guerrera estaba allí, abrazándola y sosteniéndola, mientras olas tras olas de orgasmos mecían su cuerpo tembloroso.

 

Por los dioses Xena … No puedo … - gemía, temerosa de desmayarse por las sensaciones que pulsaban a través de ella.

 

Shhh … - le susurró Xena en el oído, entendiendo el ruego de su amante.

 

Retiró con suavidad su mano y la deslizó alrededor del cuello de Gabrielle, abrazándola con firmeza. Su espalda pulsaba, casi dolorosamente, al obtener tal respuesta de la bardo. Empezó a acariciar con delicadeza el cabello de Gabrielle, dejando que la bardo se sumergiera en ella y se liberase por completo.

 

La respiración de Gabrielle finalmente empezó a normalizarse, mientras se acomodaba con dificultad sobre la guerrera.

 

Xena … - susurró

 

Hmmmm – respondió media omnubilada.

 

Tu peto …… va a ……

 

Oh…, lo siento … … - se alejó un poco, observando a los patrones marcados por la presión sobre la piel de Gabrielle.

 

Vamos … - dijo la bardo, mirando a los oscurecidos ojos de la guerrera – deshagámonos de tu ropa.

 

Xena dejó que la bardo la guiara hacia la cama y la sentara. Se recostó y se sumergió en el delicado contacto de su amante, al tiempo que retiraba su peto. Observaba a Gabrielle mientras abría los broches. Por los dioses que lucia grandiosa, pensó Xena, y otra ola de deseo se esparció a través de ella.

 

Gabrielle retiró la armadura de la guerrera, y se arrodilló para desatar sus botas. Sentía temblar levemente a su amante ante su contacto. Miró hacia los ojos de la guerrera y vio una intensa necesidad acrecentarse. Parte de ella quería ejecutar este pequeño ritual con calma, pero sabía que esto sería demasiado tortuoso para que la guerrera soportase. Retiró con suavidad cada bota, haciendo pausas para besar cada muslo, y luego levantándose para quitar los cueros de Xena. Removió la vestidura de la guerrera, y empezó a retirar la túnica, el último obstáculo entre las manos de Gabrielle y la desnudez de ella. La guerrera había cerrado sus ojos, la bardo se inclinó hacia adelante y besó sus labios con suavidad. Una oleada de placer le atravesó al sentir a Xena temblar bajo sus labios. Por los dioses, pensó Gabrielle, concéntrate …… la túnica … retira la túnica … un ligero gemido de la guerrera la regresó a la tarea empezada.

 

Gabrielle …- susurró Xename estas volviendo loca.

 

Ok … Xena, ya casi termino … - Gabrielle le decía, mientras retiraba la pequeña túnica y revelaba la increíble desnudez de Xena.

 

Sus pezones estaban henchidos y su pecho agitado por el jadear. Pequeñas gotas de sudor caían por ambos lados de su rostro, humedeciendo su cabello a lo Largo, lo cual excitaba más a la bardo. Por los dioses que adoraba a Xena con el cabello mojado. Gabrielle se deshizo rápidamente de su ropa, empujó a la guerrera hacia la cama, y se sumergió sobre ella. Empezó a besarla por todo el rostro mientras recorría su mano por sus brazos musculosos, buscando sus palmas, cubriéndolas con las suya y entrelazando sus dedos. Xena había cerrado sus ojos, y la bardo quería verlos desesperadamente. Dejó de besarla por un leve momento hasta que la guerrera los abrió. Sus ojos azules estaban brillando de pasión, y Gabrielle misma sintiose temblar al fijar la vista en ellos.

 

Tienes hermosos ojos…- le susurró.

 

Una ola de emoción atravesó el corazón de Xena al ver el amor que Gabrielle le tenía en aquella mirada apasionada. Se levantó y la besó, forzando la bardo a agacharse hacia sus hambrientos labios. Sentía un vértigo ante los profundos sentimientos que había evocado en ella y también de la intensa necesidad física que le había hecho sentir. Se echó y dejó que Gabrielle continuara acrecentando su necesidad aún más.

 

Gabrielle vio a la guerrera cerrar sus ojos y comprendió que no podía esperar más, aunque ella ansiaba ir pausadamente y saborear cada momento. Le robó un último beso a sus labios, Xena gimió con suavidad, haciendo que la bardo casi se perdiera otra vez en la tersura de su piel.

 

Xena se aferró a las sabanas, con los puños casi blancos y gimiendo, mientras que la bardo recorría su camino con calma a través de su cuerpo, cada toque de sus labios en su piel intensificaba aún más su necesidad. Trataba tan arduamente de disfrutar este dulce intercambio que hasta resultaba exquisitamente doloroso. Gabrielle cogió un pezón en su boca y succionó fuerte. La espalda de Xena se arqueó, levantándola de la cama. Sintió las manos de la bardo regresándola con suavidad, y siguió trabajando con su lengua a lo largo de sus pechos. Colocó su mano en la cabeza de Gabrielle, cogiendo sus cabellos, guiándola hacia donde su necesidad se estaba volviendo intolerante.

 

Gabrielle entendió que la guerrera no esperaría más, y como último acto de tortura, recorrió con la punta de su lengua, lentamente, el firme abdomen de Xena, saboreando la sal del húmedo cuerpo de la guerrera, ahora mezclada con la suya misma. Respiró la esencia de su amante, enterrando su boca en lo profundo de Xena, saboreando la dulce miel.

 

Xena se tensó al sentir aquellos labios sobre ella. Casi perdió el control instantáneamente, pero se rehusó a perder la increíble sensación de la lengua de su amante dentro de ella. Combatió con la necesidad de liberarse mientras olas de placer se atravesaban entre sus muslos con cada vacilar de la lengua de la bardo. Estaba empapada de deseo, su cuerpo brillaba a la luz del sol que se filtraba por la ventana. Cerró sus ojos con firmeza, y empezó a gemir fuertemente, incapaz de permanecer más en silencio bajo aquel contacto.

 

Con cada gemido que escapaba de la guerrera, el cuerpo de Gabrielle empezaba a tensarse. Luchaba por enfocarse en la complacencia de su amante. Circuló el henchido centro de Xena, con lentitud, succionándolo suave primero, y luego con fuerza al tiempo que los gemidos de la guerrera aumentaban.

 

Xena no podía aguantar más, sentía un profundo orgasmo creciendo dentro de ella, cogió a la bardo con firmeza, sus caderas se movían al compás de cada suave embate de la lengua de Gabrielle.

 

Gabrielle sintió que Xena se liberaba y succionó fuertemente en un último y dulce intercambio, antes de que la plenitud invadiera. Sus manos se aferraron a los muslos de Xena, mientras se preparaba para aquel viaje.

 

Ahhhhhhhhhh………

 

Un grito escapó de los labios de la guerrera, mientras el orgasmo se esparcía como el fuego a través de su cuerpo, sus caderas se encabritaban sin control, pero la bardo la sostuvo firme. Olas tras olas de impactos eléctricos pulsaron a través de ella, quien gemía con fuerza sin importarle ya más de que o quien la pudiera escuchar ahora. No hubiera podido aunque lo hubiese intentado. La intensidad del placer era tan grande que casi era insoportable, pero ella ansiaba con sumergirse en todas aquellas sensaciones, que se negaban a ceder. Finalmente las pulsaciones bajaron, permitiéndole hundirse en las sabanas empapadas, debilitada y agotada.

 

Gabrielle trepó por el cuerpo de Xena y yació sobre ella, sintiendo el corazón de la guerrera latiendo fuerte aún en su pecho, se levantó un poco y la observó, sus ojos aún estaban cerrados, se inclinó y besó con suavidad uno de los párpados de la guerrera, provocando otro gemido. Tomando toda la ventaja de la guerrera desfallecida jugó con su oscuro cabello, enrollándolo con delicadeza entre sus dedos. Dioses, si que era hermosa. No podía evitar el querer besarla. Y en definitiva disfrutaba de esta libertad de poder jugar con sus cabellos. Colocó sus labios suavemente en los de Xena, abriéndolos, mientras otro silencioso gemido escapaba de su agotada amante. La besó intensamente, dejando que la guerrera saboreara su propio ser en los labios de Gabrielle. Sintió que Xena le respondía una vez más. Sonrió y se envolvió con fuerza alrededor de ella, apretando sus muslos contra la pierna de la guerrera, enviando otra ola de placer a través de su ingle.

 

Por los dioses… Xena……necesito que ……

 

Su oración fue interrumpida por un toque en la puerta. Sus cuerpos se tensaron al unísono. Los ojos de Xena se abrieron de par en par. Observó a una Gabrielle igualmente sorprendida.

 

¿Hey? – una voz sonó por detrás de la puerta – ¿Está todo bien allí?

 

Los ojos de Xena se entrecerraron – Salmoneus – masculló entre dientes.

 

Estamos bien Salmoneus – gritó Gabrielle mirando a Xena por algo de inspiración – sólo … estamos…

 

Creí escuchar gritar a Xena, ¿Está bien? – preguntó Salmoneus.

 

Oh … eso … oh … ella está … bien … - Gabrielle miraba a la guerrera caída - No se siente bien. Ella … debe ser algo que comió …

 

Los ojos de Xena se entrecerraron más mientras observaba a la bardo.

 

Lo tengo bajo control …… me estoy encargando de ella … - Gabrielle le sonrió a Xena, quien no lucia tan complacida. Enroscó traviesamente el cabello de Xena, divirtiéndose ahora a expensas de la guerrera. – en realidad está hecha un desastre, está …. ¡Owww! – la voz de Gabrielle murió cuando la mano de Xena se levantó y peñizcó el muslo de la bardo.

 

Oh bueno, eh … dile que el herrero le dejó sus armas … tenía que irse a su casa por alguna razón…… y …… - Salmoneus hablaba nervioso.

 

Gracias, Salmoneus, así lo haré. – Gabrielle respondió con cuidado, la guerrera aún amenazaba con ejercer más fuerza si es que ella abusaba algo más.

 

Y dile que debo hablar con ella …… es importante …Yo … - Salmoneus tartamudeaba.

 

Así lo haré Salmoneus. Gracias. – le respondió con una amplia sonrisa esparciéndose en su rostro. – luego de que le pase la esponja por … - Gabrielle se mordió con fuerza acallando un grito mientras la guerrera le daba un peñizco más fuerte esta vez.

 

Hubo una pausa.

 

Oh …… bueno …… tan sólo … entonces estaré en le bar – tan sólo iré por ahí … - su voz se entrecortó al sentirse bastante extraño de repente.

 

¡Después Salmoneus! – gritó Xena, por fin, como en una advertencia .

 

¡Muy bien! Oh su gran frescura, quiero decir …… pechura …… eh nobleza – Salmoneus se alejaba de la entrada con reverencias.

 

Gabrielle estalló en risas al escucharlo tropezar por detrás de la puerta, y estrellarse en la pared.

 

Bueno, de todos modos habría de imaginárselo tarde o temprano… - reía mientras trataba de controlarse. La guerrera no parecía tan contenta.

 

¿Bueno? – le masculló a Gabrielle.

 

¿Qué?

 

Entonces, ¿En donde está mi baño de esponja?

 

¿Baño de esponja? ¡Muy bien! – respondió con una sonrisa en el rostro, - al instante! – saltó de la cama para conseguir los implementos necesarios. Esta iba a ser una larga tarde, pensó sonriendo por dentro, mientras regresaba para atender a su guerrera caída.

 

 

 

CAPÍTULO XIII

 

Así que, explícame otra vez ¿Por qué Xena estaba construyendo esa jaula para su aldea? – preguntó Salmoneus a Nuktimos, quien estaba de pie tras el bar, secando las copas con nerviosismo, todavía.

 

Está tratando de atrapar algo que no debe tratar de capturar – dijo. Se inclinó hacia Salmoneus. – Ella es buena amiga tuya, … ¿verdad?.

 

Xena, somos tan cercanos como es posible sin …… tu sabes …… es como la sangre. Nos conocemos hace mucho. – exageraba. Después de todo, que era algo de pavoneo entre extraños. En realidad, pavonearse era el mejor de sus dones.

 

Bueno, tendrás que convencerla de dejar esta locura. Es demasiado peligroso. Puede resultar muerta. – gritó Nuktimos.

 

Bueno. Estoy seguro que ella … espera … ¿Acaso dijiste *muerta*??? – Salmoneus se atragantó y bebió con inquietud de su copa. – que está tratando de atrapar con exactitud? – empezaba a desear haberse quedado en aquellos vagones e ido a aquel festival, con ganancias o sin ellas.

 

No puedo decirlo. Pero no es problema suyo que deba resolver. Nosotros sólo tenemos que esperar sentados unas noches más mientras la luna está creciente y estaremos a salvo.

 

Luna … ¿a salvo?? … creciente …… total …… - Salmoneus hablaba nervioso.

 

¡No quiero que nadie salga herido! – gritó Nuktimos – ¡Debes convencerla de partir antes de que el sol se ponga!.

 

¡Que el sol se ponga! ¿Por qué? - Salmoneus estaba frotando su barba, una preocupación se había apoderado de él.

 

Por que si te encuentra, te destrozara la garganta y te succionará la fuerza vital … - las tácticas amedrentadoras de Nuktimos fueron interrumpidas abruptamente.

 

¡Padre!! – gritó Lucinda mientras salía de la cocina – ¡Estás asustando a nuestro huésped! ¡Deténte! – llevaba una fuente de comida. La colocó en el bar y volteó hacia el hombre que se veía nervioso. – No nos han presentado. Mi nombre es Lucinda. ¿Y usted es? - preguntó, extendiendo su mano.

 

La boca de Salmoneus estaba colgando, absorbiendo en la belleza de esta hermosa y joven mujer de cabellos castaños rojizos que acababa de entrar con una deliciosa bandeja de comida. De pronto se dio cuenta que le habían hecho una pregunta.

 

Oh. Lo siento. Soy Salmoneus. Un amigo de Xena. – dijo.

 

El rostro de la mujer se iluminó a la mención del nombre de la guerrera – Bueno, cualquier amigo de Xena es nuestro amigo. – miró hacia su padre, quien lucia raro y avergonzado – ¿No es así padre? – le hizo una seña con los ojos.

 

Sí. Por su puesto, nunca dije que … - su voz se apagó, se inclinó y cogió otra copa, empezando su ritual pulidor otra vez.

 

Tienes que disculpar a mi padre … estamos un poco exasperados con esa bestia allá afuera. Usualmente es mucho más alegre. ¿No es así padre?-

 

Hmmm. Sí - respondió Nuktimos evitando verla, a cambio prestándole más atención a una mancha en la copa que se rehusaba a salir.

 

Sacudió su cabeza. Empezaba a preocuparse por su padre. Nunca lo había visto tan distante y turbado. No estaba segura de cuanto más de este terror podría el soportar. Parte de ella quería que la guerrera atrapase a esta bestia y terminase esta locura. La otra parte estaba profundamente preocupada de que Xena saliera herida, y eso era demasiado pedir a alguien, incluso si significa salvar su aldea. Se sentó a lado de Salmoneus. Necesitaba descansar, sus nervios estaban de punta.

 

Así que, ¿Qué te trae a nuestra aldea?. ¿Fue muy poco oportuno, no?- Sonrió, esperando iluminar el humor del amigo de Xena.

 

Iba de camino a …… - Salmoneus trataba de concentrase pero la bandeja de comida lo tenía hechizado. Había unos pequeños panecillos redondos con varias delicias sobre ellos, estaban expuestos en diseños circulares, había una porción de frutas en tiras como centro. Se relamió los labios al darse cuenta que no había comido desde el desayuno, y los pronósticos de que Xena le comprara la vajilla estaban lentamente subiendo en contra.

 

Ella siguió la mirada de Salmoneus – Sírvete por favor …… - le hizo una seña hacia la bandeja.

 

Oh, no podría …… ¡Gracias! - Salmoneus cogió una de las delicias y la arrojó a su boca – hmmmm, ¡Delicioso!. ¿Qué son?.

 

No tengo nombre para ellos. Los hice por accidente un día. Estaba preparando un lote de mezcla para bollos y entreveré los ingredientes, y como odio desperdiciar, tu sabes. Así, que experimenté, y salió esto. Les di una forma redonda, se ven bien así. En verdad que son muy buenos. A los huéspedes les encantó así que seguí haciéndolos. Les puse varias cubiertas – explicaba mientras observaba a Salmoneus seguir probando las creaciones, acelerando con cada mordisco.

 

¡Excelente! – Salmoneus dijo atragantándose un poco – escucha – tragó, limpiando su barbilla. – creo que aquí tenemos algo bueno.

 

¿Tenemos qué?

 

¡Sí! - decía Salmoneus mientras colocaba sus manos sobre los hombros de ella. – con el marketeo apropiado … por supuesto necesitaremos la envoltura apropiada para atraer la vista. El rojo es siempre ganador. La distribución podría ser un problema…. Pero podemos resolver eso … necesitaremos un nombre para estos, por supuesto. - estaba balbuceando cosas, ya bastante encaminado en su trance de marketing. – algo fuera de lo común…. Podríamos cobrar un poco más … déjame ver… - su cerebro revisaba todas las posibilidades - bollos del Barón … no … espera …… bocadillos aristocráticos, no, demasiado exagerado…… espera bocados elegantes … no … bollos elegantes… espera eso no serviría... elegante… hmmmm, suena bien. Y necesitaríamos un slogan por supuesto, a ninguna buena campaña debería faltarle. Déjame ver, tu comida elegante. No. espera … elegantea tu fiesta … No …. Añadiendo el pan … espera….

 

Lucinda observaba a Salmoneus seguir balbuceando. La mareaba un poco el tratar de seguir la línea de sus pensamientos, pero se sentó cortésmente y decidió esperar. No quería herir sus sentimientos … y después de todo era un amigo de Xena. Suspiró al darse cuenta de que tendría que preparar una nueva fuente, el contenido de esta estaba evaporándose con ligereza ante sus mismos ojos. Asentía y sonreía.

 

 

 

CAPÍTULO XIV

 

El frío contacto con el suelo contrastaba con la calidez del sol sobre su rostro, había una dolorosa pulsación que nublaba sus pensamientos. El sonido del correr del agua hacía eco en sus oídos. Respiraba la esencia de hojas frescas mezcladas con el irónico olor de sangre seca. Se esforzó por abrir sus ojos, pero sus párpados eran demasiado pesados, el esfuerzo demasiado grande. Gotas de sudor se formaban en su frente, una fiebre lo atravesaba. Estaba ardiendo. Oyó el distante llamado de un pájaro y deseó poder volar. Trató con esfuerzo de recordar que le había sucedido, por que no se podía mover de su posición fetal, y ¿cómo había llegado hasta allí?. Lamió sus labios cuarteados al tiempo que otra ola de sed cruzaba su cuerpo. Ansiaba beber de ese riachuelo, pero estaba tan lejos para sus fuerzas y de su forma agazapada. Se concentró con fuerza. Se levantó de su posición fetal, caminó hacia el riachuelo, sus ondulaciones brillaban a la luz del sol de la tarde. Se veía delicioso. Lágrimas de felicidad se mezclaban con el sudor de su rostro, se inclinó para beber de su frescura. Observó su reflejo en el agua, y vio a un demonio allí mismo. Gritó, tambaleándose hacia atrás, corriendo ciegamente a través del bosque, con las ramas rasgando su piel. Cayó. El cuerpo de Keltore temblaba. Sus ojos daban vuelta. A través de su onnubilado juicio se dio cuenta, con ligero alivio, que aún yacía en su posición fetal, incapaz aún de levantarse, aunque su mente lo desease. Lamió su secos y resquebrajados labios una vez más. Escuchó el sonido del correr del agua y anheló saborear su dulce y fresco líquido.

 

 

********

 

Bueno, en realidad no creo que…… - la voz de Lucinda se acalló– ¿Cuántos dinares dijiste que podríamos cobrar?.

 

Esa es la belleza de esto. Mientras más cobres, más impresionante se ve, y se vuelve más pedido. Y por supuesto, sólo distribuyes unos cuantos, de ese modo tienes una gran demanda y pronto hasta venderían a su primogénito para tenerlos. Es un proceso hermoso. – Salmoneus explicaba animado. Nadie antes lo había escuchado tanto tiempo.

 

¿Su primogénito?, Oh, eso no sería tan bueno … yo no podría … - Lucinda tartamudeó.

 

Tan sólo es un modo de hablar figurativo querida. Podríamos tener días de descuentos para los menos afortunados…… - decía Salmoneus – ¿Te he dicho de la palabra único?. ¿No?. También es conocida como derechos, aquí es en donde se pueden hacer los verdaderos dinares – los ojos de Salmoneus brillaban con visiones de grandes fortunas. Si tan sólo esta gente no fuera tan desgraciadamente práctica, ya sería un hombre rico.

 

Lucinda estaba sentada allí, asintiendo y sonriendo, pero su concentración en las palabras del hombre se estaba desvaneciendo. Sus ojos se mantenían vagando por las armas sobre la mesa tras ellos. Las reconoció como las de la guerrera, pero lucían diferente a la última vez que las vio. Refulgían con brillo sobre la mesa, casi como joyas valiosas…… ¿Acaso era plata?, Se preguntó.

 

¿Así que, Qué piensas?. – le preguntó Salmoneus a Lucinda.

 

¿Hmmmm? – Lucinda regresó a la conversación – Oh, seguro, suena genial. ¿Qué dijiste que tenía que firmar?.

 

Detalles, detalles…. Déjame encargarme de los detalles …… tu tan sólo preocúpate de escribir esa receta……para eso están los agentes … por supuesto que habrá un pequeño honorario … diminuto, minúsculo … un hombre tiene que comer, tu sabes …… ni siquiera lo notaras …… antes de los impuestos, por supuesto.

 

Esperó que no hablase más tiempo, necesitaba hacer otra bandeja más. Entonces Lucinda se distrajo otra vez, sus ojos escudriñaba las armas, hermosas, pero tan mortales en manos expertas.

 

 

 

********

 

Estaba parada en la carretera, su espada relucía bajo la luz de la luna. La jaula se mecía tenuemente en el viento, un ligero sonido crujiente era la única indicación de su localización. La circularon. Saltó de lado a lado tratando de determinar la dirección de las bestias acercándose. Temblaba de miedo. Un terrible pánico se había esparcido en ella en los últimos momentos, y por instinto sabía que iba a morir. Acometió contra esta ira, pero estaba aferrada a ella con fiereza. Afinó su oído y se esforzó por seguir el paso del depredador. Era imposible ya que trabajaban al unísono en una mortal danza de comunicación tácita. Estaba perdiendo esta batalla con rapidez, los sonidos la circulaban cada vez más cerca, sus ojos se esforzaban desesperados por ver, pero no podía percibir nada. Dio un gritó de batalla y meció su espada en círculos, demandando que se mostraran y que terminaran con esto. Entonces salieron por ella, de ambos lados, por atrás y por delante. Saltó hacia adelante con espada en mano, pero ya no estaba allí, miró con sorpresa al ver que estaba sujetando una copa de plata en las manos, la oscura sangre que brotaba de su hocico cubría sus manos y se derramaba sobre el polvo del camino. Estaba congelada ante la fascinación de este extraño suceso de las cosas. No se molestó en mirar hacia arriba cuando descendieron sobre ella. Sintió el primer agudo dolor rasgar su cuerpo cuando la primera mano engarzada destrozó su espalda. Sólo entonces empezó a gritar.

 

¡¡Noooooo!!!! – gritó Xena sentándose de súbito en la cama, estaba transpirando profusamente, un sudor frío cubría su cuerpo desnudo.

 

¡Xena!! Gabrielle se sentó también de un salto ante el grito. Abrazó a la guerrera, quien tenía la mirada fija en la ventana. – ¿Qué pasa?. – la miró, el corazón latía salvajemente en su pecho.

 

¡Hades! – gritó Xena, saltando de la cama, recogiendo sus ropas esparcidas por el piso, un recordatorio de aquella tarde juntas. – ¡Ya es de noche! – empezó a vestirse con rapidez.

 

¡Xena! Gabrielle gritó – me asustaste casi a muerte … tranquilízate …

 

¡No hay tiempo Gabrielle! – dijo Xena, poniéndose su traje de cuero.

 

Gabrielle se levantó de la cama y cogió a Xena por los brazos – No hagas esto Xena – le rogó – Me estas apartando otra vez.

 

Xena se detuvo y suspiró, mirando a la bardo. – tan sólo fue un mal sueño. Estoy bien. – le explicó. – No tengo mucho tiempo. Tengo que salir. Nunca debimos haber…. – su voz se acalló.

 

¿Nunca qué? – preguntó Gabrielle, empezando a sentir los primeros toques de furia atravesarle.

 

Xena vio el dolor en sus ojos y la acercó – No fue eso lo que quise decir……

 

Gabrielle se sumergió en el abrazo de su amante y la furia desapreció. – Bueno. Al menos déjame vestirme entonces – suspiró GabrielleNo me gustaría encontrarme con un demonio sin estar vestida.

 

No empieces con esto Gabrielle …… no ahora…. – le advirtió Xena mientras se separaba y miraba atenta aquellos hermosos ojos verdes de la bardo.

 

¿Qué? – preguntó con ingenuidad.

 

Te ataré si tengo que hacerlo.

 

No te atreverías.

 

En realidad, me encantaría, pero lo preferiría si pudiera quedarme también para poder disfrutarlo – bromeaba para aligerar el estado que empezaba a oscurecerse con rapidez. De pronto se puso muy seria. – Sabes que no puedes venir conmigo esta noche. Es demasiado peligroso y no puedo correr el riesgo de que tú …… - se detuvo antes de decir algo más.

 

De que nos maten – terminó Gabrielle. Sabia en lo profundo, tal como Xena, de que no sería rival para algo tan impredecible como lo era esta bestia – esperaré a que regreses – dijo Gabrielle quedamente. Se alejó de los ojos de la guerrera. Su dolor era muy grande, las lágrimas inundaban sus ojos. Un terrible pánico apretaba su corazón ante el pensamiento de que Xena saliese hacia una batalla desconocida contra una bestia impredecible.

 

Xena la acercó, apretándola con fuerza– te amo Gabrielle. – susurró Xena.

 

Se inclinó y besó las lágrimas del rostro de Gabrielle y luego con intensidad en los labios. Sintió que la bardo se derretía en ella, y quiso que nunca terminase aquel beso. Se retiró renuente, y acarició con delicadeza el cabello de la bardo.

 

Tengo que irme ahora. Estaré pensando en ti.

 

Te amo – susurró Gabrielle, al tiempo que observaba a la guerrera desaparecer tras la puerta.

 

Permaneció allí, con la mirada fija en la puerta cerrada, por un largo tiempo. Tenía un mal presentimiento acerca de esto. Un muy mal presentimiento

 

********

 

¡Xena! - Salmoneus gritó. Estaba sentado en una mesa, saboreando la tercera bandeja que Lucinda tan amablemente le había proporcionado.

 

La posada estaba ahora llena de los clientes que habían decidido que reunirse en el establecimiento era más reconfortante que quedarse solos en sus casas, contemplando el horror que acechaba afuera de sus puertas. Todos dejaron de hacer lo hacían y voltearon para ver a la guerrera dirigirse hacia la mesa en donde el irritante extranjero se sentaba.

 

Salmoneus – dijo Xena, mientras recogía las armas de la mesa.

 

¿Te sientes mejor? – preguntó Salmoneus. Observaba lo que parecía una marca de un mordisco en su hombro.

 

¿Qué? …. Oh, sí – respondió y volteó para marcharse.

 

Salmoneus se levantó de la mesa cuando se dio cuenta de que se dirigía hacia la puerta.

 

¡Espera! – le gritó.

 

No escuchó. Abrió la puerta y se fue. Él corrió e hizo una pausa ante la puerta cerrada. Pasó un trago nervioso y la abrió, dando un paso hacia el frío aire de la noche. Xena ya estaba encaminándose hacia la carretera.

 

¡Xena! – gritó, sacudiendo frenéticamente su mano en el aire.

 

Ella se detuvo y volteó. – ¡Salmoneus, regresa a la posada!!.

 

Tengo que hablar contigo. – gritó corriendo hacia ella.

 

No tengo tiempo para esto ahora – gritó ella.

 

Es acerca de la vajilla – jadeó, tratando de recuperar su aliento.

 

¡Quieres hablar acerca de la vajilla * ahora * !!! – gritó – te dije que te pagaría y así lo haré.

 

Bueno, nunca me diste la oportunidad……. – jadeó – Y luego tu te….enfermaste… - hizo una pausa ante estas palabras, y luego continuó. – bueno, cuando el herrero la trajo ……yo…..estaba…- su voz desfalleció ya que temía terminar.

 

¡Y! – gritó impaciente, inclinándose hacia esa forma temblorosa.

 

¿Qué "exactamente" estabas planeando cuando fundiste la vajilla? – le preguntó nervioso, apretando sus manos.

 

Ella hizo una pausa, no deseando repetirlo, en especial a Salmoneus.

 

Aparentemente, sólo la plata puede matar a un hombre lobo, demonio lobo, lo que sea, y hay una ligera oportunidad, pequeña oportunidad, con todo respeto,…. – por los dioses, esto sonaba ridículo, especialmente saliendo de ella. - …… de que eso sea lo que está por allí …… y yo no quería tomar ningún…. – observaba que el color se desvanecía del rostro de Salmoneus. – ¿Estás bien?, - le preguntó, preocupada de repente.

 

Ya veo …… bueno … en realidad…..cuand… hmmm… - Salmoneus tartamudeaba. – Es sólo que, bueno tu sabes que es una vajilla fina, en realidad bella, delicada, y es que sólo que no pensé lo que estarías planeando…. Y…..bueno…. – no podía decirlo.

 

Los ojos de Xena se entrecerraron. – ¿Qué pasa con la vajilla de plata Salmoneus?

 

Lamió sus labios con nerviosismo– Bueno….. no es exactamente cien por ciento pura como ves ….

 

Los ojos de la guerrera se abrieron enormemente– ¿Qué estas diciendo? – gritó.

 

Bueno, tiene algo de mezcla…. – su voz se apagó hasta un susurro.

 

¡Qué! – gritó – ¡Me vendiste vajilla barata!!!

 

Espera un minuto…. Barato es un termino relativo … - explicaba.

 

Ok. – suspiró – ¿Cuánto es la mezcla, 50/50?

 

Sssii….eeeh. No exactamente.

 

¡No exactamente!. ¿Cuánto entonces, 30/70? …. 20/80? …. 10….. – observaba mientras Salmoneus se achicaba cada vez más, alejándose de ella. Sus ojos se abrieron desmesuradamente. – ¿Acaso hay algo de plata en esta cosa o que!!!!? – gritó.

 

Bueno, parece que se le pudo haber rociado por encima ligeramente, ligeramente … muy ligeramente … - ahora temía por su propia vida.

 

Rociado… Por encima … - Xena repetía en alto, para si misma. Oh, las cosas estaban saliendo muy mal y muy rápido esta noche, muy rápido en realidad. – Tú…. – dijo entre dientes.

 

Espera un momento … - Salmoneus cayó sobre sus rodillas. – Ni siquiera me has pagado … espera … por favor no me mates … Oh valiente, justa, ecuánime, noble, reina….

 

El ruego por su vida fue interrumpido por un atravesante aullido que cruzó el aire nocturno. Ambos se miraron.

 

Tengo que irme. – dijo.

 

La cogió por el brazo – Xena, nunca supe que comprarías … usarías … lo lamento tanto … Yo.

 

Después te disculpas Salmoneus – dijo, mientras volteaba para irse – Ya no tengo tiempo. Sin embargo puedes hacer algo por mí.

 

Cualquier cosa. Cualquier cosa … oh, por favor,… Su gracia … - tartamudeaba.

 

Asegúrate de que Gabrielle no deje la posada – dijo y se fue.

 

¡Considéralo hecho! - dijo, mientras la vio encaminarse hacia la noche. - Que los dioses estén contigo. – susurró, y se deslizó hacia la calidez y seguridad de la posada.

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Continúa en la 4ta parte